Un camino desprovisto

Un Camino Verdadero se construye desde la Fe, lo único que tenemos y que nos mantiene y sustenta para seguir caminando hacia lo nuevo, sin importar lo que ya dejamos. De esta forma no nos encontraremos desprovistos, pues ya contamos con lo esencial que necesitamos para sentirnos cobijados, a pesar de los remecimientos que producen estas devastadoras y extremas catástrofes que vive nuestro planeta, con desmoronamientos de hielos, aluviones, terremotos, guerras y enfrentamientos armados… que afectan en lo inmediato al Hombre en su caminar dejándolo sin nada para avanzar y finalmente caer.

Todo aquello que creímos que se mantendría en orden, está siendo reordenado. Pero no como lo ven y conciben los seres humanos, sino que un Nuevo Orden que destrona todo lo que hasta ahora ha considerado como propio, quedando el Hombre desnudo y sintiéndose carente del alimento más necesario: el de Dios. Hemos dejado de nutrirnos, y no hemos almacenado esa vital Sabiduría en el transcurso de nuestra vida. Entonces, cuando nos encontramos ante estas devastadoras situaciones, nos asustamos, nos empequeñecemos, y no reflexionamos lo que nos está pasando, probablemente por miedo, porque no queremos enfrentar esta realidad tan cruda. ¿Y qué hacemos? No asumimos la verdad y al contrario nos aferramos a lo material, a lo concreto, y no alzamos la mirada hacia Lo Alto confiando en el Reino de los Cielos, para que nos mantenga guarnecidos ante este orden del mundo que empieza a desmoronarse. No encontraremos respuestas en nuestra mente, porque sólo las tendremos cuando reconozcamos con humildad que nada es nuestro, y que debemos poner un nuevo y necesario orden para que, al caminar nuevamente, no nos encontremos en un camino vacío, sin Dios a nuestro lado. De esta forma nos daremos cuenta que jamás debemos alejarnos de Su protección, porque será el Único que nos mantendrá provistos y avisados cuando venga nuevamente a cambiar el Orden, en la mente, en la razón y en el espíritu. Este es el tiempo donde Nuestros espíritus deben ser una sola manifestación de obediencia bajo la Ley de Cristo que se establecerá en el Hombre.

Para no terminar nuestros días amargamente, es urgente acudir a Su Llamado, que nos permite entablar una relación personal con Él como medio de unión sempiterna. Hacer Su Santa Voluntad, no la que nosotros hemos querido hacer, no emancipándonos, sino que siendo humildes y entregados según el designio espiritual que Dios nos ha dado… eso es lo nuevo de estos tiempos avisados.

Entonces, desprovisto se queda quien no ha optado por este nuevo Orden, que busca respuestas de lo que está pasando a nuestro alrededor en lo externo, porque las respuestas están en nuestro interior, en el espíritu, desde antes, desde siempre. Conociendo y viviendo este espíritu que el Padre puso en cada uno, se nos entregará la Verdadera Vida que Cristo prometió, y jamás nos sentiremos acéfalos y faltos de lo esencial, ni menos tendremos temor alguno.

¡Encended la lámpara y mantenedla encendida!, nos indica Cristo Dios, para que cuando Él se presente, nos encuentre con suficiente Luz para no perdernos ante el mundo este… Porque el único y Verdadero Camino es el que nos conduce a Su Morada, liso y llano para quienes obedezcan a Su ley, y abran su espíritu y no lo ahoguen, dándole la libertad que se merece por ser la Creación y semejanza de Dios.

En la ignorancia estamos vacíos, porque no conocemos ni vemos más allá de lo que otros ven y deciden por nosotros, siendo nosotros mismos los que bajo esa miopía cómoda no queremos ver ni optar. Entonces, quien se encuentra desprovisto es quien nunca ha querido averiguar, indagar, conocer, para tener una visión más macro de lo que está sucediendo, y no una que no nos deja ver más allá de nuestras narices.

Entonces, ¿son éstos unos pocos ‘quejidos’ de la naturaleza ante el daño que le hemos hecho…? No, es una purificación necesaria del Reino como intervención que se libera para que el Hombre tome conciencia de lo desprovisto que se haya estando lejos de Su Camino y Ley, siendo Cristo mismo la Ley para estos Tiempos de Tribulación, y para los Tiempos de Victoria que ya pronto vendrán.

Columna Soy Crístico
Carlos Alvarado, Sumo Sacerdote

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