Sólo mirando a las alturas del reino el Hombre puede alcanzar las mayores alturas de su condición humana.
Desde los Hechos de Salvación llevados a victoria por Nuestro Dios Vivo: el Cristo, el Verbo, el Elohim Mayor… todos los seres humanos somos receptores de La Gracia; a saber: que ya no nacemos bajo la mácula del ‘pecado original’, ni es el pecado la condición natural del Hombre; sin embargo, la realidad de este mundo conlleva a la coexistencia y lucha entre dos grandes fuerzas: el Bien y el Mal. Y esta duplicidad en contradicción permanente empuja al Ser hacia las trampas del pecado. Pero Cristo y La Gracia es mayor en Poder y autoridad, por lo tanto: quién se reconoce en La Gracia y asume a Cristo cuan Dios Salvador, quedará en grado de combatir al Mal y derrotar al pecado.
Desde Cristo se entiende el pecado como la falta grave a la Fe, la traición a los juramentos de Fe, la violación y tergiversación de Lo Sacro. Por lo mismo, (al decir del apóstol Pablo), no es posible pecar si no se reconoce pertenencia al Bien y/o se carece de fe en Dios; y hay pecado cuando se trasgrede la alianza (o pacto de Fe) entre el Hombre y su Dios.
Al margen de la fe o en ausencia de una declaración de Fe en Dios, habiendo maldad, no existe pecado, sino franca pertenencia al Mal. El Mal, la maldad consciente, no es ‘de por sí’ ‘pecado’, sino, neta maldad y obra o acción de maldad. Hay pecado sólo cuando se trasgrede la fe, al violar y trasgredir la doctrina y preceptos de Bien y de Fe que obligan al Hombre a su Coherencia y Lealtad para con Dios.
Es decir: quién no posee fe ni declara a Dios, y en su mundanidad es ‘hijo de maldad’, no peca: porque el pecado es un delito atinente a (con) la fe y en el contexto de la relación con Dios. (El Mal no peca: sino que responde a su naturaleza de maldad. Peca quién declarándose perteneciente al Bien hace lo contrario o cae en felonía ante su Fe en Dios)
No habiendo fe ni declaración que unifique al Ser con Dios (compromiso), el Hombre se mueve, objetivamente, entre las dos fuerzas: el Bien y el Mal, y todo cuanto de maldad haga lo convierte en una criatura ganada por el Mal. Y, por contrario, el esfuerzo por hacer Bien o no caer en el Mal (no teniendo ligamen con la Fe en Dios) lo transforma en un Ser en la senda de la Bondad humana.
La Bondad humana es buena en su intención y voluntad. Sin embargo, la Bondad humana sin fe ni compromiso con Dios peligra y queda propensa a caer en las tramas raras y mentirosas de la Maldad, ahora encubierta y con gran poder de manipulación.
La Fe y el compromiso consciente con Dios es aquello que obliga a la Coherencia con el Bien y a nunca transar con el Mal.
Para el Ser Cristico: ‘Dios’ no es una fuerza genérica, sino: la Relación Espiritual con Cristo, la vida Espiritual para Lograr Sabiduría- (Santo Espíritu)-, y el Propósito de alcanzar la Morada del Creador (Padre).
Las religiones de la cristiandad, en su mayoría, son portadoras del pecado: no sólo porque han levantado al pecado como ley en el Hombre, – desconociendo los Hechos de Salvación de y en Cristo– , sino porque además han confeccionado amarras ‘de fe’ que conducen a la feligresía de retorno al Tiempo de la Caída (cuya ley era la muerte y el pecado): como si Cristo nunca hubiese venido en Jesús, y los Hechos Salvadores (en gran parte desconocidos u ocultos por los negacionistas eclesiásticos) se concentran- para éstos- exclusivamente en la cruz, en la muerte del varón Jesús y nuestra culpa por tal sacrificio.
Cristo, el Dios de la Palabra, nos ofrece un Plan de Salvación; y para que nuestra pertenencia sea nítida e indiscutible debemos unirnos a dicho Plan, que nos involucra y nos COMPROMETE. A saber: Que, ahora, recibiendo La Gracia de un Espíritu en nosotros, que es parte de Dios Padre, podemos superar Lo Humano para Lograr la máxima Espiritualidad aun en esta existencia. Es decir: El Humano Superior es aquel Ser que LOGRA llegar a su más alto desarrollo espiritual mediante la activación del Espíritu que NOS HABITA. Y para ese CAMINO: Cristo, el Dios Vivo, ofrece su Conducción. Que la meta es pasar por la muerte física (de esta existencia) para entrar en LA VIDA… y vencer los ciclos de la materia y del Tiempo para VIVIR en la Verdad que Cristo nos ofrece y promete (Resurrección).
El Cristo Dios no se limita a la encarnación en Jesús: es antes, fue durante y es después el Verbo, el Dios de los Hombres y de los Ángeles. Si no asumimos al Cristo como a Nuestro Dios Conductor, no estamos en el Camino de la Verdad y la Vida.
El Ser Humano nunca será perfecto, y siempre estará propenso al error. Nunca el yerro y la imperfección ha sido sinónimo de ‘pecado’.
El pecado es un delito espiritual. Los pecadores son delincuentes que trasgreden y violentan las bases de la Fe y de la Unidad coherente con Dios. El pecado puede ser vencido por la Fe en Cristo. Cristo es más que el pecado.
Fuera de los bordes de la Coherencia de Fe y de la Declaración de Fe en Cristo: hay una nebulosa que esconde una danza que confunde al Hombre: el Bien y el Mal se convierten en ambiguo, relativo y en gran medida enigmático, y por lo mismo: útil para usar según la conveniencia y el oportunismo del mundano.
Para el Hombre de Fe, el Bien es su partido, su patria y su pertenencia.
Cuando el Bien es roto y quebrado por la maldad de quienes han juramentado lealtad a Dios: sucede que la apostasía y el pecado se convierten en la doctrina de los sátrapas de los infiernos.
Los Cristicos (varones y mujeres por igual) juramos pertenencia a Cristo Dios cuan discípulos para ser guiados según la Coherencia con la Fe que declaramos.
Nuestro andar va, camina, por la existencia misma, y el carro somos nosotros, y pasar de cuerpo carnal a Cuerpo Espiritual, –de acuerdo con nuestra Lealtad de Fe en esta existencia-es nuestra meta trascendente.
¡Vamos en aras de La Vida!
Cristo Dios es Nuestro Conductor y, a pesar de nuestra imperfección y errores, luchamos por no caer y mantenernos firmes en el Compromiso que nos empeña.
Consideramos que al Consagrarnos al Cristo Vivo ya estamos haciendo la Voluntad del Padre Creador, y al esmerarnos por el Gobierno del Espíritu en nuestra Persona, ya estamos poniendo por Obra el designio del Creador. Y al asumir que esta existencia no trasciende sin Lograr LA VIDA: es que nosotros sacrificamos lo del sistema mundano para Optar por este Camino Espiritual Cristico.
Entendemos que en nuestra imperfección podríamos NO Lograr el mayor de los propósitos: entrar a la Casa de Cristo y tener por delante nuestro al Padre en su resplandor infinito; pero, como sea, al esmerarnos en este Camino Espiritual Cristico de todos modos alcanzaremos la máxima posibilidad del Humano: La Sabiduría.
Ya, ser y hacer parte activa del Bien y alcanzar la magnífica Sabiduría, es un Logro Superior. Tan alto peldaño, de esta escala al Cielo, se alcanza sólo si el propósito estratégico es La Vida que Cristo nos promete.