Transgresión del orden perfecto

Cuando contemplamos la naturaleza que reviste de belleza a nuestro planeta, no resulta difícil darnos cuenta que existe un orden en cada manifestación de vida: desde unas trabajadoras hormigas en perfectas y largas filas… hasta una bandada de pájaros en correcta formación; desde el natural viaje de un río al mar… hasta el siempre refrescante baño de una lluvia que cae sin diferencias sobre todos. Todo tiene su orden, y en su conjunto es un “Gran Orden” que nos fascina y envuelve en su generosidad.

Miramos el cielo, y siempre esas estrellas y esos planetas ahí están, como detenidos para reencontrarnos cada noche con su brillo y fulgor, y aunque lejanos e inalcanzables… un nombre tienen ya, una forma para imaginar, una larga vida para siempre mostrar lo infinito de la Creación de Dios.

 

Existe un universo de orden en nuestro cuerpo, un coordinado fluir de sistemas que se comunican entre sí para dar al Ser todo lo que necesita para su caminar. Misteriosa es aún esta armonía perfecta que siendo de carne y hueso, es solidaria y trabaja al unísono con el sentir del alma y la Luz del espíritu: todo es uno, todo obedece a una voluntad, todo es perfecto y ordenado… para que nada distraiga al Hombre de un objetivo Superior dispuesto por Dios.

En fin, existen innumerables manifestaciones que nos enseñan toda esta bella Creación, un arte perfecto en su máxima expresión, sin nada que mejorar o cambiar… porque el Creador ya Su firma estampó. Y en cada una de estas Obras Dios selló una Ley Objetiva que se manifiesta entonces independiente de que el Hombre las entienda en su cabalidad, ni dependan de él para que se cumplan. Pero inteligencia se nos concedió por Gracia para armonizarnos con esto, adaptarnos y administrar sin violentarlo ni destruirlo. Todo avance en la comprensión de estas Leyes ha sido propiciado por Dios para propósitos Superiores, y no es el Hombre que por propia cuenta se haya iluminado o evolucionado en forma independiente para propiciar ciertos avances, o haya “perfeccionado” su cerebro, o ahora sea más inteligente que antes. Por lo tanto, tendremos que dar cuentas de su cuidado, cuan responsables que debemos administrar con inteligencia y amor lo que no nos pertenece, y a mayor conciencia de esta verdad, mayor responsabilidad y libertad.

Entonces, nuestro cuerpo, por ejemplo, aunque siendo perfecto y excepcional igual envejecerá y morirá, pero eso no nos da derecho a descuidarlo o abusar de él rompiendo toda ley de armonía propia que, por lo mismo, cumple de igual forma un rol para propósitos Superiores de Dios.

Es evidente también que no podemos hacer cuánto queramos con lo que la naturaleza nos ofrece con generosidad, porque todo tendrá con el tiempo sus efectos en nosotros mismos, a pesar de que esta misma Creación se esmere en prevalecer. Así vemos entonces cómo el cuerpo humano se enferma, y el planeta reacciona cuando el Hombre lo violenta… pero nunca entendemos por qué pasan las cosas y no aceptamos sus efectos en nosotros.

El derrumbe de una mina cercana a la ciudad de Copiapó, al norte de Chile, es un ejemplo de esto. Porque el Hombre quiso socavar más allá de lo permitido, encegueciéndose con su ambición y no importándole ir más allá de los límites que la naturaleza misma nos ha enseñado, una armoniosa Ley intrínseca que nos entrega desde sus entrañas un producto generoso para bien del mismo Hombre. Y no es solo esta ley la que ha sido violada, sino una Ley Superior que le permite al Hombre tomar de la naturaleza lo que le es permitido, y no más allá. Consecuencia de este irresponsable proceder cueste lo que cueste, violentamos también nuestro cuerpo al someterlo a condiciones extremas que finalmente terminan enfermándolo… o matándolo.

 Hoy nos preguntamos: ¿cómo estarán los 33 mineros atrapados en esa trampa construida por el Hombre?, ¿de qué forma estarán preparando su defensa quienes propiciaron esto?, ¿porqué aún no son rescatados? Es como si la tierra no quisiera soltarlos… o estuviera esperando algo. Esto no lo entenderemos si creemos que una Mina es sólo tierra sobre roca, que nosotros tomamos lo que queremos de sus entrañas, o que las leyes que la rigen las crea el Hombre y no Dios.

 A través de sondas se intenta saber qué está pasando con estos hombres en lo oscuro y profundo de la mina. Sería un gran acto de humildad “sondear” en nuestro interior, en nuestra conciencia, cómo estamos abusando de la naturaleza, violentando sus entrañas, sobre-explotando su riqueza en todo sentido; cómo exponemos nuestro cuerpo a condiciones límites de riesgo que nos hacen cómplices de la ambición del Hombre. Este acto de revisión bajo el Juicio de Cristo, con su consecuente Arrepentimiento y Perdón profundo, podrá liberar a muchos de esta incertidumbre, y quizás traiga de vuelta a la luz a estos 33 hombres atrapados por causas del mismo Hombre… por voluntad de nuestro Dios que conoce nuestro corazón e intención y que por estas mismas Leyes de Creación reordena lo externo a partir de un orden interno.

Esto no es casualidad, no es un accidente más: es otro “tipo” de TERREMOTO que nuevamente nos demuestra que ya no es posible creer que todo se tiene bajo control… aunque dispongamos de la tecnología más moderna del mundo, o encendamos muchas velitas con imágenes de santos… a propósito de rituales.

 

Un pequeño pájaro vuela detrás de otro sin desviarse, ni pretende volar más allá de sus posibilidades porque confía en su líder y en el orden perfecto de la bandada que le permitirá llegar a destino. Porque hay una ley de orden intrínseca en su naturaleza y no la quebranta. Porque todo está hecho en perfecta relación. Y como todo es simple y pequeño, está al alcance de nosotros para que aprendamos a no complicarnos con lo grande y a hacer y aplicar en la justa medida de lo que nos corresponde.

Es soberbia despreciar la sabiduría de lo que nos rodea, lo que se nos muestra para hermanarnos con lo Sabio de la Creación, con la madre Tierra, con lo que tiene vida y movimiento, con nuestro propio cuerpo y el de los demás, en un orden perfecto que no debemos usufructuar. ESTO ES LEY, Y ES AQUÍ DONDE DIOS NOS OBSERVA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *