Un anhelado retorno que se consolida en el Milenio de Paz.

Quienes permitimos que el espíritu que nos vive manifieste su Verdad en nosotros, constatamos que todo lo del Reino de Dios se ejecuta en Libertad, no en el libertinaje del que hace lo que quiere o cuando lo desee, sino en la posibilidad de optar de acuerdo a lo que vemos y vivimos: con Objetivos claros, sustentados en Planes perfectos y bajo Leyes Universales que lo sostienen todo.

Este acercamiento del Cielo que se sustenta en una Ley de Orden, naturalmente remecerá y revolucionará en lo Macro a lo que es inferior y está en desorden y caos: y así está este Planeta bajo el gobierno de lo Maligno. Así también constatamos en lo personal, en lo Micro, que cuando nuestra vida es un torbellino de dependencias y pasiones sin rumbo, la intervención de Dios en nuestra pequeñez nos estremece y nada queda igual… pero nos alinea y ordena cuando en Libertad aceptamos esa arremetida de Amor de nuestro Dios.

Como nada del Reino es al azar, todo está perfectamente planificado desde antes y con un fin siempre Victorioso. Parte del Plan, que en estos días definitorios avanza rápidamente, fue la Venida de Cristo a este mundo encarnado en un hombre llamado Jesús. Y su Victoria se selló luego de los Tres Días de Su paso por la muerte, en donde no solo arrebató la potestad de la muerte a Satanás, cerró los Abismos, ejecutó la Primera gran Resurrección… sino que también restauró el espíritu en el Hombre y le abrió los Cielos, para que alcanzara las instancias Superiores para él reservadas. Cristo nunca se quedó clavado en la cruz, como si hubiese sido derrotado… aunque así hoy muchos lo tienen. Entonces, sí esto fue parte de un Plan que aún está vigente, es en pos de la liberación definitiva del espíritu en el Hombre donde todo seguirá aconteciendo. Hoy por Gracia y Libertad, concedidas por Cristo,  podemos optar por asumir el gobierno de este espíritu en nosotros, y constatar la Verdad de lo que viene: esta es Verdadera Conciencia, es el ojo del espíritu que nos muestra los escalones del ascenso definitivo.

El Objetivo siempre ha sido el mismo: ser y hacer la Voluntad del Padre… si queremos entrar al Reino de los Cielos. Esto ya lo zanjó Cristo en Su Primera Venida, y como Él es la Obediencia misma, jamás cambiará un ápice de lo que Su Padre ordena,  por lo tanto, todo está vigente. Esta Voluntad que es única en cada Ser, porque únicas son las capacidades, los dones, los talentos, lo que llamamos la Índole que nos caracteriza… es la que el Padre Selló en los inicios en el espíritu que nos vive. Pero éste espíritu inició su recorrido en la ignorancia de ésta su  Verdad, y el Gran Plan es que vuelva a ese Seno Sagrado con la conciencia absoluta de lo que es, es decir,  siendo un dios (“dioses sois…dijo Jesús a los Fariseos”). Pero para que éste objetivo pueda ser cumplido necesita encarnar en un cuerpo físico, junto a un Alma que sienta, y con un nivel de inteligencia suficiente que lo diferencie de otros seres vivos… lo que se cumplirá sólo si el espíritu gobierna en el Ser. Claro, aquí está la causa de toda caída en el Ser humano: ha sido el Alma dependiente quien ha tomado el mando en nuestras vidas, el cuerpo ha sido presa de las pasiones e instintos, la inteligencia endiosada… quedando el espíritu rezagado y aún ignorante de la razón de su existir.

 Entonces, hoy Cristo nos remece para despertar definitivamente esta conciencia, que nos permitirá alcanzar el más alto grado de espiritualidad, estando en este mundo dual que insiste en retenernos en sus costumbres y desorden que inspira el Maligno, quien ya tiene sus días contados. El Plan con su Orden, sus Leyes y sus Objetivos ya está. Quien quiera subirse a este “Carro Victorioso”, a Cristo debe Pertenecer, para que Él produzca los cambios necesarios que nos llevarán a quedar bajo el Gobierno del espíritu y su Voluntad: ESTO ES ENTREGAR LA VIDA PARA GLORIFICAR A QUIEN ES EL DADOR DE LA NUEVA VIDA, NUESTRO PADRE DIOS, EN ESTE ANHELADO RETORNO DEL ESPÍRITU.

El inminente Tiempo del Milenio de Paz, que es parte del Plan, ha sido dispuesto para quienes hemos optado en libertad por Consagrarnos y Pertenecer al Reino de los Cielos. En esos Mil Años será atado el Mal que ha gobernado este mundo. Por lo tanto será natural ser obediente a esa continuación de la Ley de Cristo que permitirá al Hombre avanzar aún más, vivir en la Libertad que inspirará la pasión del espíritu de Verdad, y ser partícipes de este Plan de perfección en el que será definitivo el cambio en el pensar, en el razonar y en el inspirarse permanentemente por el espíritu, en donde todo Hombre tendrá ante sus hechos esto tangiblemente, para no ser manipulado ni confundido y así alcance definitivamente su relación personal con el Cristo Vivo, lo que le permitirá mantenerse fiel a su designio y a la Voluntad del Padre, cumpliéndose así el objetivo de llegar a ser uno con el Reino de la Luz, un templo que debe vivir armoniosamente para servir de inspiración a otros.

Esta es la Gloria que Cristo concede a los obedientes, mansos y humildes, que entregados a la Causa del Reino viven al unísono con Su Santa Voluntad… y si esto es hoy, el Milenio de Paz ya en su espíritu está.

 Hno. Carlos Alvarado

Sacerdote Mayor

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