Una de las plataformas donde se sustenta la doctrina de la consagración, cuan entrega y servicio al Reino Celestial, son las virtudes.
Ocho son las componentes de la Virtud que todo Ser espiritual debe poseer y demostrar en su vida diaria: 1) Amor; 2) Justicia (mesura, equidad); 3) Bondad (entrega, desapego, inocencia); 4) Compasión (misericordia); 5) Solidaridad (comunidad y servicio); 6) Verdad (verdad interior, de Ley Divina, Espíritu); 7) Rectitud; 8) Humildad (modestia).
La Virtud no es otra cosa que el efecto de la conciencia de Dios. Es fácil: el Tao es todo y si alcanzas el Tao, la Virtud, dividida en 8 características entrelazadas, será la forma de vivir y los sellos cotidianos del discípulo. Es la nutrición que enseña y educa, corrige y hace crecer. No se alcanza primero la Virtud y luego al Tao, VAN UNIDOS. Pero nadie puede pretender alcanzar solamente la virtud dejando la práctica por fluir con el Tao: se convertirán en hipócritas y mentirosos. Tao y Virtud van unidos como Ser y No-Ser; como cuerpo y respiración.
La vida espiritual real no tiene necesidad de milagros, de demostraciones brillantes, de pases mágicos, de discursos fascinantes, de grandes ceremonias y rituales. La Virtud del Tao Vive en el Ser y éste actúa en forma natural. El Templo no es esa casa de piedras y madera o de gran arquitectura, el templo es el Hombre y su Virtud llevada día a día en coherencia y transparencia. No le importa si gana o no, si tiene seguidores o no los tiene. Es. Va. Está… como una Ley Superior que no necesita ser escrita, ni proclamada ni estipulada en reglamentación alguna; la Virtud es la Moral del Ser espiritual. No hay otra moral que la congruencia con la Virtud, no hay otra regla moral más que la inducción y obediencia al propio Espíritu y al camino del Tao. Quien vive en el Tao es la moral misma, sin necesidad de aquellas reglas que encubren la inmoralidad reinante y sirven solamente para dar un barniz de moralismo a lo que sigue pululando en la hipocresía.
Lao Tse ya nos advierte de las dificultades que se enfrentan al vivir las virtudes, condición natural del hombre sobre las que debe estar alerta para no caer en esta trampa y desviar el desarrollo de su espiritualidad. También los rituales pueden ser fuente de extravío, cuando un ritual no llama a mucha gente, entonces se inventan sínodos con el sólo objeto de atraer nuevamente a los que se han alejado. Esto sucede cuando el corazón y la fe están débiles y existe preocupación por las cosas externas del mundo, entonces la religión se mundaniza para no perder su influencia. El hombre espiritual no puede perder su religiosidad individual, su desarrollo personal, solo después puede ir en pos del colectivo.
Revisemos la enseñanza de Lao Tse (38 Tao te King)
La Virtud superior nunca se proclama a si misma virtuosa
precisamente por esto es una Virtud verdadera
La baja virtud, el virtuosismo, pretende
y desea ser declarada como virtud
por esto eso nunca será virtud superior.
La sabiduría es la Virtud Superior:
aplica el No-Hacer y alcanza la acción duradera
El virtuosismo actúa y hace,
sin lograr nada en duración.
La Ley Superior no guarda propósitos y se cumple
La justicia del Hombre tiene objetivos e intenciones
Los altos rituales llaman y proclaman,
pocos ya responden
pocos ya le creen
entonces se inventan nuevos rituales
para satisfacer y no perder
Cuando se pierde el Tao, nace el virtuosismo.
Extraviado el Amor, se impone la ley y la moral.
Desconocida la Ley Superior,
nacen los rituales y las formas sin esencia.
Los ritos son la apariencia de la fidelidad y de la fe
y es el inicio del gran desorden entre los Hombres
donde el Tao y el Cielo es una flor muerta
y esta es la causa de la necedad y la porfía
Por esto el Gran Hombre
se atiene a la solidez del Tao
y rechaza la ligereza de las apariencias
se atiene al fruto y a la semilla
y no se deja encandilar por flores secas
Así, elige lo correcto y lo recto
y rechaza lo errado y presumido.