Nadie está obligado a creer en Dios, menos integrar una iglesia o hacer parte de una institución religiosa: siempre es una opción. Una vez realizada la opción el deber del creyente es fomentar y crecer en base al alimento que lo nutre.
Nadie está obligado a Consagrarse, o creer en una Dispensación descendida en las montañas de Los Andes, o aceptar que Dios habló e instauró un ordenamiento preparatorio para los Tiempos de Tribulación que vivimos y los Días que se avecinan. No somos fanáticos contagiados del síndrome del mesianismo milenario que anuncia finales catastróficos: tenemos bien puestos los pies en esta tierra, y nuestros espíritus nunca descienden de Lo Alto del Reino de Dios. A nadie obligamos, pero estamos obligados a sembrar y nunca esconder la luz debajo de la almohada.
La libertad está ligada estrechamente a la conciencia; sin conciencia no hay libertad. La conciencia de ser Hombres, Personas, nos hace responsables del mundo que habitamos. La libertad nos puede inducir a tomar la vía de la destrucción, o bien la senda de la construcción. La opción puede acogerse solamente en libertad y en conciencia: no hay opción en la ignorancia.
Cuando JesúsCristo ordena irradiar la Buena Nueva, la Ley Nueva de Vida, no quiso decir lo que los Hombres luego interpretaron. No se trataba de imponer el evangelio, o de expandir a la fuerza la iglesia, o alzar reinados teocráticos o en concubinato con los señores de la guerra. Dios habla cuan Dios, y en su calidad ordenó que todo Hombre en esta Tierra fuese informado sobre la Nueva Condición que Cristo había instaurado con los Hechos de Salvación, en modo que desde esa conciencia cada Ser supiera que ahora el paso era marchar hacia la claridad espiritual que lo hiciera poner por Obra el Designio del Padre. No era un asunto de imposición religiosa, sino de despertar de la conciencia sobre la Ley de Salvación, en modo que bajo esa luz todo Hombre optara: si negaba La Gracia, o tomaba La Gracia.
Cristo postuló un paso más: el bautismo. El varón religioso lo impuso como sello de pertenencia a su iglesia; mientras que la Orden de Dios era y es que el sello bautismal es y sea la base del nuevo sacerdocio bajo la Ley de Vida que abre La Salvación. Y tanto la opción por La Gracia y el sello bautismal no discrimina a pueblo, raza o género alguno, por ende tanto la mujer como el hombre, el oriental como el occidental, el indio como el europeo tienen el mismo derecho a ejercer el sacerdocio bajo la ley de Cristo Salvador.
No estimó Cristo que su sacerdocio fuese una vocación, sino que determinó que es una condición ligada al sello bautismal. Y como nada puede hacerse sin conciencia, y sin libertad: la ignorancia y la esclavitud siempre fueron contrarias al mandato de Dios, y una práctica habitual de los demonios. Mas, una vez entrado en los caminos de la fe, el Hombre no puede retomar al muerto que dejó atrás e imponer en Lo Nuevo lo raído y podrido del pasado. Por lo mismo, para que el Hombre no dependiera de otros Hombres, ni cayera en las redes del ego y la auto-suficiencia JesúsCristo declara la Potestad de La Sabiduría del Espíritu Santo, y la promesa que si dos o más Oraban y hacían Sacramento Él y el Padre vendrían y se quedarían con los Hombres de Fe. Es decir: un Reino Vivo, presente, actuante y directo.
Finalmente advirtió Cristo sobre aquellos que harán y alegarán muchas buenas acciones: sanar enfermos, predicar, fidelidad a su culto, estudio de las escrituras, apego a las reglas de su iglesia, etc. Pero ‘Quién no haga la Voluntad del Padre y coloque por Obra Su designio -nos advierte el Dios de los Hombres y de los Ángeles- no entrará al Reino de Dios’
Es aquí que surge una pregunta común en no pocos creyentes: ¿y mi libertad, y el libre albedrío?
No hay libertad sin conciencia. Esto quiere decir que la libertad de la ignorancia es esclavitud. Y es la conciencia de Dios la única puerta que nos conduce a un nivel más alto que el pequeño abismo en el cual vagamos con nuestro ego. Elegir negar a Dios sin tomar conciencia de su Ley y Designio es ya una opción por la esclavitud. Elegir negar a Dios desde la conciencia de Dios y su Ley es una opción de perdición que los infiernos no dejarán pasar y aprovecharán para su beneficio. Dirán entonces que Dios no es democrático, y la verdad es que no lo es, porque es Dios, y suya es la Creación del Hombre para que éste, en posesión del Espíritu de Dios, se convierta en lo que fue en sus orígenes y recupere su Rol en el Plan de Creación. La libertad y discernimiento que se nos entrega es para que restauremos nuestra esencia Adámica y divina, no para ser menos que eso, u otra cosa contraria a ese supremo objetivo. La idea de que podemos ser lo que queramos y escapar de la lucha entre dos fuerzas que se manifiestan en este mundo y en la materia es una ilusión y quimera que conduce a los abismos, y a los bajíos oscuros de la psiquis y del alma: un tipo de infierno muy común en el Hombre del Mundo.
¿Entonces, no tenemos opción, ni somos realmente libres? La Verdad nos hará libres. Y Dios es Verdad. Dios nos hará libres. Sin Dios toda libertad es una mentira y es esclavitud. Es verdad, no somos libres: porque no hemos optado. Si no hemos optado no somos libres. Toda opción conlleva a un efecto y tiene su consecuencia. Y somos realmente libres en la opción por Dios y su Ley. Si eso nos quiebra el sueño de una libertad acrática y caótica, lo sentimos, pero es nuestro deber sembrar en la Verdad: se nos entrega inteligencia, dones, talentos, comprensión, discernimiento, vivencias, experiencias, pruebas, dolor, alegría, riqueza, pobreza… para hallar a Dios y optar por seguir el ascendente camino hacia la recuperación de nuestra original calidad divina. Nadie es libre sin aceptar La Gracia de La Salvación y desde la Consagración alcanzar la Voluntad del Padre. Porque en la Voluntad del Padre hay plena libertad: eterna libertad.
La Sabiduría que nos induce la Madre Espíritu Santo es el sustento de la conciencia: un saber, un ver, un oír, un comprender… al modo de Dios, superando lo humano sin dejar de ser Hombres. La conciencia de Dios es el Espíritu Santo Gobernando en nuestro Espíritu. Nadie que sea vivido por Dios de esta manera puede ser o sentirse esclavo. Por el contrario: la libertad no es solamente una forma, sino Un Cuerpo de Gracia que Nos vive, y transforma por completo al Ser desde adentro.
Sí, siempre será una cuestión de opción: pero también la opción es un asunto de elección de conciencia.