Lo que los Hombres entienden, y aquello que Dios nos enseña
‘No se puede pertenecer a dos reinos: el del dinero y al Reino de Dios’
‘Es mucho más probable que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino de los Cielos’
‘Y Jesús al ver en lo que habían convertido el templo, tomó un látigo y echó a los mercaderes de sus portales: ¡la Casa de Mi Padre es un a casa de oración y ustedes la han convertido en cueva de ladrones! ‘
‘¿Está permitido o no pagar impuestos al César? ¡Hipócritas ¿por qué me colocan sus trampas…? ¡Muestren la moneda con la que pagan sus impuestos! ¿De quién es la cara que aparece en este denario? –Del César, contestaron- Entonces dad al César lo que es del César y a Dios entregad lo que corresponde’
‘Jesús observaba a los ricos depositando sus ofrendas en el Templo; vio a una viuda que echaba dos monedas pese a ser una anciana muy pobre. Jesús dijo: Créanme, esta viuda pobre ha depositado más que todos ellos juntos, señalando a los ricos, porque ellos dan a Dios lo que les sobra, y ella, en cambio echó todo lo que tenía para vivir’
Estos pasajes del Evangelio, la Nueva Ley, la Enseñanza y Mandato del Cristo Dios, zanjan un asunto que ya en los días de Jesús se había convertido en fondo de disidencia por el uso abusivo de los dineros por parte de los sacerdotes rabínicos. Apoyados en las escrituras confeccionadas bajo los tiempos en los cuales regía la Ley Antigua, los escribas, fariseos y maestros del templo se habían procurado un ‘buen pasar’ gracias a los aportes cuantiosos que se recogían del pueblo. Por su parte, la clase más rica hacía gala de su ‘fe’ mediante formalidades, actos hipócritas y pagos bulliciosos ante la gente…pero que en realidad entregaban aquello que no necesitaban, lo que les sobraba. El centro del culto era la pompa, el lucimiento y los aparatosos actos de estridencia. Se consideraba que el edificado y sus muros eran la garantía de que Dios estaba presente, y por lo mismo debía aumentar el lujo y la costosa parsimonia de los ritos.
Cristo, el Verbo del Padre, JesúsCristo, sentencia con palabras clara que ‘este templo de piedras será destruido y en Tres Días alzaré el Nuevo Templo’ Y el nuevo Templo no era, ni es, de piedras, ni algo similar que imite o recomponga las antiguas construcciones: sino que es el Espíritu del Padre viviendo en el Hombre que se reconoce en Cristo y en la Salvación por Él conquistada en los Tres Días de Victoria, después de la muerte carnal de Jesús.
Con esto define, además de todo lo dicho y que ha quedado escrito para nuestra guía y coherencia, que no es la riqueza material, ni el lujo, ni los muros, ni los edificios aquello que representa la fe y la presencia de Dios: sino que es la Fe por sí misma, vivida en congruencia, la que ocupa el centro del templo, que es el Hombre; el Nuevo Templo tiene a Cristo cuan Dios Salvador; y por el Espíritu que habita en todo Ser Humano, el Hombre es conducido por Cristo hasta la Voluntad del Padre Creador. Este es en esencia el Plan de Salvación.
La Apostasía es aquella interpretación y acción que en nombre de una Ley nueva impone criterios y doctrinas según la vieja ley. Cuando la iglesia de Constantino y posterior, a pesar de sus divisiones y ramificaciones históricas y geográficas, institucionales y de contraposiciones doctrinarias… toda iglesia… entiende y aplica la vieja concepción sacerdotal del sistema rabínico, y se da una estructura de poder político ligado siempre a principados, reinados y gobiernos, entonces tiene la urgencia de contar con amplias arcas de sostén económico, y se repite el ciclo de señores ricos que compraban su salvación con herencias y tierras, castillos y hasta principados, y que clonan literalmente el añejo sistema que Cristo condenó con sus palabras tan claras como precisas.
La reforma de Lutero, Calvino y otros líderes cristianos que se rebelaron al poder de la iglesia de Roma, pero que nunca renunciaron a la idea eclesiástica, desembocó años más tarde en estructuras similares – en su raíz y fondo – a aquello que habían repudiado. Y es el apego a la Biblia, cuan Ley única e indivisible, la que al final comportará una infinidad de interpretaciones sobre asuntos cruciales, como el sacerdocio…y el Diezmo.
El Diezmo puede ser analizado y desglosado según visión eclesiástica, o bajo la mirada del Espíritu y su comprensión divina, como Cristo nos enseña e induce. Porque bajo el concepto orgánico de la iglesia el diezmo es el pago de los fieles con el objetivo de sostener al aparataje institucional y a sus líderes (entiéndase: ‘pastores’), y esta porción de dinero que cada miembro entrega, supuestamente, engrandece a quién sacrifica, y ‘Dios’ debiera reconocer esto con ‘abundancia’, ‘logros’ y hasta ‘riquezas’. Bajo este propósito se justifica que las instituciones levanten negocios, mercadeen, inviertan en Bolsa, participen en empresas o alcen las propias, tengan sus Bancos y sean parte del mercado de las finanzas; también se legitima la realización de ‘maratones financieras’ en donde se solicita dinero a destajo mientras se promete la gloria de la opulencia en la tierra…en el nombre de Dios. Predicadores con sendos anillos de oro y casas por montones, incluso con autos y aviones a disposición… podemos verificar entre los mayores adalides de las iglesias en norte América, por ejemplo. Las mayores iglesias de la cultura cristiana, a pesar de miles de millones jugando en el mundo de las finanzas, a veces no muy claras, siguen haciendo campañas masivas para que el feligrés sencillo y hasta pobre aporte con su dinero.
¿Es ley de Dios que esto sea así, de este modo y con este fondo? No. Es uso y abuso de los Hombres que usan la religión y la fe de los creyentes para propio beneficio e insano usufructo.
La figura del Diezmo aparece en el pasaje de la Antigua Ley en donde Abrám sostiene un encuentro con el Dios Vivo y les es revelada su calidad de Patriarca de Israel; el nombre de éste es cambiado a Abrahán, y a pesar de que parece que a nadie le importa este cambio de nombre, resulta fundamental para concebir todo acto de Dios como un misterio, que en base a hechos simples colocan un sello que define su Plan en cada intervención. ‘Ahán’ significa ‘Hombre de Dios’ y es la clave del Ser Adámico (Adán no es un hombre único: sino una estirpe humana creada por Dios y colocada posteriormente en este mundo). Por lo mismo, la conciencia del varón Abrám ahora ha ascendido a la nueva persona: Abrahán, un rol adámico para Plan de Dios. Si entendemos esto, y aceptamos la calidad del nuevo hombre en Abrahám, entonces asumiremos la importancia que tiene el hecho que nos enseña el Diezmo. Porque este nuevo hombre de Dios se presenta ante Melquisedec y entrega el diez por ciento de todos los haberes conquistados a este Sacerdote del Altísimo. Si somos personas atentas y serias nos daremos cuenta que un varón de Dios, que viene de sostener un Encuentro con el Dios Vivo, y que fuese transformado y despertado a su rol adámico fundamental… se presenta ante quién él mismo considera superior, por tratarse de un Sacerdote del Altísimo. Esto nos refleja que el tipo de sacerdocio que Melquisedec poseía no era aquel remedo de sacerdocio que pululaba en los tiempos posteriores de Jesús. Tan importante es esto, y vital para fijar diferencias, que el mismo Pablo da Testimonio de que Jesús en su Sello en las aguas del Jordán por mano de Juan el Bautista, fue declarado Sacerdote del Altísimo en la Línea Perpetua de Melquisedec.
Abrahán no entrega su diezmo a un especulador de la fe…sino a un santo sacerdote. No olvidemos esta condición trascendental.
El Diez por ciento de las riquezas logradas en las batallas por el Patriarca (es como decir: el diez por ciento del sustento actual alcanzado en la batalla del trabajo y el esfuerzo diario en el Mundo – realidad mundana-) es puesta en manos santas de un Sacerdote del Altísimo para Bendición del 90 % de aquello que queda en posesión de quién diezma. Dicho de otro modo: las riquezas del mundo tienen el sello de la bestia: avaricia, celos, envidias, gula, injusticia, ambición, poder mundano, ostentación, egoísmo…y todo aquello que no permitirá al rico entrar al Cielo, no por ser rico, sino porque vive para su riqueza y depende de ésta para todo, incluso para su hipotética fe en Dios. Y todo el dinero y haberes en el Mundo poseen una marca, como la de César, que debe ser purificada: una parte debe pagarse al César (impuestos= quién sigue la ley de Dios no tiene necesidad de violar la ley del Hombre) y otra parte debe ser colocada en manos santas, pero ofrendadas a Dios, no al hombre, sino a Dios, y no para asegurar más y mayores riquezas, sino para purificar el 90% que queda en manos del que diezma. La sabiduría del Hombre está en la justa administración del 90% purificado y limpiado por el Diezmo. Y nadie está obligado a entregar más que el diez por ciento, pero tampoco menos que el diez por ciento. Y no se entrega el Diezmo como bono de seguridad para que nada falte y todo aumente… porque esa mentalidad de mercado es ajena a la fe y a la inocencia que Dios ama y aprecia en los suyos. Se Diezma POR CONCIENCIA, nunca por obligación, y menos bajo presión y menos por temor… tampoco en afán negociación con Dios como si el Reino de los Cielos fuese una agencia bancaria.
El asunto se coloca entonces 1) sobre la calidad de santidad de quién recibe el Diezmo de Dios, porque el Diezmo se entrega a Dios y PERTENECE a Su Potestad; 2) sobre la Conciencia de quién Diezma.
¿Diezma el creyente genérico? No. Diezma el Consagrado, aquella persona que consagra su vida a una Voluntad bien determinada por el Dios Vivo (Abrahám). El creyente, el que aún no se consagra…OFRENDA, hace OFRENDAS. El pueblo de Moisés Ofrendaba; los sacerdotes…Diezmaban.
Una Ofrenda es libre y de acuerdo a la fe de cada persona. En la Ofrenda se mide la fe, la entrega y el amor a Dios, como Cristo nos enseña en la imagen de la viuda pobre en comparación con los avaros ricos. No hay exigencia en la Ofrenda, sino prueba de fe y de amor del creyente. Son las Ofrendas las que sostienen a una comunidad religiosa.
El Diezmo es un Sacramento, y como todo Sacramento real, es un acto de alta Conciencia bajo un Compromiso de Consagración que la persona lleva a cabo porque ha recibido una clara Voluntad de Dios, para poner por obra un designio que es Plan del Reino de los Cielos. No diezma quién no ha sido Consagrado bajo una evidente y comprobada Voluntad del Dios Vivo. Todo creyente OFRENDA, y su Ofrenda debe sostener la sana actividad espiritual y de Bien de su comunidad o entidad.
Para que esto ‘funcione’ y sea coherente, debemos cambiar la visión del sacerdocio. Porque si este sacerdocio es de dudosa calidad, y está lejos de la santidad, mal podría el creyente sostener a quién actúa cuan demonio en aprovechamiento de la buena voluntad de la gente. La pregunta es entonces: ¿en manos de quién o de quienes coloca el creyente su OFRENDA? Y si el ‘pastor’ quisiera que los feligreses fuesen eternas ovejas sin conciencia, entonces no enseñará cómo el hombre y mujer de su comunidad deben hablar, entender y consultar a Cristo, para que sea éste quién revele si el sacerdocio que posee el ‘pastor’ es avalado por el Reino de Dios. Mantener a la gente en escucha asambleísta permanente, cuan culto formal único y repetitivo, asegura la supremacía del pastor y la sumisión del becerro. Y en tal contexto, se ha implantado ‘el diezmo’ como obligación de todo asambleísta de la iglesia bajo promesa de abundancia personal y para efectiva riqueza institucional y engorde de sus líderes.
La realidad de Dios es harto diferente: justamente el sacerdote es quién Diezma, por ser Consagrado con Misión de Vida entregada a una causa designada por Dios. Pero si se es sacerdote, pastor, de una institución, no por designio o por revelación, o por conciencia del Plan de Dios: sino por aceptación intelectual, por adoctrinamiento en largos años, por apego institucional, por conveniencia económica, por ego y necesidad de auto afirmación social, por intencionalidad de negocio ya aprovechamiento, por escapar a alguna condición personal que se espera esconder bajo la apariencia de santidad que brinda el ejercicio ‘pastoral’… ¿Cómo saber si a quién tenemos enfrente hablando en nombre de Dios es realmente una ‘persona de Dios’? Porque la iglesia lo avala. ¿Y cómo saber si Dios apoya y está conforme con esa iglesia? Preguntando a Cristo. Pero resulta que por siglos nos han presentado a un Jesús muriendo, martirizado y sacrificado ‘por mí’ ‘por mi culpa’ y ‘mis pecados’, del cual no soy ‘digno’, y por lo mismo debo dirigirme al cura, al pastor…sus representantes…porque en mis pecados nunca podría aspirar a más; o bien debo hacer largas y obligadas plegarias bien determinadas hasta en sus tonos y puntuaciones, rosarios a la hora cinco y la hora nueve, y actos de constricción varios… en espera del juicio final…porque de otra manera iremos al infierno bajo castigo de Dios… ¿Cómo entonces podría yo, miserable ser humano, preguntar a un Jesús muerto algo que constituiría ‘blasfemia’ y ‘ofensa’ al Espíritu Santo?
Llegamos al punto neurálgico del asunto: nada podemos aclararnos, y ningún tema podemos desglosar para nuestro entendimiento de Fe, sin antes enfrentar una cuestión de Orden Vital.1) La calidad de Cristo en Jesús; 2) el Cambio de la Ley que sanciona Cristo; 3) el Nuevo sacerdocio, el Nuevo templo.
1) Cristo es el Verbo del Padre Creador, Dios él mismo. Venido y encarnado en Jesús, aun siendo Hombre sigue siendo El Cristo, el Hijo Dios del Padre que es Espíritu. Aceptando la declaración de Juan, sobre la calidad divina de Cristo en Jesús, entenderemos todos los pasajes en donde Jesús proclama su proveniencia divina, celestial y de unidad con los ancestros santos como Abrahán, Moisés y Elías. Y si es Dios en la Carne entonces su palabra y enseñanza es la Nueva Ley, que no niega la Antigua escrita en los libros hebreos, sino que la eleva, soluciona, y la hace evolucionar con el cumplimiento de su contenido. Y siendo la Nueva Ley la que con autoridad enseña Cristo en sus Palabras y Hechos, entonces el Hombre no puede refundir a su antojo la Ley anterior con la Nueva Condición, porque entonces, de esta forma, niega Lo Nuevo de Cristo y al final niega el Hecho de la Salvación que Cristo Dios ha abierto con su presencia, y sobre todo con los Hechos de los Tres Días después de la muerte carnal en Jesús.
2) La Nueva Ley es la ‘Buena Nueva’ que es traducida bajo el nombre de ‘Evangelios’. Y para entender la Voluntad de Dios en los asuntos que conciernen a la Fe debemos escrutar el contenido de la Ley Nueva que nos eleva y salva; y no podemos intentar aplicar la antigua ley que nos encarcela y condena. Podemos entender y recibir lo anterior a Cristo como Testimonio de Dios en su Relación con el Hombre bajo circunstancia de encarcelamiento espiritual (Caída), pero debemos aceptar que la Ley de Vida cambió con Cristo: y lo que era antes de Él ha sido cumplido y la Nueva Ley viene a resumir el Plan de Dios para el Hombre del Meridiano de los Tiempos. El Tiempo de la Caída se cerró con los Hechos de Cristo Dios. El Tiempo de Rehabilitación ( que está por acabar en este tiempo actual) se conoce como ‘Meridiano de los Tiempos’. La transición que hoy vivimos es ‘El Tiempo de Tribulación’ Y el Tiempo que Cristo avisa y promete para nuestro futuro es ‘El Milenio de Paz’: producido por su Venida Cuan Dios que es, y ya no en la Carne ni en calidad humana.
3) El Nuevo sacerdocio no es institucional, ni ocupa el rol de sustituto de la divinidad – nos enseña Pablo – porque desde la Resurrección al Tercer Día, todo podemos vencer a la muerte y entrar en la Vida que Cristo Es y Gobierna. Por ende, al tratar con un Dios Vivo, Victorioso, que derrotó al principado de la muerte y de los abismos en su propia comarca oscura, y abrió la puerta de los Cielos a todo Hombre y estableció que cada Persona será medido según sus actos y propia siembra… ahora, en esta Nueva condición de mayor responsabilidad… el Bautizado por Fe, que se arrepiente y perdona, y que se reconoce en La Gracia de la Salvación y se propone poner por Obra el designio del Padre… es el Nuevo Sacerdote del Altísimo; porque este Sacerdocio de Cristo se encuentra activo en la Línea Perpetua de Melquisedec. Varón y mujer por igual, todos en edad de Conciencia; porque el bautismo a infantes es blasfemia al negar que desde Cristo ya no nacemos en pecado, sino que nos hacemos al pecado en nuestro andar por el Mundo.
Según este Orden, sí podemos plantearnos el punto crucial: ¿Podemos consultar a Cristo sobre quienes dicen ser ‘sus representantes’ y ‘su iglesia’? Sí. Y para hacer esto Cristo nos pone una condición fundamental: creer, adorar, pedir y solicitar la bendición y el beneplácito del Espíritu Santo. ¿Cómo lograr esto? Cristo nos dice: ‘el Espíritu os enseñará todo’. Entonces, lo primero es liberarnos de toda tutela que nos convierte en parias y manada sin conciencia y siempre adjuntos a la voluntad de otros. Debemos buscar y pedir a Dios que nos coloque ante Los Suyos para que nos enseñen, nos hagan crecer bajo una disciplina espiritual con evidentes resultados y vívidas experiencias, y claro está: con el compromiso de luchar en contra del propio ego, vanidad y conocimiento mundano que sin duda provocarán conflictos naturales entre la vieja visión y la nueva realidad espiritual; porque nada debe ser externo, formal; todo debe pasar por el interior de la persona, debe remover su vida y elevar la Conciencia…no exento de suscitación y cambios…pero siempre libres de optar.
Debe el Hombre entrar en el Camino de su Espíritu en concordancia con la Sabiduría de la Madre Espíritu Santo, el Magisterio de Dios. El Espíritu Santo es la Madre de la santidad y no hay poder sacerdotal que pueda ejercerse sin su Sello y manifestación. Para alcanzar este Magisterio el Hombre debe Caminar según Su Espíritu. Caminar sobre (y con) el propio Espíritu requiere que la persona se disponga a liberarse de todo conocimiento adquirido en el Mundo para así recibir La Sabiduría de Dios.
Cuando el Hombre (varón o mujer, no hay diferencia ante Dios y no puede haberla entre los Hombres; porque Dios mide por Fe y por Espíritu, y el Hombre Justo usa la medida de Dios, no la del Mundo) se libera de las ataduras que no le permiten asumirse ante Dios cuan Hombre responsable de su propia espiritualidad, entonces está preparado para comenzar su Camino Espiritual: ir en pos de su propio Espíritu para desde allí conectarse y unirse a la Madre Sabiduría del Espíritu Santo. Desde el Espíritu, y en unidad con el Magisterio de Dios, todo Hombre puede preguntar a Cristo sobre los misterios y la verdad que Él ve y Gobierna. Pero todo creyente en Cristo, que Ore al Espíritu Santo y reconozca al Padre cuan Dios Creador, al cual debe postular a obedecer, puede en su Fe, con inocencia y sin maldad, con disponibilidad de aceptación y sin cuestionamientos previos… consultar a Cristo sobre la autenticidad de quienes dicen representarlo. No será un Don, ni podrá el creyente abusar con abrir escrituras como en un juego e inventar oráculos… sino que solamente para propia guía de Salvación, en aras del Cristo Vivo; el creyente en su Fe- y sin oscuridad en su alma- sí puede preguntar a Cristo sobre la calidad del sacerdote y de la iglesia que tiene enfrente de su persona (siempre buscando a Cristo y el Camino al Padre) : Orará hasta aquietar su alma y tranquilizar su mente, y declarará su voluntad para Encontrarse con el Cristo Vivo, y presentará su interrogante con la venia del Espíritu Santo, en modo que la Palabra que abra en los Evangelios sea la respuesta a la demanda que el creyente hará por siete veces, en calma y siempre con recogimiento y sin ansias.
¿Por qué esto es posible? Porque el Cristo es Dios Vivo, y está al Gobierno de todo Hombre (varón y mujer) que de verdad acuda a Él con Fe, con Inocencia y con verdad en su interior.