(Ref. Archivo oficial de Sacerdocio bajo la Ley de JesúsCristo).
Insertos bajo un Plan Dispensatorio, cuyo propósito y condiciones son fijadas por el Reino Celestial, JesúsCristo revela la Ley al Hombre y consigna en su Sacerdocio la misión de expandirla para que llegue a todo hombre y mujer que con corazón sincero busca al Cristo Vivo, cuan Dios y Gobernante soberano, y por su mano sean conducidos hasta la Voluntad del Padre.
El Sacerdocio bajo esta Dispensación es precisamente la aplicación poderosa y obediente de los Carismas que el Reino sella para el cumplimiento de su Plan. Siguiendo esta verdadera ‘escala’ de santidad, JesúsCristo nos introduce en la existencia de leyes que se van uniendo, haciendo una, de acuerdo a un Plan que nunca comprenderemos desde la mente artificial del mundo. Nos pide ‘aceptar’ que antes de los Hechos del Cristo Victorioso la ley de vida que regía a los Hombres era una, y ésta estaba amarrada al Hecho de la Caída y Trasgresión del Ser Adámico. Bajo esa ley el Hombre no tenía acceso al Reino Celeste, y la muerte yacía en manos luciféricas; los santos al morir dormían el sueño de la espera y el abismo abierto conducía a las Almas a una rueda eterna de causa y efecto que nunca los liberaba de sus propias deudas. Y bajo dicha ley de vida los Hombres recibieron formas, fórmulas, modos, ritos y actos de sacrificios y de culto que se condecían con esta realidad. El sacerdocio entonces tenía un rol y un espíritu acorde con esta prisión espiritual y ley de vida. De esta condición nacen escritos testimoniales de cómo Dios se relacionó con dicha Generación. Entendemos por ‘Generación’ aquellos ciclos de existencia en los cuales los Hombres viven y mueren hallándose bajo una determinada ley de existencia: antes de Cristo en Jesús la Generación humana era llamada: ‘Generación de la Caída’. Ahora, con los Hechos de Salvación que Cristo Dios conduce y acciona se produce el cierre de ese viejo tiempo, y se abre la ‘Generación del Meridiano de los Tiempos’ o ‘Generación de Rehabilitación’ y la Nueva Ley de Vida es llamada: Plan de Salvación. Cambiando entonces la condición de vida y abriéndose un estamento espiritual más alto, por Gracia de Dios.
LEY DE JESUSCRITO: Séptimo Mandamiento “Cristo: Nueva Ley” “(1) Aceptarás que antes de Cristo en Jesús la ley era otra ley, y por lo tanto con Jesús Cristo la Nueva Ley es superior, y progresiva en cuanto no desmiente lo anterior sino que lo desarrolla, lo hace evolutivo, y de mayor altura espiritual. (2) Por ende, no atacarás otras leyes anteriores, ni calificarás, ni juzgarás la práctica de adoración de otros: (3) optarás por resumir las leyes en Una Sola y seguirás la evolución en el Plan de Dios, el cual tiene en JesúsCristo toda la potencia de la Ley de ésta Generación. (4) A esto se ha llamado ‘optar por JesúsCristo cuan Salvador Personal’
Los preceptos bajo este Mandamiento, quizás zanjen la agotadora y obcecada discusión sobre si el Hombre de Fe debe seguir los preceptos del Antiguo Testamento como ‘ley vigente’ o solamente lo contenido en el ‘Nuevo Testamento’ cuan reflejo de la Buena Nueva. Es Cristo quién nos declara que ambas leyes se resumen en Una Sola: en la última, porque la condición de Salvación anunciada en la antigua ley se verifica en la Nueva Ley, por lo tanto no puede haber contradicción, sino que evolución de Hechos en donde Cristo supera la vieja condición y abre la Nueva Generación, haciendo que todo culto anterior se deba resumir en el Hecho de la Salvación acaecida, en plena vigencia, y de esta manera hay congruencia. Mas la intención intelectual del Hombre ha querido imponer normas de la antigua ley, ritos y preceptos bajo la Generación Caída, en los Días de la Nueva Ley. Incluso no pocas doctrinas cristianas hacen prevalecer la esencia de lo antiguo para aplicarlo a una forma de adoración a JesúsCristo. Aquí el Cristo Vivo nos declara que Él es el resumen de la Ley de Vida, que quién siga Su Ley y se esmere en el Plan de Salvación, de acuerdo a la Generación de este Tiempo, estará cumpliendo con toda ley divina existente y conocida.
Visto desde otro ángulo: nadie puede declararse bajo una Ley de Dios optando a su modo por viejas leyes ya superadas por la acción del mismo Plan de Dios. Sin esta acción de renuncia y resumen en Cristo cuan Ley de Vida, no habrá real y verdadero Encuentro Personal con el Cristo Vivo. Esta condición la coloca JesúsCristo… y Él es Ley. ¿Cuál es el rol del Sacerdocio? El Sacerdocio de JesúsCristo no reemplaza la Autoridad Viva del Reino de Dios, sino que ejerce Mayordomía sellada y encomendada por el mismo Reino con el fin de enseñar, guiar y administrar tanto lo temporal como lo espiritual. Bajo circunstancia alguna el Sacerdocio puede suplantar la Autoridad de JesúsCristo ni puede violar la Ley y su espíritu. Esto nos conduce al tipo de Sacerdocio del cual nos habla JesúsCristo es la Consagración, un Sacerdocio que todo creyente puede y debe alcanzar, tanto la mujer como el varón. Y No hablamos de doctrina humana, sino de Revelación por Voz y Presencia del Cristo Gobernante. La Ley de Cristo es Vida tangible, concreta y vencedora de la muerte. El punto para el Hombre es: ¿dónde irá con su siembra? Y aquí se nos declara que para alcanzar la Vida Eterna, los Mundos Celestiales, se requiere una siembra de Fe, Sacerdocio y actos de Obediencia a la Voluntad del Padre. Pero desmiente la idea del sacrificio unilateral y de la santidad canonizada por los Hombres. Es la Voluntad del Padre la clave esencial de la Eternidad y de Lo Celestial, por lo mismo es Santo el Ser que bajo la conducción de Cristo llega ante el Padre y conoce Su Voluntad, y coloca por Obra dicho designio, en Obediencia. Esa santidad es la sancionada por Dios. Y esa Santidad real es posible por medio de la Consagración, y no es alcanzable por la creencia sin compromiso de Consagración.
El Sacerdocio es un servicio de compromiso personal con el Cristo Gobernante, cuya práctica es, sobre todo, espiritual, carismática y divina, siendo lo formal, estructural y orgánico… un medio, y no un fin. El Sacerdocio es el Sello de Consagración que nos compromete con la búsqueda de la Voluntad del Padre. Y a mayor sea la certeza de la Voluntad del Padre, que solamente Cristo guía, más profundo es nuestro Sello Sacerdotal. El Sacerdocio sin este principio de Fe se hace formal, institucional y vacuo. Este Sacerdocio, el cual pertenece al Cristo Vivo y no conforma institucionalidad para cosas del mundo, nos alista y eleva cuan Agentes del Reino Vivo, cuyo Templo no es un edificado, sino aquel que Cristo alzó en los Tres Días. Y es labor central de esta Consagración: inminente Venida del Día en que el Cielo se tornará rojo, y la Tierra temblará, y la Tribulación reinará, y desde la nube descenderá la Potestad del Cristo Juez, Gobernante y Dios.
Este Sacerdocio de la Ley de Cristo es el mayor poder espiritual consignado por voluntad divina al Hombre en la Tierra, es la única forma real de Servicio a Dios que posee toda persona en el camino de santidad; es un poder celestial, espiritual y es un servicio de humildad, de sabiduría y abnegación; no exime al Hombre de sus responsabilidades en el mundo, mas, lo hace diverso en cuanto está en el mundo pero no pertenece al mundo; por lo tanto, ejerce su Sacerdocio en todas las esferas de su vida y actividad, pues nada de lo santo está sesgado de lo humano. Todo varón y toda mujer debe ser Sacerdote, y todo Sacerdote será juzgado por su Sacerdocio.