¡Exhortación para Abel!

El gobierno de Caín

Cuando niños nos reflejaban las enseñanzas en cuentos y fábulas; luego, creciendo, supimos distinguir qué había de quimérico y qué de valor real en aquello que nos contaban en la niñez. Sin duda que el Discernimiento es un Don y capacidad del (en el) Hombre que nos distingue del resto de las criaturas…. y nos compromete. Nos diferencia sí, pero nos compromete. Distinguir y separar, definir y prever nos convierte en seres responsables de nuestras decisiones. Nadie puede alegar ignorancia de fondo en sus acciones y opciones.

En el siglo veintiuno, a milenios de los orígenes de las Escrituras Reveladas, y no solamente en La Biblia, mal podríamos continuar a entender –y aplicar– de modo escolástico las imágenes y representaciones con las cuales se nos ha educado –considerando nuestra calidad de Estirpe con inteligencia, Espíritu y Discernimiento- y que nos conduce aún hoy a predicar y enseñar que en realidad el mal de Eva consistió en comer una manzana… por ejemplo. Mucho de aquello que los antiguos escribieron  hoy nos es claro ante los avances de la ciencia, de nuestra visión cósmica actual y de la Física y sus descubrimientos. Nadie con Espíritu Santo activo por la fe y en uso de su capacidad de Discernir podría aseverar que la enseñanza en imágenes es una verdad literal, a rajatabla, y unilateral.

Caín y Abel fueron dos Estirpes, dos pueblos, dos culturas, dos modos de concebir a Dios y la vida. Los pastores nómades y los agricultores reunidos en comunidad territorial eran sus formas de nuclearse y habitar. Esto es un efecto. La Causa se halla en que ambos estamentos provenían de una misma familia. Adán no fue ‘un hombre solo y único’ sino una Generación de Hombres colocados en este Mundo por los Elohim. La Estirpe Adámica es un tipo de Hombre Superior que en un inicio habitó en ‘franjas temporales’ llamadas ‘Edén’, que los mantenía alejados y sin contacto con los hombres urdidos por los demonios que ya habitaban este Mundo. Las mujeres Adámicas, llegadas posteriormente, son llamadas Eva(s).

Los Hijos de Dios vieron que gustaban de las mujeres de los hombres de este Mundo, y fueron con ellas, dice Génesis. La unión de los Adanes con las mujeres de este Mundo fue el inicio de una cadena de eventos conocidos como ‘La Caída’. Otros Adanes se unieron no a las mujeres de este Mundo, sino a Evas, con el pleno consentimiento de éstas. De la unión de los Adanes con las mujeres de este Mundo nació un humano llamado Caín. De la Trasgresión de los Adanes y las Evas nació una Estirpe llamada Abel. Caín y Abel eran hermanos en su ligamen Adámico Masculino, pero no Femenino.

Caín era de naturaleza envidiosa, competitiva, arribista, ególatra, violenta, guerrera, posesiva y dominante.  Abel era de naturaleza tranquila, de paz, comunitaria, solidaria, de libertad y de trabajo en común para beneficio colectivo.

Caín hizo la guerra a Abel, pero la Estirpe de Abel no combatió: fue un genocidio.

Hablamos de pueblos, de Estirpes, de generaciones humanas con Espíritus opuestos y una raíz en común. Y ante la consumación de la masacre de los Cainita, vino Dios, el Dios que ambos pueblos adoraban, el Dios de los Adanes y de los Ángeles, y en un diálogo que enrostra a los asesinos su fechoría, les da libertad de ir por el mundo sin que la venganza los toque.  Claro está que no serían los residuos de la Generación Santa quienes podrían ir en pos de la retaliación, sino que Caín temía de Caín… y de la Justicia de Dios.

¿Desapareció la estirpe de Abel? No. Pero la predominancia de este Mundo quedó en manos del gobierno Cainita. Profetas, santos, sabios eran los núcleos de Abel al servicio del Plan del Reino de Dios. Las estructuras del Mundo fueron alzadas según modelo de Caín: la guerra es el sello de Caín. El Héroe es la glorificación del modelo Cainita. El dinero y las riquezas fueron desde siempre el fundamento de la administración Cainita. La posesión y el dominio responde a la lógica déspota y tiránica del carácter Cainita.

¿Pagó Caín por su crimen? El justo pago habría sido el exterminio de los Cainitas. La Salvación de Caín requería un pago mayor, ejecutado por un Ser Mayor.

Las tribus de Israel conducidas por la Mano de Dios fuera de las Tierras de Judea y Palestina fue una parte del Plan de Salvación, pues Judea debía predominar en Israel: era la tribu originaria de Caín, y de ellos nadie pertenecía a la Estirpe de Abel. Los Núcleos de Abel repartidos por el mundo eran ‘el otro redil’ que declaraba poseer el Cristo Dios. He venido a salvar a los judíos, decía Cristo ante los requerimientos de ayuda por parte de los no – judíos. En el tiempo en que el Cristo Dios encarna en el Hombre Jesús (JesúsCristo) predominaba de pleno el estilo y fondo del gobierno Cainita. Cuando el Cristo Dios dice que ha sacado del Mundo a los Suyos, está declarando que esos que él llamó sus Discípulos ya no eran Cainitas, sino Abelitas, es decir: La Generación Santa. Y que si ellos ya estaban fuera de la ley cainita, no debían lavarse más que los pies pues ya estaban salvos, sanos, limpios.

Ahora bien, el Cristo se presenta ante el Padre Dios en Getsemaní y pide con congoja que la amarga copa del pago de Caín pase de otro modo, y ante la respuesta de que no había otra manera de cancelar la deuda de Caín por su crimen, el Cristo en Jesús acepta pasar por la tortura y el escarnio por doce días, un día por cada tribu, es decir: un día de martirio por los Cainitas en cada una de las doce tribus originales. Llevado a la visión Cósmica, universal, las doce tribus son representación de los 12 mundos adámicos sublevados a Dios y aliados del Príncipe de las Tinieblas.

Los 12 días de tortura son el pago de un Ser Superior, en la Carne, por el crimen de Caín.  No es martirizado por Abel, sino por Caín. Paga por Caín, no por Abel. Abel estaba en el Plan de Dios, y en la muerte dormían los santos el sueño de la espera.

La historia de los Cainitas nos cuenta de reinados posesivos, guerreros y violentos. Se decían a sí mismos dioses, y buscaba desesperados hallar el Camino Perdido hacia la inmortalidad. Muchos libros antiguos de antes del Cristo Dios en Jesús dan testimonio de la visión y realidad de los Cainitas buscando esa relación extraviada con Dios. En el Antiguo Testamento (Libros Hebreos) constatamos una nítida diferencia entre el mundo Cainita predominante y los Profetas y Santos que eran minoría… siempre perseguidos y asesinados por mano Cainita. Por lo mismo, es deber de responsabilidad Discernir también en estas Escrituras aquello  cuya raíz es de Caín y aquello que claramente habla y se refiere a Abel y su obediencia a Dios. No todo lo escrito es santo, es el Espíritu de la Escritura aquello que hace la diferencia entre lo santo y lo profano.

La cruz era el instrumento romano de la tortura y la lenta muerte de quienes Roma consideraba lo peor de lo peor. Así murió Espartaco y los suyos, en una horrible hilera entre el mar y la entrada a Roma por la Vía Appia. Y así fue llevado Jesús a la cruz romana para recibir no solamente la muerte física, sino la degradación y la humillación que la religión romana consideraba para las ‘almas perdidas’. Roma era un imperio Cainita, qué duda cabe, y todo imperio en la historia de este Mundo es y ha sido Cainita. Muerto el cuerpo físico de Jesús en la cruz del oprobio, el Cristo Dios entró avasallante en los Infiernos y arrebató la muerte de  las garras luciféricas. Los Hechos de los Tres Días son el Hito de  Salvación y de la Transformación que culminan con el Gran Evento del descenso del Magisterio de Dios… el Espíritu Santo. No es la muerte en la cruz, ni es la cruz lo que Salva al Hombre, sino Los Hechos de Los Tres Días, y los Hechos de Restauración de los 40 días posteriores en que el Elohim Mayor, el Cristo Dios, anduvo entre sus ‘otras ovejas’… y el acto de Gracia del Descenso del Espíritu Santo… Esos son los Hechos que Salvan y contienen Elevación para alcanzar la Voluntad del Padre. Cristo es Ley de Vida, no de muerte.

Los doce días de tortura y la muerte física en la nefasta cruz romana son el pago superior por el crimen de Caín, en modo que desde Cristo TODOS seamos Salvos y estemos en grado de asumir La Gracia. ¡Si eso no es Amor…!

Luego vino Caín otra vez y elevó la imagen de Jesús muriendo y moribundo y lo separó de Hecho del Cristo Vivo. Y Caín alzó reinados violentos en nombre de Dios, y nombrando a Jesús. Y Caín resaltó al Jesús muerto y torturado, elevó el pecado a calidad de ley inexorable, puso el dinero en el reinado del Hombre y unió lo que Dios había decretado que no podía habitar bajo el mismo principio… porque el dinero y Dios son reinados opuestos y contrarios. Y luego alzó el viejo sacerdocio y lo reconstruyó para su dominio y señorío: tergiversó las escrituras, negó y refuta aquellas que no le son afines, cambia otras para su propio beneficio, se inventa el mal de la herejía y mata a los santos en las hogueras… Nace la institución de la Iglesia. Caín gobierna. Un gobernante enfermizo, asesino parricida, es el primer jefe de la apostasía naciente: Constantino fue su nombre.

Nada ha cambiado desde entonces para Caín, solamente que en estos tiempos el Espíritu de Abel pulula por esta Generación,  y el Reino de Dios se ha acercado: y eso provoca que Caín y su dios -el tenebroso- se torne más violento, y es esto mismo aquello que obliga a que los Abelitas seamos ahora más resueltos, valientes y osados: ¡ha llegado nuestro Día!

Dios está abriendo los archivos de Caín, y el Espíritu Santo está dando luz y Sabiduría a muchos… Es esta la hora de asumir de qué parte estamos.

El Cristo Dios nos Salva por los Hechos de los Tres Días, y la Restauración de los 40 Días, y por la Gracia del Espíritu Santo. Ni la cruz romana, ni la tortura cuan pago por Caín y su maldad, ni la tergiversación religiosa de Jesús y su separación del Cristo Dios… nos pertenece como Consagrados. El cristianismo de la cruz, de la muerte y la tortura, del pecado cuan ley inapelable y efecto irremediable, del sacerdocio intermediario y el pastoreo cainita de ovejas sin conciencia… no es parte de la Generación de Paz de los Espíritus de Abel, de Set, de Enoc, de Noé, de los Santos y Sabios de todos los núcleos Adámicos repartidos por el planeta desde siempre. ¡Es la hora de la Espada del Cristo Dios…! La Paz de Cristo divide al Cainita perverso y su sistema de este Mundo, del Abelita que se dispone a servir a Dios cuan Agente del Reino. Pero en la división no se cierran las puertas para aquel que en Arrepentimiento y Perdón renuncia al Mundo de Caín para entrar en el Universo de Abel. No se puede pertenecer a dos Espíritus: o somos de la Estirpe de Paz y de la liberación, o pertenecemos a la Estirpe de la guerra y la posesión. Una tiene al Cristo Vivo por Dios – Conductor; la otra tiene al príncipe de este Mundo… aunque de voz y de palabra proclame pasajes sagrados e ideas que parecen de Dios… y nombre a Jesús de mil maneras.

En este tiempo de verdades y Cambios debemos, más que nunca, informarnos, investigar, ampliar nuestra mente, abrir nuestro corazón, romper el sectarismo, abandonar la soberbia (sobre todo la intelectual), deshacernos del ego y liberarnos de las ataduras religiosas que nos han confundido y enceguecido por siglos. Debemos ir en pos del Dios que Es, y aceptar al Cristo Dios no bajo los dogmas eclesiásticos sino por Nuestra Relación Personal con el Cristo Vivo. No podemos aferrarnos en nuestra debilidad a una Escritura, sino que debemos acudir a las Escrituras con Espíritu, y bajo petición de Espíritu Santo, y desde ésa fortaleza recibir enseñanza y revelación… porque el Libro es un medio, y el Fin siempre será la Revelación del Magisterio Santo que nos eleva del conocimiento a La Sabiduría. La debilidad humana entrega al Libro la calidad de un Fin en Sí Mismo… y empequeñece a Dios, y al final amarra a Dios a un Libro. Todo es un medio, el único Fin es alcanzar la Voluntad del Padre para poner por Obra Su Designio… y nadie llega al Padre si no es Por y En Cristo.


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