Edificar las iglesias sobre la roca fundamental de la Ley de Cristo
– Llamado e invitación a las Mayordomías que profesan Fe en JesúsCristo –
No juzgar. Nadie posee la potestad de enjuiciar cuando ya hay un Juez que es Dios. Y sobre asuntos de doctrinas y coherencia, bien vale la crítica bien argumentada, firme y convencida, mas, carente de violencia y exenta de sentencias y condenas que se alzan en nombre de Dios.
Cada Mayordomía en la Tierra que asume sobre sí la responsabilidad ante Dios de fomentar la fe y procurar el ligamen entre hermanos y hermanas pertenecientes al Único Padre Creador, al cual se llega solamente por el Verbo, el Cristo, el Elohim Mayor: JesúsCristo… y tiene cuan Magisterio de Poder y de Sabiduría al Espíritu Santo… debe alzar su Obra sobre la roca fundamental de la Ley de Cristo, y nunca en la arena de las propias convicciones particulares o en base a intereses mundanos y propósitos ajenos a la santidad.
Cristo es Dios, el Verbo, el Elohim Mayor. Encarnó en Jesús por Mandato del Padre según el Plan de Salvación. Antes de este Hecho el Hombre se hallaba bajo una Ley de Vida menor que lo encarcelaba a condiciones de eterna deuda. Producto de la Caída, acentuada por el crimen de Caín, la generación humana pagaba un pecado del cual no podía liberarse a sí misma. Cristo Dios en Jesús pasó por la amarga copa del pago por tales aberraciones acometidas por Hombres Superiores que cayeron de su calidad para hacerse ‘Hombres de este mundo’. El pago de la deuda espiritual que amarraba al Hombre acaeció en los 12 días de martirio que culminan con la muerte física de Jesús en la cruz romana. Pagada la deuda el Hombre queda libre de tal atadura, mas no aún con una Ley Nueva de Vida que le condujera hacia la recuperación de su Superioridad Original.
Los Hechos de los Tres Días, entre la expiración de Jesús y los eventos de la Resurrección, son la roca fundamental de la Salvación: Cristo Dios desciende a los infiernos y combate con (contra) las huestes infernales; arrebata la potestad de la maldad sobre el Paso por la Muerte y coloca a sus Ángeles en las puertas de los Cielos que ahora son nuevamente abiertas: los santos que dormían el ‘sueño de la espera’ son despertados y elevados a la derecha del Reino; cierra los abismos por donde toda Alma caía y perdía toda conciencia de sí misma y quedaba prisionera de la deuda impaga; establece la Ley de Resurrección: que todo cuerpo carnal al pasar por la muerte tome algún grado de Cuerpo Espiritual; y que cada Ser será medido según sus obras y su fe: por los frutos serán reconocidos; y por lo mismo, el santo y santa obtendrán de su Cuerpo Carnal un Cuerpo Espiritual que les hará entrar en la Vida Eterna. Las Instancias del Reino son muchas, y variados son los estados de gloria que ofrece la Ley de Resurrección. Es Ley de Vida que ‘todo quién coloque por obra la Voluntad del Padre entre al Reino…’, y por lo mismo es Ley fundamental para todo Hombre de Fe lograr el Designio del Padre en su existencia…Y nadie llegará al Padre si no es por Cristo y siguiendo al Cristo que Gobierna y es Dios Vivo.
Esta Ley de Salvación se asienta con Poder y Autoridad en los Hechos de los Tres Días. Cristo cumple así su promesa de alzar un Nuevo Templo en Tres Días: el Espíritu del Hombre ahora puede elevar al Ser hacia el Reino de Dios. Y esto lo logra el Cristo Victorioso luchando en los Tres Días en el vientre de la bestia, como Jonás en la ballena, pero siendo Cristo más que todo otro profeta, y siendo la Bestia más que toda otra criatura… el resultado es aún mayor, y lleno de la Gracia que solo el Padre nos concede.
Los 40 días de Restauración en el que Cristo ejecutó su Plan a veces mostrándose de diversas formas a Los Suyos, no solamente a los apóstoles hebreos, sino también a sus ‘otras ovejas’ a ‘su otro redil’, comienzan con la Presencia ante Magdalena, y este hecho no es creído por los varones. Estos 40 días de Restauración culminan con el descenso del Espíritu Santo en el Hecho de Pentecostés. Es el Espíritu Santo el Poder del Reino que actúa y Enseña al Espíritu en el Hombre. Nos deja una promesa: Vendrá al fin de los Tiempos para sancionar a esta Generación del Meridiano de los Tiempos, y abrirá el Milenio de Paz para Los Suyos (la Nueva Tierra).
Este conjunto Doctrinario es la esencia de la Ley de Salvación. Es lo que nos enseñan los Evangelios.
Pablo, el apóstol inspirado por Cristo para encaminar la fe por la senda justa, nos revela la esencia de la Ley de Cristo en su ‘Carta a Hebreos’ y ‘Carta a Romanos’. El nuevo sacerdocio que nace desde el Bautismo bajo dos sellos (Agua y Espíritu Santo); la Resurrección (no la resucitación: que es el regreso del alma a la misma carne y al mismo estado anterior) y cómo se logra la Transformación mediante la Consagración; la liberación del pecado y la superioridad de Cristo sobre el pecado (desde Cristo no nacemos en pecado sino que nos hacemos al pecado…mas Cristo es siempre superior al pecado). Y en la palabra de Pablo hallamos la condensación magistral de la Ley de Cristo que nos rige y nos debe inspirar y orientar.
El Testimonio de Juan, y el libro de las Revelaciones (Apocalipsis) contienen la prueba y evidencia irrefutable sobre la divinidad de Cristo.
El Sermón del Monte es la declaración primordial que fija la Moral y la Regla de Coherencia de nuestra condición de Discípulos de Cristo.
Es la aplicación congruente, práctica y de acción de vida, apegado en estricto al Espíritu de los Evangelios, sin interpretaciones oportunistas ni colocando autoridades humanas e ideas teológicas raras y ajenas…aquello que nos debe diferenciar entre una iglesia edificada sobre la Roca de Cristo y su Ley…y una mayordomía propia, inventada, para vanidad humana y con objetivos corporativos de tipo mundano y alejado de todo propósito espiritual y de santidad.
Nosotros, Sacerdotes bajo la Ley de Cristo, seguimos y aplicamos la Ley de Nuestro Dios Vivo, y nos esmeramos por aplicar y vivir la esencia santa de los Evangelios sin cortapisas mentirosas ni interpretaciones convenientes. Enseñamos los Evangelios como Ley de Cristo, y no cuan teoría relativa o interpretativa. Y no fomentamos la simple creencia, ni aceptamos la comodidad del creyente: porque el que Cree no participa, mientras que el Consagrado PARTICIPA y ASUME sobre sí la Coherencia de la Ley de Cristo. Y seguimos la sabia indicación de Pablo: ‘todo Bautizado es un Sacerdote’, y es el Sacerdocio la práctica de vida en la fe de todo varón y mujer que con Espíritu Santo va fomentando su Relación Personal con el Cristo Vivo. Y es nuestro ferviente propósito llegar al Padre Creador para poner por Obra el designio de Nuestro Dios Padre.
No conformamos una iglesia porque no consideramos que sea ésta estructura y concepción una realidad encomendada por Cristo, dado que deriva de una mala interpretación de un pasaje erroneamente traducido del Evangelio, y luego tergiversado por la teoría de la apostasía. Conformamos Cuerpos de Consagrados, pequeños y de Acción Espiritual, Carismáticos, y tenemos por tarea primordial Bautizar a muchos para que Dios tenga para sí a un Pueblo de Sacerdotes.
Respetamos a las Mayordomías que han levantado iglesias, y las llamamos a Edificar, no casas o cosas materiales, sino a levantar ESPIRITUS en la Epifanía de la Ley de Cristo.
Hemos recibido del Cristo Vivo ‘La Ley de Cristo para los Consagrados’ o ‘Ley de Consagración’.
Estamos dispuestos a compartir esta Dispensación del Reino que ha descendido para todo Hombre (varón y mujer por igual) y entregar sus Libros en forma directa y personal a cada y todo Mayordomo, varón o mujer, que siendo líder de su comunidad y cabeza de su siembra así lo solicite con espíritu de santidad, rectitud y misericordia.
Llamamos a los Mayordomos de las iglesias honestas y congregaciones humildes y movidas por el Amor a Cristo y al Padre Dios a una sana Conversación iniciada por una Oración al Espíritu Santo, para llegar así a compartir esta Dispensación del Reino que debe ser avalada y debe recibir Testimonio de Cristo y su Palabra en los Evangelios, en modo que todo quién quiera venir a dialogar tenga la certeza que la Palabra de Dios ha dado su anuencia y ha confirmado que cuanto reciban proviene del Reino, y no de los Hombres.
Nuestra tarea es Transmitir. No tenemos autoridad para enjuiciar, y no es nuestro rol vigilar o controlar: somos Administradores de una Dispensación que una vez en manos del Hombre será Juicio Inmediato del Reino y sus Instancias. No levantamos una iglesia ni sembramos una religión: comunicamos lo que nos ha sido entregado, sellamos lo que podemos sellar, hacemos lo que Cristo nos indica qué hacer.
Pregunten a Cristo quienes somos, y si lo que tenemos y transmitimos es Dispensación del Reino… o no lo es. Que la Palabra de Cristo hable y sentencie. Y si este llamado no llega a Vuestro Corazón ni remece en algo a Vuestro Espíritu… déjenlo pasar sin litigio: no quitamos a nadie su parcela ni pretendemos cambiar lo que no quiere cambiar, ni potenciar lo que no siente necesidad de ser potenciado. Cumplimos con nuestra responsabilidad, y recibiremos nuestro pago del único Juez que reconocemos: Dios Padre.
Quedamos en santa espera
Sacerdocio bajo la Ley de JesúsCristo
Comunicarse a: E Mail: fundamento64@gmail.com