Hemos estado en la hermosa ciudad de La Paz, Bolivia, en días de carnaval, cuando todos se vuelcan a las calles para vivir con orgullo las tradiciones nacionales.
Hemos ido como preparación para establecer la misión que Cristo nos ha encomendado, para llevar el testimonio de que es un Dios vivo, y que podemos establecer con Él una relación directa y personal, sin intermediarios, en intimidad entre el espíritu de cada uno y el Dios que se manifiesta ante la fe, la entrega y apertura de corazón y mente.
Debemos dar testimonio como discípulas de JesúsCristo y sacerdotes, que en todo momento nos acompañó Su presencia, Su guía y Su protección, enseñándonos y mostrando lo que quiere que veamos de esta cultura y de sus gentes.
Nos encontramos en una tierra hermosa, amplia y variada, plena de recursos; donde conviven culturas y costumbres, pasadas y presentes, en una amalgama que se debate entre el avance y la identidad como país.
Nos empapamos de su historia, de sus tradiciones, y descubrimos que en este pueblo la mezcla de fe religiosa, manifestaciones paganas, supersticiones, y adoración a dioses bajos, son identidad nacional y cultural.
Pudimos ver cómo la iglesia Católica acepta y promueve un carnaval de adoración a la Virgen del Socavón en las minas de Oruro, donde bailan y beben alcohol durante días, con disfraces que rememoran la historia de los esclavos, y la lucha entre el bien y el mal representado por el Arcángel Miguel y los Diablos… esto va unido a que la población se dedica a «challar» sus bienes, es decir los adornan con challa como agradecimiento a la Pachamama (madre tierra). En estos días también se venera al Ekeko, que es la figura de un hombrecillo cargado de pequeños objetos que representa abundancia y obtención de lo deseado, la Iglesia Católica intentó erradicar su culto en tiempos de la colonia, sin mayor éxito; hoy en día, existe en la sierra sur del Perú como en el occidente de Bolivia la creencia de que el Ekeko es capaz de conceder los deseos de sus seguidores si estos le ofrecen una copia de ellos en miniatura, y muchos tienen en casa una imagen para que les resuelva los problemas, dejando dinero a su lado y manteniendo un cigarro encendido en su boca. Todos estos pequeños bienes se adquieren y luego se challa, se acude a la «bendición» de los objetos por hechiceros que rocían alcohol, vino y hasta pétalos de rosa sobre ellos para que los deseos de sus dueños se hagan realidad.
Después de este ritual, acuden a la iglesia católica donde sacerdotes se encargan de bendecir nuevamente, aprobando y apoyando lo anterior.
Con esta mezcla de creencias religiosas y paganas, apoyadas y aprobadas por la iglesia que se dice representante de Dios, no están adorando al Dios Vivo y con Voluntad, sino al desenfreno y al fetichismo, teniendo en la identidad cultural la idea que todo boliviano debe hacer parte de estas costumbres.
Sin embargo, en la riqueza de Bolivia está escondida la sabiduría de los antiguos, de los ancestros, del pueblo anterior a los Incas que ha dejado una huella en el Altiplano: Tiwanaku. Es un antiguo complejo arquitectónico y actual yacimiento arqueológico de Bolivia, ubicado en la meseta del Collao a 20 km al sureste del lago Titicaca. Fue el centro de una civilización antigua basada en la agricultura y la ganadería, la llamada cultura Tiwanaku, que se caracteriza por su arquitectura decorada con relieves y planos incisos colocados sobre estelas, y que abarcaba el territorio actual del Lago Titicaca, entre el Perú y Bolivia. Está compuesto por construcciones arquitectónicas importantes: Kalasasaya, Templete Semisubterráneo, Pirámide de Akapana, Portada del Sol y Puma Punku.
Testimonio de una importante cultura preincaica, la cultura Tiwanaku poseía un puerto en el Lago Titicaca aunque ahora se encuentre a 20 km de distancia de él. La magnificencia de su cultura se refleja en su excelente obra cerámica con los famosos queros (vasos ceremoniales), los huaco-retratos (retrato tridimensional de un rostro humano en una vasija) así como los textiles, y sobre todo en las construcciones arquitectónicas, muchas de las cuales poseen orientación astronómica.
Esta cultura se inició entre 1500 y 1400 a. C., y colapsó alrededor del año 1.100 a 1.200 d. C. Dada su antigüedad, algunos estudiosos propusieron que Tiwanaku fuera la cultura madre de las civilizaciones americanas, mientras que otros la consideraban como la capital de un antiguo imperio megalítico, o de un gran imperio que se expandió por todos los Andes Centrales.
Desde la sabiduría de este pueblo ancestral, se llega a esta mezcla actual de religión, superstición, y cultos paganos, apoyados y aprobados por la iglesia para no perder a sus feligreses, al poder que da la cantidad en sus filas.
Como sacerdotes del Cristo Vivo, declaramos que tiene voz y voluntad, que se manifiesta y habla a quienes están dispuestos a escuchar, que toda esa fe mostrada por el variado pueblo de Bolivia, puede llegar al Dios vivo que es, si se ponen ante Él con honestidad y apertura, ya no en base a costumbres, sino que en su fe sincera, inocente, dispuesta ante el Dios de los Hombres y de los ángeles, El Verbo del Padre, el Hijo Dios.
Pilar González Sacerdote misionera
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