EDITORIAL 22

Encanta y espanta.


El 22 de mayo de este año, Maria Vittoria Longhitano, mujer de 35 años, fue ordenada sacerdotisa en una ceremonia efectuada en una iglesia anglicana, en Roma. La noticia encabezada como “Sacerdotisa italiana hace temblar al Vaticano”, pone en jaque la inflexibilidad de leyes internas de diversas religiones de frente a la natural transformación y apertura que estos tiempos obligan.

La prensa revela que “mientras otras niñas de su poblado natal de Nissoria, en Sicilia, se vestían y jugaban a las casitas, Maria Vittoria Longhitano jugaba a dar misa, repartiendo galletas y papas fritas a sus juguetes para que comulgaran. A veces, ella incluso bautizaba a sus muñecas. Cuando era niña rezaba para que ella pudiera ser sacerdotisa”.

Nos encanta comprobar el tesón de esta mujer, cuyas características manifestadas desde su infancia no hacen más que demostrar su Índole de Servicio a Dios, objeto y esencia del Sacerdocio, y cuyo valor y búsqueda nunca flaquearon hasta abrir la puerta que permitió cumplir su objetivo y razón de vida.

Espanto causa considerar la ordenación sacerdotal de la mujer como un “grave crimen”, “una ofensa” o “delito”, y llama la atención que esta postura llena de inflexibilidad y dogmática por esencia, permanezca hasta estos tiempos, influyendo fuertemente en otras corrientes religiosas que separadas por otras causas doctrinarias del otrora primado de Pedro, sólo en los finales del siglo 20, hayan accedido a entregar este derecho a la mujer. Incluso se ha calificado este proceder como “apostasía”. Nuestra pregunta es: ¿Cuál sería la apostasía… entregar el sacerdocio a la mujer o negarlo?

La ordenación de Maria Vittoria Longhitano, cubierta ampliamente por los medios noticiosos de Italia, nos muestra otro ejemplo de una sociedad cambiante que está en conflicto con su visión del mundo y con postulados que se han sostenido en un dogma de hombres y no bajo la concepción y herencia espiritual de una verdad de Dios. Estos cambios son propios de este sistema en crisis, de este tiempo de definiciones y revoluciones de toda naturaleza que anteceden la Segunda Venida de Cristo.

En esta edición dedicada al Sacerdocio en la Mujer entregamos nuestra visión, la doctrina que rige el Sacerdocio bajo la Ley de JesúsCristo, que no discrimina la entrega de los sellos sacerdotales de acuerdo al sexo. Proporcionamos el origen nunca enseñado, que sustenta y explica la constante negación del sacerdocio a la mujer y compartimos nuestra verdad revelada sobre Magdalena. Invitamos a tener mirada espiritual y amplitud de conciencia para que entendamos que las cosas de Dios no pueden ser definidas sólo bajo criterios de hombres. Si Cristo validó roles sacerdotales en las mujeres ¿por qué los varones lo han negado?

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