El propósito de esta revista “El Gran Fundamento”, ha sido y es, entregar testimonios de las vivencias y comprensiones de una vida comunitaria que surge a partir de una opción por un camino espiritual que se va fortaleciendo a través de la relación personal con Cristo, un Dios Vivo, que escucha, habla, guía y transforma.
Lo que en estas páginas se plantea podrá ser una opinión o postura que el lector no necesariamente comparta a priori, pero si lo manifestado provoca inquietud en el corazón y “algo se mueve dentro del Ser”, es porque el Espíritu que lo habita ha abierto sus oídos y es deber de todo hijo de Dios indagar la causa de tal suscitación.
Los hechos que ocurren hoy a nivel de todo el planeta son evidentes. Nos encontramos en pleno tiempo de tribulación, tiempos de cambios y de desorden, que se han acelerado a partir de la polarización entre la luz y las tinieblas. No es posible permanecer impávidos, ni marginarse de lo que se está definiendo, que es la opción del Hombre por lo terrenal, temporal y perecedero o por lo trascendente del Espíritu que es la esencia del Plan de Dios.
Sabemos que todo lo que perdura está basado en un Orden y por el contrario, todo lo que está basado en el desorden tiende a entrar en crisis y desaparecer. Cuando el orden del Hombre se establece a partir de aspiraciones egoístas, de deseos e intereses mundanos, lo más probable es que no se sostenga por demasiado tiempo.
Lo que de estas páginas surja, puede constituirse en elementos de apoyo para que todo creyente en Dios, visualice los caminos que conducen al desorden y al caos o al Orden de Dios, que es en definitiva el que permitirá fortalecer el espíritu y desde ahí alcanzar la conciencia para optar por un compromiso definitivo con el Creador. Esto es inminente, ya que obedece a un Plan Celestial que está en pleno desarrollo y que se traduce en cambios cósmicos de los cuales el Hombre no puede escapar. En su condición, el Hombre tiene la opción de asumir estos cambios o quedarse en su pequeñez humana.