Cristo Dios ha mandado innumerables veces a los suyos para entregar Su Mensaje, sin embargo, los Hombres de este mundo muchas veces no lo escuchan, son advertidos… y no lo escuchan, hasta que su paciencia es colmada y envía Su Santa Ira a los pueblos rebeldes.
Nada es casual o capricho de la naturaleza. En estos Tiempos de Tribulación que son definitivos se anticipa el Juicio de Dios, y quienes han permanecido en la indiferencia de Su Voz, permanecerán en su miseria. Y Dios juzga con la misma vara al que no tiene con qué vestirse o al que ostenta lujos: la Vara de la Obediencia a su Dios… crea o no crea en Él. No todos los pobres son buenos, ni todos los ricos son malos, esa no es Ley de Dios, aunque quizá sí para algunos que se dicen justos. Entonces muchos dirán: ¡qué injusto es Dios que castiga a los más pobres y desamparados!; ¡¿por qué no destruye ciudades de ricos que podrán levantarse al día siguiente?! Bueno, el que quiera entender bajo su propio prisma quizá tendrá que recibir remecimiento en la conciencia de su propia vereda, sea rico o pobre, sea letrado o ignorante, sea negro o blanco, sea religioso o ateo.
Pero quienes conocemos el lenguaje del Dios que nos habla, nos llega de inmediato el mensaje: “Todo pueblo, ciudad o país, independiente de su condición, recibirá el remecimiento de Dios si se tapa los oídos a la indicación de obediencia a Su Ley que ya bajó en estos Tiempos y que los suyos la entregarán, y tanto ésta Ley como Su Santa Ira… todos la conocerán y la sabrán”. Y estamos justamente en estos tiempos en que nadie puede decir: “yo no lo sabía”. ¿Se dan cuenta que la tecnología avanzada en las telecomunicaciones es un instrumento creado por Dios y puesto en manos de los Hombres… para éste Tiempo? No nos cansaremos de decir: Nada es casual.
Éste Mensaje que puede impactarle, o al menos extrañarle, estimado lector, no lo debe alejar de la visión que usted tenga cuan Dios Justo, porque si usted cree que Él “arrasó con todo” sin importarle si eran buenos o malos, niños o adultos… está viendo las cosas como el Mal quiere que las vea. Para Dios no existe la muerte como un término de todo, para Dios existen los inocentes y los que no lo son, por lo tanto, si uno de esos niños ha tenido que dejar su cuerpo carnal entre las calles y escombros de Puerto Príncipe, sepa usted que al ser inocente su morada actual es una Casa del Reino del mismo Dios que lo llevó, con alimento nutritivo y limpio; así también si uno de esos adultos estando en éste mundo se purificó con el Arrepentimiento y Perdón cuan dádiva de Dios… también ya no viste de harapos ni tiene sus manos ensangrentadas, porque ya ha superado su prueba.
En cuanto a los demás que se fueron… el juicio es de Dios; y por los que quedaron oramos para que sus espíritus despierten y sus oídos escuchen el lenguaje de Dios.
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