Cristo es Sanación por Salvación y Fe

(Lc. 13.25-27)

21 No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre que está en los Cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y sanamos, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ 23 Y entonces les declararé: ¡Nunca os conocí!; apartaos de mí… ¡hacedores de maldad!

El Ser Humano, desde siempre, ha buscado superar tres leyes naturales: la enfermedad, la vejez y la muerte. Y la Sabiduría de Dios nos ha enseñado que, justamente, en el ASUMIR nuestra condición pasajera, de tránsito, en una existencia de gradual andar hacia la inexorable muerte física, se halla la mayor fortaleza del Hombre (varón y mujer por igual), porque en los modos de entender esta ley de vida y de cómo la enfrentamos está nuestra trascendencia.

Aceptar que el Cuerpo, la Mente, el Alma ligada a los sentidos y las emociones, serán fuentes de enfermedades, pero que la inteligencia, la capacidad para discernir, la reflexión, y por sobre todo la Fe, son elementos integrados en la Persona para que COMPRENDA Causas de sus males y desde la CONCIENCIA pueda cambiar, luchar y transformar sus estados usando, además de sus capacidades naturales, su Fe,  y lograr así su sanación por vías Espirituales: como La Oración, La Meditación y la Relación con el Cristo Dios.

Foto de Danie Franco en Unsplash

La vejez es el tramo de esta existencia destinado a recoger los frutos de una obra realizada con el empuje de la mayor energía humana -la juventud-. Ahora, entrando en la ancianidad queda en evidencia el resultado de la propia obra: se cosecha aquello que se siembra. Y sabiendo esto, el Humano debiera diseminar en juventud aquello que será su reposo y su herencia. Y de toda riqueza humana es La Sabiduría el mayor tesoro.

Es natural que en la vejez el cuerpo adolezca, disminuya su capacidad de tolerancia a los padecimientos o ya no tenga la capacidad de contrarrestar estados latentes de enfermedades permanentes. El primer acto de Sabiduría es cambiar la idea de sí mismo y de los modos de vida asumiendo la ancianidad en su normalidad. Y la Honestidad con Uno Mismo obliga a comprender las Causas de las enfermedades y asumir que algunas pudieron ser autoprovocadas, otras pudieran ser efectos de factores externos (ambientales), también podría haber efectos nítidos de males crónicos antes retenidos, otros son inherentes a la vejez.

También el ser humano debe asumir que los factores emocionales, los traumas, los dolores del alma, y los combates por sobrevivir en condiciones adversas, generan laceraciones físicas y mentales, o emocionales, y que, al caer la autodefensa del ‘Hacer’ que proporciona la juventud, y entrar en el reposo y la obligada cesación de labores, tales males y condiciones afloran en toda su magnitud.

La condición material, carnal y dual (Bien y Mal) no pueden ser cambiadas, ni alteradas en sus procesos naturales, siendo la Sabiduría de la Fe lo único que hará que la Persona viva cada etapa de su existencia con la Certeza de su victoria. Y ese es el Camino de Cristo.

Cristo nos abre las puertas de La Resurrección, en donde Él es la Verdad y la Vida. Entonces, la muerte ha dejado de ser aquella caída en los abismos: porque el Padre posee muchas instancias y estancias en el Reino de los Cielos. Queda a nosotros, los seres humanos, la responsabilidad para construirnos en dignidad con tal de presentarnos lo más cercano a Cristo y su Enseñanza, para asegurar aquello que Pablo explicita: en cuanto, con Cristo, superamos la muerte para entrar en el Lugar Santo cruzando el Velo (o Cortina) a la Vida.

(Hebreos 10:19-20)

Así que, amados hermanos, podemos entrar con valentía en el Lugar Santísimo del Cielo, por causa de la sangre de Jesús. Por su muerte, Cristo abrió un nuevo camino- (para pasar por la muerte) —un camino que da Vida— pasando a través de la cortina, al Lugar Santísimo.

Si tal es nuestra Fe y esa es la esencia de Cristo y de los evangelios: ¿Por qué buscaríamos milagros para sanar de dolores o males físicos prescindiendo de la Conciencia, de la Fe personal en Cristo, y de nuestra propia responsabilidad?

(Juan 5:43)
Yo he venido en nombre de mi Padre y no me reciben; si otro viene en su propio nombre, a ése recibirán.

En la búsqueda del ‘milagro’ hay un acto de rebelión intrínseco: usar la supuesta fe para contrarrestar los efectos de ‘algo’ que ‘no quiero’, ’no puedo’, ‘me niego’, ‘no sé cómo…’ y quiero que pase, que ya no exista, que no me afecte. Y se mide a Dios según el resultado del ‘milagro’. Es decir: seguimos con el añejo y consabido factor humano que quiere someter a Dios para que éste Le Sirva.

Si el Creador nos da la existencia temporal, con años de infancia, adolescencia, juventud, edad para madurar, y tiempo para cosechar, para luego dejar el cuerpo físico con el fin de recoger los resultados de nuestra espiritualidad y bondad, o mundanidad y maldad, ¿es un Dios injusto?

Y nos concede inteligencia, capacidad de análisis, percepción, posibilidad de discernir y comparar, además de la memoria para aprender de la experiencia propia y de los semejantes, y no conforme con aquello: nos ha depositado Un Espíritu que es chispa del Creador en nosotros, y no conforme con tanta Gracia, ha enviado a Cristo, su Hijo Dios, el cual encarnó en Jesús para impulsar el Plan de Salvación, y por Cristo somos Salvos y por su Gracia recibimos Espíritu Santo… ¿No es este el mayor de los Milagros? Si se nos ha enseñado a pescar, se nos ha regalado el mejor instrumento de pesca (la Fe), y se nos ha colocado en un barco sólido (La Gracia): ¿Por qué debiéramos andar como muertos en vida esperando que un milagro nos dé un alivio temporal, y hasta placebo y quimérico? ¿Por qué no hacernos responsables de Nosotros Mismos y LUCHAR con la Fe en el Cristo Dios?

Ahora, debemos saber que el poder de los infiernos es ‘milagroso’ y la falsedad del poder para causar sensación temporal de sanación es un ‘don’ que el Mal usa con tramposa astucia.

Foto de Allef Vinicius en Unsplash

(Mateo 24:24)
Porque se levantarán falsos Cristos y profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos.

La noticia de hoy, como la de otros momentos, (porque estos casos surgen cada cierto tramo por el mundo, muchos de los cuales resultan ser falaces y producto de manipulaciones) es… el ‘Don de Leda’… una mujer joven en Argentina, en Rosario, la cual impone sus manos sobre quién se presente y hablando o cantando – supuestamente- en arameo causa un efecto placebo de alivio que llena titulares y apunta -como en otros casos- a su cenit publicitario en estos días.

Lo particular de este caso reside en el aval de la iglesia católica: ‘porque surge del interno de un movimiento carismático de la iglesia de Rosario, que no tiene fines de lucro, y que da esperanza a los creyentes’- según dijo la curia de esa región argentina. 

Asaltan algunas cuestiones: si una mujer -como en este caso- posee un Don tan notorio, e incluso reparte la hostia: ¿Por qué la iglesia católica no entrega el sacerdocio a la mujer? ¿Por qué los ‘milagros’ suelen venir de personas laicas e incluso ajenas al sistema eclesiástico? ¿Por qué los Poderes del Espíritu Santo no caracterizan al Sacerdocio de esta Iglesia?

Cristo nos enseña que el Sacerdocio es la autoridad concedida por el Reino de Dios para ser Ungidos por el Espíritu Santo y sus Dones y Poderes. Lo consecuente entonces es que sea el Sacerdocio quién ejerza Poderes. Pero la iglesia y el sacerdocio Mariano Católico avala a laicos sin sacerdocio, y niega a la mujer -en general- toda consagración sacerdotal, pero luego avala ejercicios milagrosos y de características sacerdotales a una joven en Rosario. ¿Por qué?

Sabemos que la Curia Católica es esencialmente ‘institucional’ y no se trata de un Cuerpo Santo o de Santidad, sino que, como el mismo vaticano ha declarado –cuando estallan los escándalos de pedofilia en la iglesia– que: ‘somos una iglesia pecadora’, Y si ‘todos somos pecadores’, entonces -subentendemos- ‘cualquiera puede ser santo’. Y bajo esa lógica de pensamiento anticristo, es dable esperar avales milagrosos que ‘den esperanza’ cuando se ha perdido toda certeza.

Nosotros, quienes seguimos a Cristo Dios, al Cristo en Jesús, el Verbo junto al Creador, al Elohim Mayor, al Dios de la Verdad y la Vida, a Nuestro Salvador y Dios Vivo… asumimos que el mayor milagro es La Gracia concedida sin que el Hombre haya hecho méritos para recibir tanta dádiva. Que la Salvación y la Resurrección son un Hecho Magnífico del cual debemos hacernos merecedores por la Fe. Que poseer el Espíritu en nosotros, -que es Semejanza al Fuego del Creador-, es una Concesión, una Dispensa que debemos aceptar, dignificar, y saber usar para los fines que el Padre ha determinado. Que la Fe es nuestro mayor tesoro y es nuestra responsabilidad nutrir esa fuerza mediante la Oración, la Meditación y la Relación con el Cristo Dios, siguiendo las enseñanzas y mandatos de su evangelio.

Si nos CONSAGRAMOS a la Fe de la CERTEZA: ¡¡muchos milagros constataremos en nosotros y en nuestro entorno!! Porque ‘milagros’ no son los efectos temporales y placebos sobre un mal nunca asumido por la persona, sino que el verdadero milagro es la Transformación que Cristo ejecuta desde adentro, por medio de la Fe de la Certeza y la COHERENCIA DE VIDA, que hace de la Persona a un Ser de Fe Consciente y asumida en sus Causas y Efectos.

Si nos consideramos ‘ovejas’ sin ‘esperanzas’, incapaces de asumirnos ‘Personas’ que viven en concordancia con su Verdad y su Fe, entonces estaremos a merced de milagreros, profetizas, y vendedores de esperanzas que pasarán luego, y al final la Verdad y la Realidad estarán siempre ahí: esperando para que la enfrentemos y nos hagamos cargo. Nadie engaña a Dios.

Porque tales prodigios que resultan fáciles y convenientes para quienes NO reciben la Salvación, y proclaman a un Jesús sin conciencia ni saber, serán presa de los artilugios de la parafernalia que ofrece ‘soluciones descomprometidas’ y parecidas a las ofertas del mercado. Pablo enfatiza:

…inicuo cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

(2 Tesalonicenses 2)

Pero, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos, que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por ‘espíritu’, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios. ¿No os acordáis de que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto? Y vosotros sabéis lo que lo detiene por ahora, para ser revelado a su debido tiempo. Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, solo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio. Y entonces será revelado ese inicuo, a quien el Señor matará con el Espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos11 Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira, 12 a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad.

En casi dos mil años, desde los Hechos de Salvación, ha habido cientos, sino miles de casos de milagreros y de eventos mesiánicos y excepcionales que han corroborado aquello que Cristo y su apóstol Pablo advierten en contra de las maniobras del anticristo. Pero también en este tiempo ha surgido la Luz de la Fe en muchos hombres y mujeres, que, en su honestidad y verdad interior, han servido a Cristo apegándose a las enseñanzas de los evangelios y siguiendo la Consagración que el apóstol Pablo propone como digno discipulado del Dios Vivo.

El Nuevo Sacerdocio recibido de Cristo Dios, al igual que el primero que bendijo Dios con Espíritu Santo en Pentecostés, exige la fidelidad y santidad que el apóstol Pablo luego descifraría con Sabiduría y Certeza. Y no puede haber PODER REAL ejercido al margen o fuera del Sello del Sacerdocio Ungido por el Poder y Magisterio del Espíritu Santo, e impuesto por Cristo Dios. Y si tal Poder es real: será el Cristo Vivo y su Palabra en los evangelios y en los profetas de la Ley Antigua (Biblia) quién autentificará y dará anuencia nítida. Porque Cristo es el Dios Vivo y llama a su pueblo a Consagrarse y ejercer el Nuevo Sacerdocio bajo su directa autoridad.

(Mateo 24: 11-14)

11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13 Más el que persevere hasta el fin, este será salvo. 14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

(Dispensación de las Vísperas del Advenimiento del Milenio de Paz)
Sacerdocio bajo la Ley de Cristo – Movimiento de Fe Cristico    
25 de septiembre 2023

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