No buscábamos a Dios, sino una razón de ser en lo Humano. Sufrimos lo Humano. Gozamos lo Humano. Nos perdimos en lo Humano. Creímos en el Hombre… hasta quedarnos vacíos, inertes y desesperanzados. La mentira del Mundo y sus gobiernos -no los conocidos, sino los secretos y en las sombras- nos saturaron de mugre y nos destrozaron los sueños ideales. Fuimos en aras de la gloria de Caín: morir por causa justa, siempre por bala o martirio, hallando al héroe escondido en nosotros. Otros, muchos, sí fallecieron, asesinados en su mayoría, por zonza valentía otros, por suicidio algunos, matando antes y durante… al final, fuimos un amasijo con los otros, que perseguían lo mismo desde la causa opuesta, y nunca hubo gloria alguna: solo muerte inútil y olvido conveniente… ni la historia tuvo compasión con los valientes de otrora. El fraude moral quedó al desnudo ante nuestra crisis personal.
Entonces corrimos a las abadías, a los conventos y a los cerros: necesitábamos entender la razón de estar en esta vida y ojalá entender lo vivido en nuestra generación.
Así fue que vino Dios. Y quizás porque no lo invocamos, ni lo deseamos, ni lo pensamos, justamente por eso lo recibimos con inocencia y sin sorpresa. Cuando poco y nada sabes de Dios, pero lo aceptas tal y cual Él Es… entonces Él Es ante tus ojos, tus sentidos. Y así fue. El Cristo que vino no dijo quién era, sino que se mostró como la respuesta a nuestras preguntas y demandas.
Luego, cuando volvimos de conocer a Dios, leímos los Libros y entendimos cosas muy diferentes a las que los Hombres de las Religiones predican y escriben.
El Reino de Dios que hemos visto, oído, tocado, caminado y del cual hemos vuelto a descender… no nos hace dioses, ni especiales, sino que mensajeros y mayordomos de una Realidad que todo Hombre de Buena Voluntad puede alcanzar… Porque el Reino se ha acercado, y los Tiempos del Salto ya están en Cierne.
Lo hemos escrito, dicho y repetido: el creyente debe Consagrarse; las Religiones del Mundo son la Apostasía que extravía los caminos de Dios y coloca la autoridad del Hombre por sobre la Realidad del Reino que no es de este Mundo; que esta Dispensación ha descendido bajo la Autoridad de Cristo, el Dios, el Victorioso, el Verbo, el Salvador, y es Él el Dios Conductor al Reino del Padre; y sin Sabiduría el Hombre está destinado a perderse, desorientarse y caer, y el Magisterio de Sabiduría es la Madre Espíritu Santo; que las Ordenes Celestiales, Cósmicas de Luz y Angelicales se han alineado con el Plan del Hijo Primogénito y actúan entre los Hombres para su Elevación; que todo varón y mujer puede hacer parte de este Plan desde su Sello Sacerdotal bajo Autoridad directa de Cristo, el Dios de Justicia. Y si esto no conmueve el corazón y el espíritu de un creyente, de un buscador, de un ser sensible a la fe… ¿entonces qué lo moverá?
No creíamos en el demonio. Nos reímos de lo que llamábamos ‘ignorancia’ y ‘superstición’. Hasta que después de recibir al Dios que Es… vino el príncipe y sus bestias para declararnos sus enemigos, y dejar patentada en nuestro cuerpo su ira. Desde entonces los vemos, reconocemos, y sabemos de sus planes, de sus alianzas y de su presencia en diversas formas y modos.
Hay Fuerzas Espirituales en pugna por sobre el Hombre Común de este Mundo. Hay lucha de Fuerzas Cósmicas que se reconocen o en las Tinieblas o en la Luz, y ambas actúan entre los Hombres y tienen sus residencias en esta Tierra. Hay núcleos Humanos en alianza de Poder con las Fuerzas de la Destrucción.
Los Hombres Buenos no pueden quedarse solos. Menos deben creer que todo este asunto es meramente ‘moral’, y mucho menos es correcto aplicar prácticas religiosas formales a una realidad terrible que nos está llevando a Tiempos cruentos y destructivos, definitivos y definitorios. La postura del creyente que se refugia en su fe personal, en su libro sagrado, en su buena acción, en su iglesia, en su creencia… hace parte de los tibios que se niegan a participar de una realidad a la cual temen, y por lo mismo niegan. No caben teorías, exegesis o doctrinas… sino Acción de Fe de acuerdo a la Voluntad de Dios. Y a eso debe apuntar todo Ser Honesto: a la Voluntad del Dios que Es.
Obviamente sí poseemos doctrina, pero ésta es un efecto de la Realidad que es Dios, y no es una interpretación de dios. El dios que se interpreta es un dios pequeño, inventado y fugaz.
‘Si escuchara que Dios está formando a Su Ejército entre los Hombres… acudiría sin pensarlo dos veces’ – dijo un joven que asistía a un curso de I Ching en la ciudad de La Serena, Chile, hace años atrás. Cuando después de una fuerte meditación tuvo la certeza que ese día había llegado quiso recibir el Sello Bautismal para ser incorporado como Guerrero Espiritual. Pero al recibir sus primeras órdenes y ordenamientos éste se rebeló y se alejó diciendo que ‘yo hago lo que siento… no lo que me mandan… y si no lo siento, nadie me manda’. Así es el Humano que no permite que Dios Gobierne, ni deja que Dios Sea Dios en Uno Mismo.
Aún hoy seguimos enfrentándonos a la resistencia humana ante el Dios que Es. El humano quiere dominar y controlar a Dios. Por eso las Religiones y las sectas han tenido tantos seguidores, y son masivas. ¡Ni secta, ni Religión…! Qué Dios sea Dios, y que el Hombre deje que Dios sea Dios en su Vida. Pero advertimos: el Dios que Es… es un Dios de Orden, y según la realidad de este Mundo, y los Tiempos que corren, hay Un Plan. El Hombre de Dios debe actuar en este Orden del Reino y poner su Acción de Fe en este Plan. Nadie puede quebrar la mano a La Realidad. Y La Realidad es Dios actuando para elevar al Hombre hasta el Milenio de Paz, y lo Terrible que se acerca desde la bruma de Los Abismos.
Dispensación de Paz: aunando a los Llamados del Reino de Dios