Nos preguntó una creyente, que pide mantener su nombre en reserva, sobre la existencia y función del infierno. La inquietud de esta amiga es acompañada de una reflexión personal, que en parte manifiesta su estupor por los pasajes de muchas escrituras en donde Dios aparece teniendo cierto control o administración de los avernos, sobre todo cuando se lee que Dios nos condenaría al infierno o nos mandaría a llamas eternas. Todos los pasajes que ella cita para argumentar esta inquietud son extractados del Antiguo Testamento. Luego nos cuenta que en su peregrinar ‘espiritual’ estuvo involucrada por años con sectores de la así llamada ‘nueva era’, y allí encontró cierta paz al leer y ser educada sobre la inexistencia del diablo, Satanás y el infierno. Sin embargo en su búsqueda nuevamente sintió el Llamado a encontrarse con JesúsCristo, y acercándose a las iglesias cristianas tuvo el re- despertar del viejo asunto que creía resuelto, pero además ahora se agregó un nuevo bloqueo: ‘¿Por qué debiera yo hacer lo que Cristo me pide o el Padre tiene ya decidido para mí?’
En este caso vemos la representación de cientos de personas con las cuales nos hemos encontrado en los años de siembra. Algunas se han consagrado, no sin luchas y cambios importantes, pero la mayoría no logra resolver estos conflictos que los acosan y condicionan.
Hay dos caminos para responder a este tipo de dudas y conflictos: el largo y el corto. El largo es casi una carretera de filosofía, diatribas doctrinarias variadas que exigen bibliotecas de conocimiento, teología incluida, ideología en parte, de todas formas mucha palabra y grandes recovecos… que al final o dejan todo como empezó o enredan aún más la madeja… amén de ciertas ofuscaciones y enojos que son naturales en estas discusiones. El camino corto coloca una cuestión de orden de Fe, sobre la cual la persona puede acceder a la claridad de sus dudas, y sin este orden de Fe es muy improbable que alguien pueda entregar una respuesta de orientación.
¿Quiere el Hombre llegar, conocer y seguir a Dios? ¿O quiere la persona someter a Dios a sus necesidades? ¿Dios existe OBJETIVAMENTE? ¿O es Dios una invención ‘subliminal’ del alma, psiquis y urgencia carnal del Hombre?
Este ‘orden’ define el desarrollo del tema e implica ya la respuesta.
¿Existe lo Atemporal, Divino y Celestial independiente de la creencia, conocimiento o aceptación del Ser Humano? ¿O es que lo Atemporal está sujeto al Tiempo, y lo Divino a lo humano, y lo Celestial a lo terrenal?
Porque si aseguramos que primero es el Hombre, el Tiempo, la Materia, el Mundo y la Mente… y el resto es derivación ‘divina’ que nace de lo concreto y las ‘energías humanas’… Entonces no hablamos del Dios QUE ES, sino de los dioses que el Hombre inventa. Ahora, si fijamos el ‘orden’ en que Dios existe sin que Hombre alguno deba crearlo o inventarlo, y es Ley de Creación independiente de aceptaciones y conocimientos de alguna criatura… Y si consideramos que Lo Atemporal es aquello que da forma al Tiempo, y es Lo Celestial la Ley Primera y Causal que define y determina las leyes de la materia… Entonces concluimos que el Hombre, su mente, su cuerpo, su existencia… son EFECTO, siendo la Causa un misterio que todo Ser Inteligente y Espiritual debe, en su vida carnal, entender, resolver, discernir, descubrir y vivir. A eso los antiguos llamaron: Iluminación.
Hablamos de ‘orden de Fe’ porque partimos desde lo que sabemos y somos, y vamos en pos de lo que no sabemos y aún no somos.
Si la persona quiere ‘tener el control’ de la Causa y de la verdad más profunda de su Ser Espiritual… es lógico que desee que el dios que descubra se someta y se encuadre a sus miedos, necesidades y pensamientos. Pero eso no es fe, ni ‘camino espiritual’, menos es la senda hacia el Dios que Es. Justamente, la fuerza en la cual no se cree por miedo, será el factor que al final predomine: el infierno
Que exista el Reino Celestial y que el Infierno sea una brutal realidad no depende de nuestra aceptación o negación; en alguien debemos colocar la confianza, en alguien que haya demostrado ser especial y superior… ¿El Krisnha…? ¿El Buda? O ¿JesúsCristo? Pero resulta que los tres demuestran la existencia de divinidades celestiales, santos, sabios… y demonios e infiernos. ¿Libros? Biblia, Corán, Avestas, I Ching, Vedas, Sutras… nos hablan de diferencias sustanciales entre divinidad y demonios, celestial e infernal, Bien y Mal en sus potestades y reinados. ¿Tantos pudieron errar tanto? Quizás sea señal de humildad aceptar que la realidad más allá de las fronteras humanas es harto diferente a como queremos que sea.
La buena noticia es que el poder del infierno fue mermado por la derrota que el Cristo Dios propinó a su potestad, en el Hecho de los Tres Días. Pero resulta que justamente una de las dudas de nuestra amiga es la incomprensión sobre este evento: ¿Cómo Jesús bajaría a los infiernos? La contradicción en esta sorpresa reside en que si ella no cree que exista una cosa como el averno ¿en qué puede importar si Cristo descendió o no a una realidad a la cual ella niega? Luego existe un concepto errado de JesúsCristo: se le considera un ‘hombre especial’ ‘un extra-terrestre’, ‘un santo…’ pero no se entiende el valor del Dios Encarnado que realmente fue, y el Dios que siempre ha sido. Y como no se aferra la divinidad de JesúsCristo tampoco se puede entender el evento trascendental del Dios que va a combatir al principado de Lucifer.
Si todo es humano, y en lo subliminal sigue siendo humano, superior quizás… pero humano al fin, en tal caso, lo dioses somos nosotros y como tales no tenemos que seguir a ningún Dios, menos a JesúsCristo, sino que debemos descubrir nuestra altura y perfección en la carne, en la mente y en algún lado del cerebro para, con y por esa ‘energía’, elevarnos a la divinidad. Si así es… bien se entiende todo cuestionamiento. Pero asalta una contraposición: si se cree en la propia idea, en el control del ego, en lo subliminal de la energía de la mente y del Hombre ¿Para qué tanto lío con lo que está Escrito, y para qué tanto enredo con aquello que predicamos, enseñamos y exponemos quienes sí creemos en Dios y sí conocemos al Cristo Vivo y sí aceptamos la realidad Celestial y Atemporal?
Si el ‘orden’ es humano… siga su senda y alcance su meta. Si el ‘orden’ es mental, siga a su mente. Si el ‘orden’ es marciano… o ideal… o psíquico, emocional… siga su huella. Pero en el ‘orden’ que elegimos seamos coherentes, y tengamos la valentía de recorrer el polvo sin ensuciar a otros que han tomado vías diferentes. Nosotros tenemos un ‘orden’ ya establecido, y eso enseñamos y en eso ejercemos autoridad sacerdotal: quienes tengan ese Orden de Fe pueden venir, escucharnos, optar y al final decidir. Pero quienes tengan otro ‘orden’ deben hallar su maestría entre los suyos, porque cuando uno que desea al dios dinero, o al dios seguridad, o al dios de sus miedos, o al dios que no hable ni tenga voluntad… se enfrenta al Orden del Dios que Es, y ve como por un orificio una realidad que espanta sus sensibilidades y echa por tierra ‘sus planes’… lo seguro es que litigará, protestará y finalmente negará con ira aquello que no quiere aceptar.
Y esa fue y debe ser nuestra respuesta: según el Orden es el camino que conduce a la meta. Ahora, si esa meta es real y verdadera o una quimera o un infierno, es de luz o de tinieblas, es concordante con lo que imaginábamos o queríamos… eso lo sabremos al llegar al final. En tanto debemos caminar: quedarse a litigar, y enrollarse en las redes de la discusión e intentar convencer incrédulos, es, en estos días intensos, una pérdida de tiempo precioso, y nuestro esfuerzo debe ir siempre dirigido al creyente que quiere y busca consagrarse. Ese es nuestro ‘Orden’ y en ese Camino sembramos. Al resto y a los otros: le pedimos coherencia con la opción que plantean… porque no hay peor mentiroso que aquel que mucho habla sobre lo que otros hacen, y nada hace de todo lo que habla, porque ése se miente a sí mismo.