¿Por qué se dice que este sacerdocio es diferente?
Porque es un Sacerdocio que sabe fehacientemente a quien se sirve, y lo hace según formas y voluntad Superior del Dios Vivo y de vida que guía, transforma, eleva la condición espiritual del hombre en Conciencia, purifica desde lo perfecto de Dios que hay en cada uno: el Espíritu; o sea, saber que se es transformado y aceptar con gozo interior que así sea; poner en sus manos el control de nuestra vida, otorgada por El Mismo, en opción libre y voluntaria, como todo lo que Dios Hace, en libertad, la misma que nos otorgó para que optásemos, desde el Libre Albedrío.
Ahora bien, si la Ley que se ha revelado en este tiempo (Tribulación) parece humana en su regla y forma es porque Dios ha hecho una ley para los Hombres. Y como nos conoce en lo profundo, ha colocado cada paso en su real dimensión. El Ser tiene solamente que conocer lo que se le revela, aplicar lo que se le entrega y usar lo que se le consigna. Al hacerlo, simplemente, con inocencia y con amor por el Reino, entrará en el Espíritu de la Ley, y desde allí verá con gran regocijo que el andamio que parecía una utopía es en verdad un Templo con grandes contenidos y revelaciones. Nunca podríamos imaginar siquiera que el Reino revelara un Orden sin Misterio, y Formas sin Contenido, y Reglas sin Objetivos de Enseñanza, ni Caminos sin Trascendencia.
¿Por qué otro Sacerdocio?
El Pueblo de Israel recibió la Ley basada en el Sacerdocio Levítico o Aarónico en un tiempo en que su gente se entregaba a la perversión y a la idolatría. Si estos hombres hubieran podido hacer perfectos a los hombres, sobre la base de dicho sacerdocio, no habría sido necesaria la manifestación de un Sacerdocio Celestial, el Sacerdocio de Melquisedec (el mismo que Moisés mantuvo a buen recaudo del mal uso que podría darle la gente de su pueblo). Con la Nueva Ley que es Cristo, se manifiesta este Sacerdocio, que toma en cuenta el poder de una vida indestructible, porque el mismo Padre dice de EL… “Tú eres sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec…” en donde JesusCristo garantiza la purificación, siendo El mismo puro y Santo. Y es Eterno porque venció a la muerte y nos ofrece esa Vida Eterna, esa Santidad.
Con Cristo se instaura una nueva Ley, un nuevo Orden, un Nuevo Tiempo y con ello también una nueva condición para todo aquel que esté bajo esa Ley. Ello conlleva a que el Sacerdocio habido hasta ese momento queda obsoleto, junto al tiempo caducado, ya no es más, porque al haber Nueva Ley hay nuevo Regente para esa Ley, Cristo. A ello se refería el Antiguo Testamento, a aquel que había de venir, al Mesías, al Salvador. Y al llegar lo anunciado, cumplido el tiempo, queda por lo tanto sellado lo expresado por los profetas. Ya se manifestó ese hecho y este nuevo tiempo es el que está rigiendo plenamente hoy para el hombre de fe. Por lo que el sacerdocio anterior quedó cancelado por débil e inútil.
Visto de este modo, es Cristo el portador del Sacerdocio de Melquisedec y él es el Sumo Sacerdote de la Orden de Melquisedec, única Orden o Sacerdocio del Altísimo. Cristo es cabeza y guía de este Sacerdocio reconocido en los Cielos, nombrado por el Padre de entre todo lo Celestial, no necesita purificarse como los antiguos, que al limpiar a los fieles también debían limpiarse de sus propios errores, pues el que Gobierna en el Espíritu es puro y es Santo, libre de toda mácula, nacido Dios del Padre Dios. Así, él asume los errores y pecados sin mancharse ni acumular sobre sí el mal.
En este tiempo, Cristo en persona ha impuesto su Sacerdocio en los que pertenecen a su Casa, que no es una iglesia. Así también queda obsoleta la antigua imagen del sacerdote representante del pueblo ante Dios, ya que por la salvación y purificación de Cristo todo hombre de fe puede alcanzar el Sacerdocio de Cristo y ser guiado por quien es cabeza del Sacerdocio Celestial.
¿Qué pasa con los sacerdotes de los hombres?
Sacerdotes y pastores hablan y predican cosas acerca de Dios. Proclaman situaciones o hechos emanados de alguna escritura, sin embargo, no consultan al Hacedor cual es SU VOLUNTAD.
De acuerdo con la Biblia muchos llegarán diciendo… ¡yo di de comer al hambriento…yo sané a los enfermos…yo di ropaje al desnudo…! y alegarán tener derecho a alguna instancia del Reino por ello y el Señor Todopoderoso les dirá: Atrás hacedores de maldad, que no consultaron a su Dios cual era su Voluntad para ustedes, sino que hicieron en soberbia según su propia voluntad.
Hoy más que nunca se enseñan doctrinas que desvían al creyente de la vivencia de Dios, manipulando con el fetichismo, imágenes, ramitas, cenizas, espíritus que no conocen… y tantos otros recursos que tiene la visión humana y jamás la vivencia de lo divino en los seres. Con ello, se aleja cada vez más al creyente del Dios que ES, y cuando se produce un quiebre en las instituciones que los rigen, el manipulado creyente piensa que es Dios quien está equivocado y comete errores, deja de creer, y se sume en el dolor del alma porque Dios falló…habiendo sido engañado por quien dice tener en su mano la “Autoridad de Dios”. Esto deja en evidencia que en verdad no se conoce a Dios, que el feligrés dialoga con un dios propio, hecho a su medida que cuando no responde a sus expectativas lo abandona. Un dios de barro.
Por eso Cristo en estos días dice: ya no basta con creer, es necesario consagrarse, tomar conciencia y Pertenencia a un Dios Vivo, dejarse conducir por quien es Ley, camino y Salvación hacia la Vida Eterna.
¿Las mujeres pueden ser sacerdotes?
¿Acaso sólo el hombre posee Espíritu? Claro que no. Para el Sacerdocio de Cristo no hay discriminación entre hombre y mujer para conceder el sacerdocio. En el tiempo en que Cristo estuvo entre los hombres, concedió el sacerdocio a muchas mujeres, entre ellas se ve que María Magdalena fue a ungir con óleos a JesusCristo en su sepultura al tercer día, y el ungir con óleos era labor exclusivamente sacerdotal. También María Betania, Marta y María, hermanas de Lázaro y tantas otras recibieron el Sello del Sacerdocio de Cristo. Hoy Cristo llama a hombres y mujeres a hacerse sacerdotes, a traer hijos ya consagrados, preparados espiritualmente para este tiempo de tribulación y para convertirse en verdaderos agentes de un Reino Celestial sobre esta tierra.
¿Quiénes pueden acceder a este sacerdocio?
La Ley de JesúsCristo llama a la consagración. Es una invitación a todo hombre de fe, que no tenga pertenencia a un culto religioso (culto de hombres). Pero también el creyente con iglesia, puede investigar en forma transparente en las escuelas de Consagración para saber de qué se trata este llamado de Cristo. Si está de acuerdo con lo que su espíritu le dice, libremente optará por lo que le parezca verdadero. Quien no conoce la Ley, y comete error por no saber, es inocente. Quien ya conozca la Ley conoce el Orden de Cristo y si aún así comete aberración, está pecando.
Este camino de consagración conduce al sacerdocio a todo hombre o Mujer, de la mano de Cristo, con Pertenencia a su Casa Celestial y en conciencia sobre la Voluntad del Padre para cada Ser.
Para ello, es necesario por opción propia, permitir que Cristo Consagre al Ser, que ejerza su pertenencia sobre él, que lo purifique y santifique, entregando la persona el control de la propia vida en sus manos, haciéndose un Ser consciente, recibiendo el Sacerdocio, recibiendo sabiduría para su propio orden y luego para enseñar a otros. Porque Dios ha determinado para estos tiempos, dentro de su Plan Perfecto, que ya no quiere sacerdotes enseñados por hombres, pues él mismo se hará cargo, de acuerdo a lo escrito por el Profeta Ezequiel, en Cap.34: 1-31;
Este es un nuevo tiempo de Gracia, la Tercera Dispensación, previa al Milenio de Paz, de Dádiva Divina, en que Dios da a los que optan por pertenecerle, las riquezas del Reino, preparatorias en fortaleza espiritual con el Don del Espíritu Santo, para el tiempo que viene, la Gran Tribulación, antes de que sea la Segunda Venida del Cristo-Dios.
Cristo dice: “Desde el Hecho Crístico el hombre no nace pecador…sí se hace al pecado por opción…pero quien use las herramientas del Arrepentimiento y el Perdón, venga a mí que lo aliviaré”…
”Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida Eterna”.