Pertenencia humana
La condición natural del Hombre en este mundo es ser pasajeros; nacemos, crecemos, enfermamos y morimos, es un ciclo natural como es todo en la naturaleza.
Nacemos perteneciendo a un planeta llamado Tierra, a un país, a una localidad, se nos entrega un nombre al cual respondemos y se nos reconoce como tal, en el desarrollo del ciclo vital pertenecemos al grupo etáreo de niños, jóvenes, adultos, ancianos. En el desarrollo de nuestra vida nos incorporamos a distintos espacios de pertenencia: al grupo de amigos, de vecinos, de apoderados, de un partido político, de un grupo ideológico, de un grupo social, deportivo, de alguna agrupación en aras de un bien común, de un culto religioso, racial, cultural, etc.
En lo individual, desarrollamos el Yo, vital en el desarrollo del niño, hasta lograr que el mismo se identifique como persona, sea vista como persona y se logre diferenciar de sus padres y del resto de su familia. Cuando ese Yo se logra diferenciar, la persona fija su pertenencia al Yo creo, Yo pienso, Yo siento, viviéndolo de acuerdo a la pertenencia social, cultural, política, moral, que se nos enseña según donde hayamos nacido y la familia donde hemos llegado.
Cuando enfermamos también tenemos pertenencia, al grupo de los diabéticos, hipertensos, etc.
Cuando morimos ¿A qué o quién pertenecemos?
Pertenencia a Dios
Pertenecemos a una Creación, a un Plan Superior que va más allá de lo que nosotros vemos, sentimos, creemos y percibimos. En conciencia y con disposición, hemos iniciado un camino que nos hace pertenecientes a la Casa de Cristo, nuestro Sumo Gobernante Celestial.
Somos pasajeros de este mundo, este mundo no nos pertenece, porque pertenece al principado de las tinieblas. Dios es Espíritu, nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, estamos insertos dentro de la Creación, somos Espíritus como Dios es Espíritu, esa es nuestra Pertenencia, es Divina.
El Hombre posee tres Yo, mente, alma (psiquis, sentidos) y Espíritu, que es Dios viviendo en nosotros.
Nuestros pensamientos y sentimientos deben ser colocados bajo el Gobierno de nuestro Espíritu, eso es lo que comprende “Conocerse a Sí Mismo” y “Amarse a Si Mismo”. Conocer el Espíritu que vive en mi es conocer la Índole que me vive, que tiene características propias, reconocible y reconocidas por Dios. El Espíritu posee Pertenencia indiscutible e indivisible, ya que proviene de la matriz de donde vienen todos los espíritus de la creación.
La Pertenencia a Cristo, nos autentifica en nuestro Espíritu como Hijos de Dios Padre, Discípulos de su Maestría Divina, el Magisterio del Espíritu Santo, e integrantes dignos de Su Casa en los Cielos.
¿Usted a dónde quiere Pertenecer?
¿A este mundo temporal y perecible, donde es segura la enfermedad, la vejez y la muerte? o ¿A una Casa Espiritual cuya Gloria alcanzaremos según los propios frutos: a saber, conocer y hacer la Voluntad del Padre, conocer nuestro espíritu y hacer lo que Dios Padre nos entregó como Índole, donde tendremos un cuerpo espiritual que es para Vida Eterna?