Hace unos días hemos tenido en la ciudad de Arica un simulacro de terremoto y tsunami, como también se realizó en otras ciudades de Chile como Antofagasta e Iquique. La ciudad y sus habitantes se prepararon para este simulacro masivo previendo el caso del desastre anunciado ya por bastantes años, y que con lo ocurrido en el sur el 27 de febrero de este año, se han intensificado los preparativos y prevenciones a nivel regional en el extremo norte de nuestro país.
En esta ciudad la gente participó en forma ordenada, cumpliéndose en principio el objetivo que se reconozcan las zonas seguras hacia donde debemos dirigirnos para estar a resguardo del efecto de un eventual tsunami.
Como Consagrados a Cristo Vivo y misioneros en Arica nos sumamos a esta iniciativa, apoyando, compartiendo y participando activamente, promoviendo la participación y la preparación de todos los habitantes de la ciudad.
Sin embargo hemos hecho un llamado a una mirada más profunda, ya que aunque a algunos les infunda temor asumir un desastre como el que se ha anunciado, es claro que todos llegaremos al momento de enfrentarnos al paso por la muerte, de una u otra manera.
Es ante este hecho inevitable que ponemos delante de cada uno, en forma íntima, las preguntas: ¿Estoy preparado para mi paso por la muerte?; ¿cuando me presente ante el Juez que todo lo sabe, JesúsCristo… qué cosecha pondré de lo que he sembrado en el tiempo que se me ha dado?; ¿he asumido que esta vida es la oportunidad de hacer según la Voluntad de Dios que está impresa en mi espíritu?
Sin embargo en estos días que se vive la fiesta del Bicentenario en nuestro país, lejos se ve la reflexión, y menos la visión espiritual necesaria para esta revisión de vida; y es claro que es bueno disfrutar y compartir con la familia y amigos, pero también es claro que por simple estadística habrá varios que lamentablemente tendrán en estos días su paso por este Juicio, porque más allá de todas las precauciones posibles, lo más seguro es que habrá accidentes.
Entonces debemos ser conscientes que nuestro momento puede llegar en cualquier día y de cualquier forma, pero también debemos asumir que Cristo Dios, por su Gracia y bondad, a todos nos salvó en su paso de tres días por la muerte, abriendo la Resurrección como Ley para todos sin distinción, a menos que sea un hijo de Perdición, para que podamos alcanzar un estado de Gloria inmortal según el efecto de lo que hemos sembrado en esta vida.
Dios ve y mira la honestidad en lo profundo del corazón, no da prioridad a las formas, y su juicio es justo, pleno de bondad y misericordia, la muerte no es un castigo en la Ley de Resurrección a la que estamos sujetos, sino que el necesario paso para alcanzar el nivel de vida que nos tiene preparado, y será este nivel mayor si ponemos por obra la Voluntad que Él ha dispuesto para nosotros, la cual se encuentra en nuestro espíritu.
Podemos alcanzar lo más alto de lo que el Creador ha preparado para los Hombres, y esta oportunidad plena de Su Gracia, es posible conociendo el Espíritu de Dios que nos habita, estableciendo una relación personal con JesúsCristo, y en obediencia a Su designio ser conducidos ante la presencia de Dios Padre de la mano de su Hijo Dios, el Verbo.
“No todo el que dice ¡Señor, Señor! Entrará al Reino de los Cielos, sino aquel que hace la Voluntad de Mi Padre que está en Su Reino.” (Mateo 7: 21)
Pilar González
Sacerdote Misionera