La extensa conversación sostenida por Bergoglio, el Papa Francisco, y el director de la revista ‘Civiltá Cattolica’ Antonio Spadaro en el mes de Agosto y publicada en estos días de Septiembre, es presentada y difundida por la publicidad como algo inédito, novedoso, y hasta revolucionario, debido a las formas y palabras, ideas y declaraciones del Prelado.
Una lectura reposada y completa de dicha entrevista (en este caso en su versión original en italiano) nos deja una nítida impresión, que no coincide con los titulares periodísticos y publicitarios que promueven este diálogo interno entre el connotado intelectual católico italiano y el Primado de la iglesia vaticana.
‘Dialogo interno’ porque toda la estructura del coloquio se basa en lo más refinado y profundo de la cultura eclesiástica, y sus referencias temáticas requieren un conocimiento previo y a veces histórico de hechos y eventos absolutamente propios, imposibles de comprender y de llegar a su pleno entendimiento desde la creencia común, o en calidad de lector interesado foráneo…no especialista. En otras palabras: no es un resultado para neófitos, ni para ‘la gente de a pie’… sino que es un acto dirigido exclusivamente al mundo interno del catolicismo.
Nada sobre los miles de casos de abuso a infantes por parte de la curia; nada sobre los malos y oscuros manejos de fondos ligados a lavado de dinero; nada de la relación de la estructura eclesiástica italiana con la mafia; nada sobre las investigaciones a las cuales es sometido el Instituto IOR (Banco) del Vaticano; nada sobre las razones reales y estremecedoras que subyacen en la Dimisión del Papa Benedicto; nada sobre asuntos doctrinarios que pululan al interno de la Institución como efecto de la crisis que, justamente, conduce a la renuncia del Papa anterior. Nada de aquello que ha alejado a miles de feligreses de ‘su iglesia’ y que ha colocado en cuestión la moral y vigencia de la ‘autoridad católica’.
La lectura de esta entrevista debe entenderse como un mensaje hacia el interior, hacia la curia, hacia el militante eclesiástico, hacia las estructuras de catequesis y los variados teólogos de casa.
Toca el tema de los homosexuales en el sentido que no se les puede condenar a priori, a partir de un ‘valor’ estático sino que antes se debe ver a la persona. Crítica a quienes condenan no al homosexualismo, sino al homosexual. Primero se debe acoger a la persona, luego se verá la causa. Esta postura, para el mundo externo, no significa algo determinante y revolucionario. No cambia nada. Pero hacia el interno de la iglesia esto suena como a zafarrancho militante en contra de los puritanos que juzgan antes de acoger, cierran puertas en lugar de abrirlas. ¿Qué harán luego con el homosexual ya acogido? No se sabe. Eso se verá. ¿Hay una reflexión de fondo sobre las causas diversas y los tratos diferenciados, en este tema? No. Y sin embargo en los Evangelios sí aparece Cristo tocando este asunto, y Bergoglio no aprovecha esta ventana de sabiduría del Evangelio para ir en avance según al Jesús que él dice que hay que seguir e imitar: En Mateo 19:12 Jesús habló de tres clases de eunucos, al decir: “Porque hay eunucos que nacieron así de la matriz de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho eunucos por causa y para Gracia del reino de los cielos. Quien pueda hacer lugar para ello, haga lugar para ello”. Y en esta sentencia del Cristo Vivo está la forma justa de tratar este asunto.
Pasa por el tema de la mujer: reconoce que la mujer ha avanzado en ocupar siempre más espacios en la sociedad, y que es legítimo que también gane espacios en la iglesia…incluso que tenga niveles de ‘autoridad’ en ésta. ¿Sacerdocio de la mujer? No, gracias. ¿Cómo? Tampoco se especifica. Decir lo que dice Bergoglio es asumir una realidad. Para el externo…no dice mucho más que lo ya sabido. Para el interno está dando una bofetada a los ortodoxos acérrimos que se oponen a cualquier grado de autoridad eclesiástica por parte de la mujer en la iglesia católica. Nuevamente el mensaje es para su propio patio.
Acoger a la mujer que abortó, pero fue santa en criar a sus hijos. Acoger al divorciado. Y no condenar desde una exagera postura de valores que niega el mayor valor: la misericordia; el sanar primero y luego analizar causas…como en un hospital de campaña en donde primero se debe limpiar la herida y recuperarse sin otras condiciones previas. Y en esta indicación se coloca por delante al Hombre, y desde la persona insta a proceder, a ‘Discernir’, lo que Dios quiere…y eso está en línea con su visión y práctica jesuita. Pero no es tan simple. Precisamente esta doctrina aplicada en las misiones jesuitas en China conllevaron a una crisis entre el Vaticano y la Orden: cuando en el acoger al Hombre se aceptaron rituales y formas de cultos calificados por el Papado de ‘ajenos’ y hasta ‘contrarios’ al cristianismo- según los teólogos institucionales de entonces. Lo mismo sucedió con la aceptación jesuita de los rituales Guaraní en Paraguay. Porque en la aceptación del Hombre no puede existir juicio a lo humano, y eso puede conducir a ‘adaptar a Dios al molde del Hombre que se halla en el pecado’. Porque la Doctrina del pecado sigue siendo clave también en la idea de Bergoglio. Este asunto no queda zanjado, y sí queda expuesto en su contradicción latente.
Establece que el sistema Sinodal yace estático y que no está cumpliendo los objetivos para los cuales fue creado: ¿alguien de a pie entiende esto del Sínodo y sus funciones? No. Y este asunto sí es absolutamente interno. La creación de un sistema de mayores Consultas, y el cambio horizontal en lugar de vertical, de los modos de participación institucional son palabras para la curia, los obispos y cardenales; un llamado al Cambio democrático que quedó en programa desde los tiempos de las reformas Conciliares de los años sesenta, pero que jamás se implementaron hasta su esencia real; y de lo formal decayó nuevamente en lo burocrático, rígido y de carácter funcionario…que hoy Bergoglio identifica como la iglesia que no debe ser, porque no es una ONG y la curia no son funcionarios…sino que postula a la ‘iglesia del pueblo’. ¿Qué quiere decir eso? ¿En qué cambia? Desde afuera no se percibe algo concreto, un cambio sustancial que haga una diferencia neta. No se entiende. Pero desde adentro estas ideas y críticas de la máxima autoridad vaticana resultan entusiastas, esperanzadoras, y para los anquilosados funcionarios suenan a sentencia de muerte. La clave nuevamente está en el interno.
Los cambios estructurales pueden esperar, lo importante hoy es un cambio de actitud. Y esa es la línea central de la exposición: un cambio de actitud, un cambio de prioridades, un cambio de valores institucionales. Es decir: un cambio desde adentro y al interno. Después se verá el resto…pero ese ‘resto’ en la realidad ha sobre pasado toda línea posible, y los hechos han ido demasiado lejos, y fueron la razón de la dimisión del Prelado anterior. Quizás se deba entender como un plan gradual que debe partir desde el corazón institucional. Tal vez podamos entenderlo como una cosmética que debe hacer olvidar la enfermedad que va por dentro.
Curiosamente Bergoglio recibe contemporáneamente a esta entrevista a Gustavo Gutiérrez, el ideólogo de la Teología de la Liberación. Los conservadores alzaron sus voces de protestas por esta audiencia. Señales todas que deben leerse –nuevamente- en clave interna.
Desde la Doctrina de los Evangelios hay aspectos discutibles: insiste en ‘Jesús’ a secas. A diferencia de Juan Pablo Segundo, que intervino en algunas reflexiones sobre la divinidad de Cristo en Jesús, Bergoglio ha sido claro desde el inicio: él apunta a Jesús, el hombre santo, el maestro, el profeta, el ‘sin pecado’, el líder, el salvador en la cruz, el hijo de María. Y esto corresponde a la vena más apegada a su calidad de jesuita. Y eso queda claro en la entrevista: se identifica con una veta de autores y modelos jesuitas precisos, y esto, reiteradamente, para el cristiano de a píe resultan datos que obligan a un investigación, a una búsqueda, para saber de qué habla en realidad; en cambio, para el especialista, el militante y la curia hay aquí una postura doctrinaria y de fe precisas; y para quienes como ellos comprenden, porque saben de los autores que el Papa cita- y han estudiado las diferencias entre las prácticas jesuitas- Bergoglio está enviando una línea concisa de su proyección doctrinaria para que ésta sea asumida por toda la iglesia. Ese mensaje de alto nivel y tan especial obviamente va dirigido al cuerpo de Cardenales, a los Obispos, a los teólogos (de los cuales hace una referencia un tanto despreciativa en un pasaje de su conversación) y obviamente queda lejos, muy lejos del entendimiento del creyente católico, o del cristiano común, y menos lo puede aferrar el lector común.
La insistencia de ‘Jesús’ siempre más ‘hombre’, y lo central de ‘acoger primero a la persona’… son parte inherente del venero jesuita. Y eso queda en evidencia cuando se refiere al ‘ejercicio del discernimiento’, sobre una línea determinada (para los entendidos) que realza al Hombre que ‘entiende a Dios’ y está en grado de actuar en el mundo. Agrega que él en su juventud fue ‘místico’. Aquello que se debe entender es que el asunto del ‘Discernimiento’ ha tenido dos vías: una llamada’ mística’ y otra, por dar un nombre, ‘racional’. Lo concreto es que la postura de ‘Jesús solo Hombre’, y del ‘Jesús en la cruz’- sin dejar espacio al Cristo Dios, al Jesús encarnación de Dios– no es un asunto de ‘opinión’ sino que es fundamento para desde esa visión proyectar la calidad del sacerdocio, de la iglesia y de la acción de fe colocando ‘al Hombre y su misterio’ como centro, y a la institucionalidad humana (iglesia) como conductor. Lo ‘místico’ tiende a cuestionar esta ecuación, y resulta ‘peligrosa’ para la estructura jerárquica.
“En la Iglesia los religiosos están llamados en particular a ser profetas que dan testimonio de como Jesús ha vivido en esta tierra, y que anuncian como el Reino de Dios será en su perfección (de la tierra) (Nota del Editor). Pero el religioso debe renunciar a la profecía’ ‘Aunque la función profética y la estructura jerárquica no coinciden’ ‘Ser profeta a veces puede significar hacer ‘ruido’…la profecía mete bulla. Pero en realidad su carisma es aquel de servir de levadura: la profecía anuncia el espíritu del Evangelio”
Pero en otro pasaje afirma algo que suena a contrario: ‘la religión tiene el derecho a manifestar la propia opinión en servicio a la gente, pero Dios en su Creación nos ha hecho libres: la intromisión espiritual en la vida personal no es posible’. Queda en entredicho entonces la libertad del profeta, que debe ‘renunciar a la profecía’ porque por encima se halla la iglesia madre. ¿Y la libertad espiritual? ¿Puede un carisma limitarse? Porque en la profecía del espíritu del Evangelio no puede haber intromisión espiritual de la jerarquía, pues de ser así no hay profecía, ni carisma, ni libertad espiritual. Según eso, no debiera existir un organismo como el ‘ufficio per la dottrina della fede’ sino más bien ‘un Cuerpo de profetas’. Y agrega que la santidad, para él, se halla en la madre que cría sus hijos, en el padre que sostiene a su familia, etc. Nuevamente el Hombre y sus logros. Y crítica a la curia que cree que por ser célibe es santo… ¿apertura para que los curas contraigan matrimonio? No se sabe. No hay nada claro. Se verá. Pero crítica a quienes creen que es el voto lo que los ‘santifica’, y no la actitud a que los obliga dicho voto.
Sorprende su visión de la Certeza de la Fe, que él considera errada, en pos de la esperanza de aquello que al final solo vemos desde lejos:
‘Si, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Así debe ser. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es rozada de un margen de incerteza, entonces no está bien. Para mí esta es una clave importante. Si uno tiene las respuestas a todas las preguntas, esa es la prueba que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta, que usa la religión para sí mismo. Las grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, han dejado siempre espacio a la duda. Se debe dejar espacio al Señor, no a nuestras certezas. Se debe ser humilde. La incerteza se tiene en cada verdadero discernimiento que se abre a la confirmación del consuelo espiritual’
Cabría recordar, para ser rigurosos con el texto bíblico, que la duda de Moisés no fue agradable a Dios, y por la misma no puso píe en la tierra prometida. Aquí Bergoglio entiende que Moisés ‘optó’ por un ‘margen de incerteza’: la escritura nos enseña que tal duda fue una caída con consecuencias. Bergoglio renuncia al Dios Vivo, y descarta la Relación Personal con el Cristo Conductor, por lo mismo desmonta el Poder de Magisterio del Espíritu Santo, y aquello que Cristo sentencia: ‘el Espíritu os enseñará todo’. La Certeza de las respuestas de Dios justamente alcanzadas en el Discernimiento es precisamente la fortaleza de la Fe y de Obra del Hombre en obediencia a la Voluntad del Padre. Negar esto es rebajar a Dios a la duda del Hombre y colocar al reino a la altura de la incerteza humana. La humildad se asienta en el reconocimiento de que la humanidad y la capacidad del Hombre nunca llegarán de por sí a Dios sin ESPIRITU y que no se alcanza la Certeza de Cristo sin poner por Ley de Vida la Coherencia de los Evangelios. El falso profeta no es aquel que posee respuestas desde su Discernimiento con Dios: sino aquel que basa sus respuestas sobre su propia humanidad y en el misterio del Hombre.
Sin embargo hay una frase que sin duda es un mentís: ‘Dios es más que el pecado’. Y hace dos veces referencia a la Carta de Pablo a Hebreos. Se califica a sí mismo como ‘pecador’ y eso, para la ortodoxia es un atentado a la Doctrina de la infalibilidad papal. Y aquí el asunto queda a oscuras y enredado: si Dios es más que el pecado… y Dios está en el Hombre….y santo es el buen padre y la buena madre… ¿No se está yendo a la divinización del Hombre en su calidad pecadora? ¿Podría leerse como endiosamiento del pecado cuan función divina o instrumento de perfección? Sin duda que hay aquí un tema no menor que seguramente estarán discutiendo los teólogos de la Institución, pero que para el mundo cristiano propone un asunto trascendental y definitorio: y la referencia dual a Pablo parece llamar sutilmente a una respuesta. Pero Pablo no dice ‘Dios es más que el pecado’, dice: Cristo es más que el pecado. Y es Pablo quién diferencia ‘pecado’ como condición inherente al hombre y al mundo, y ‘pecador’ como efecto de quienes sucumben al pecado. No pecado cuan ley inexorable. Es en tal sentido que ‘Cristo es más que el pecado’ y ‘consagrados a Cristo’ dice Pablo- ‘ya no somos esclavos del pecado’
Que un ‘consagrado’, porque todo sacerdote lo es, se diga ‘pecador’ es una negación de Cristo. Porque el reconocimiento del pecado como factor intrínseco al mundo, a la carne y al sistema Cainita imperante, no es Ley inapelable si el creyente se Consagrada a Cristo y en Cristo limpia su vida del pecado y por su consagración a Cristo no se esclaviza al pecado…precisamente porque Cristo es más que el pecado. Pero resulta que Bergoglio nos propone no un Cristo Dios que limpia el pecado por medio de la Consagración, sino que nos plantea a un Jesús Hombre, santo, que simboliza una supuesta salvación en la cruz, pero que nos deja amarrados a la condición del pecado, y por ende es para él algo ‘lógico’, ‘natural’ que una alta autoridad sacerdotal se considere ‘pecadora’; porque no hay un Cristo Dios que nos mantenga libre de pecado, y somos víctimas de la carne, del mundo y de nuestra debilidad humana. Eso, según Pablo, es aseverar que Cristo nunca vino y que la Resurrección y la Salvación nunca fueron. La ‘sutileza’ de reconocer el pecado como condición de la carne y del mundo, y la conclusión de que somos pecadores aún con Cristo y la vida Consagrada, es una forma de aceptar que aún con Cristo el pecado es más fuerte. Y si Cristo es más fuerte: ¿Cómo podríamos ser pecadores aun siendo Consagrados a quién es más que el pecado? Eso es Apostasía.
El asunto queda en manos y en la conciencia de cada persona, del cristiano de a pie, del católico en su relación íntima con Cristo. Y aquí coincidimos con Bergoglio y los jesuitas: la persona es la clave, y es en la persona en donde se define la relación con Dios…NO en las Instituciones, no por institucionalidad, no por maternidades eclesiásticas. Pero en donde diferimos es que el Hombre, la persona, debe llegar a Cristo por Espíritu –por por buena acción mundana o por mente o por cumplimiento de sus deberes- y debe Discernir en Espíritu el Evangelio asumiendo que Cristo ES DIOS, y que es Cristo Dios quién conduce a la Voluntad del Creador, el Padre. Y eso sí se logra por la intimidad de la Fe entre el Hombre libre y Cristo cuan Dios Conductor; y esta relación Espiritual y de Coherencia en la aplicación de los Evangelios es la que conduce -por Cristo- al Padre. No que ‘hacer bien las cosas del mundo’ nos hace santos… porque esa sublimación de lo humano y lo mundano es idolatría y egolatría contraria al Espíritu y al Espíritu de la Fe. Es justo lo contrario: porque se tiene una Relación de Fe con Cristo y se aplica la Ley de los Evangelios es que se es buen padre, buen ciudadano, o un Hombre logrado. Es efecto. La Causa Es Cristo.
Para entender esto se requiere aceptar que DIOS ES y EXISTE CUAN DIOS, y no según modelo o necesidad humana; cuan Inteligencia Viva que es alcanzable por nuestro ESPIRITU, y no solo y primero por mente, o por largos y alambicados estudios o entendimiento filosóficos. Cuando hablamos de La Persona- El Hombre- nos referimos al Ser, a la Persona Espiritual, al Hombre Espiritual de Fe activa y de Relación Íntima y Coherente con su Fe y los Evangelios. No del ‘Hombre’ común en su mundanidad intrascendente. De otro modo estaríamos teorizando que el Mundo es el Reino y el Reino de Dios es de este Mundo. Y según los Evangelios ‘el Reino de Dios no es de este Mundo’.
Y si Cristo es Dios, como lo declara el Evangelio de Juan ampliamente, y se nos muestra en Apocalipsis, y entendemos que el Padre es Espíritu, como enseña Cristo en Jesús, y si entendemos que nadie llega al Padre si no es por Cristo, y concebimos que quién conoció a Cristo ya conoce al Padre porque Cristo el Verbo y el Creador son UNO… entonces no podemos hablar de Dios como algo ajeno a Jesús, y de Jesús como ‘hombre’ y ‘Dios’ como algo inasible. Porque esta confusión se arrastra por la teología cristiana eclesiástica hace siglos, y las palabras de Bergoglio no aportan sino un mayor tinglado y aún menos claridad sobre este punto que es crucial para el creyente que debe vivir para hallar a Dios y que no encuentra ayuda real para este objetivo en las iglesias y sus teorías particulares.
O aceptamos los Evangelios como Ley revelada por Dios encarnado en Jesús, y asumimos al Padre Creador cuan Espíritu Original al cual debemos alcanzar por Cristo – y entendemos al Espíritu Santo como Madre Original que todo lo escruta y Poder Divino y Sabiduría (Magisterio) que se abre y actúa por la Fe y por la Consagración- y asumimos que el Hombre posee un Espíritu que lo eleva a esta verdad espiritual y divina…concreta…eterna…vigente…real y tangible… o simplemente estamos perdidos, y Cristo no ha venido, y Dios sigue siendo ese dios hebreo de la antigüedad… lejano e inasible que depende de sumos sacerdotes varones y poderes mundanos – y Jesús se reduce a la esperanza que nunca se verifica en futuro alcanzable- y por lo mismo es la iglesia lo más posible de lograr para la ‘santidad real’ que no es otra cosa que el Hombre cumpliendo con su humanidad…
Y al final de eso se trata todo cuanto ha dicho Bergoglio: de una buena iglesia que ‘acompaña’ como ‘Dios acompaña’ al Hombre: “en la vida Dios acompaña a las personas y nosotros debemos acompañarlas a partir de sus condiciones…” ¿Dios acompaña? ¿No dijo Cristo que debíamos buscar hacer la Voluntad del Padre y seguirlo a Él porque Él es la Verdad y la Vida? Y no hallamos en los Evangelios pasaje alguno sobre Hombres santos según medida de cumplimento de deberes en el Mundo. En tal caso, siendo Dios un acompañante de nuestro misterio humano: estamos perdidos y condenados. Dios, según eso, no existe cuan Divinidad Objetiva, y Cristo no ha venido en su Calidad de Dios Salvador. Porque justamente los Evangelios apuntan al mayor logro espiritual para el cual estamos preparados por la Gracia de Dios: trascender de personas carnales a ‘personas espirituales’; de ‘carne que padece y perece’ a ‘Espíritu que prevalece’. Si no ¿Qué es la inmortalidad y la Vida Eterna prometida por Cristo Jesús? Porque si Jesús fuese solo un Hombre santo por sus logros humanos o un especial profeta por sus dichos y manifestaciones… mal podría prometer Glorias después de esta existencia; mas cuan Dios que sí Él ES nos entrega La Resurrección y la Vida, y se nos ofrece cuan Conductor divino a Vida Eterna siendo Él el vencedor de la muerte. O tal promesa es una falacia. O queremos entenderlo como simbología. O es literal…y eso es Ley. He ahí la cuestión.
Justamente el Evangelio de Juan, la carta de Pablo a hebreos, y el Sermón del Monte…nos describen a un Cristo Dios que nos llama a unirnos en Oración POR Espíritu al Padre que ES Espíritu… Y nos describe que el pecado no es más que Su Autoridad…Y no vemos orden de formar institución política o financiera alguna, ni mandato que suplante la Autoridad Viva del Cristo que es Dios Vivo, ni sacerdocio al viejo estilo judaico o griego antiguo… Constatamos a Cristo Dios hecho Hombre en Jesús mostrándonos una Pertenencia Divina que es posible alcanzar por Espiritualidad, Fe y Coherencia. Y en donde se nos orienta cuan meta de vida ‘poner por obra el designio del Padre’.
Sí, definitivamente, debemos aplicar los Evangelios como Nueva Ley de Dios para el Hombre de Fe, y aceptar con humildad y coherencia la Verdad que Cristo nos declara. Ese es el único camino.
Algunos pasajes de la entrevista
“Dios es más grande que el pecado. Las reformas orgánicas y estructurales son secundarias, esto viene después. La primera reforma debe ser aquella de La Actitud. Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de calentar el corazón de las personas, de caminar en las noches con ellos, de saber dialogar e incluso descender a la noche de ellos, ir con ellos a su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios quiere pastores y no funcionarios o clérigos de Estado. Los obispos en particular deben ser hombres capaces de sostener con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, en modo que nadie quede atrás, sino que acompañar el redil que posee el olfato para hallar nuevas sendas”
“Los ministros de la Iglesia deben ser misericordiosos; hacerse cargo de las personas, acompañarlos como el buen samaritano que lava, que limpia, que alivia a su prójimo. Esto es Evangelio puro”
“La religión tiene el derecho a manifestar la propia opinión en servicio a la gente, pero Dios en su Creación nos ha hecho libres: la intromisión espiritual en la vida personal no es posible. Una vez una persona, en manera provocadora, me preguntó si aprobaba la homosexualidad. Yo entonces respondí con otra pregunta: ‘dime, ¿cuándo Dios ve a una persona homosexual, aprueba su existencia con afecto, o la rechaza condenándola?’ Es necesario siempre considerar a la persona. Aquí entramos en el misterio del Hombre. En la vida Dios acompaña al Hombre, y nosotros tenemos el deber de acompañarla a partir de sus propias condiciones”
“Las enseñanzas, tanto dogmaticas como morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no está obsesionada por la transmisión desarticulizada de una multitud de doctrinas para imponer con insistencia. El anuncio de tipo misionero se concentra en lo esencial, sobre lo necesario, que es aquello que más apasiona y atrae, eso que hace que el corazón arda, como a los discípulos de Emmaus. Debemos entonces hallar un nuevo equilibrio, de otro modo también el edificado moral de la Iglesia arriesga de caer como castillo de naipes; de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser siempre más simple, profunda radiante. De esta propuesta es que luego vienen las consecuencias morales”
“Los religiosos son profetas. Son aquellos que han elegido seguir la senda de Jesús, que imitan con su vida la obediencia al Padre, la pobreza, la vida de comunidad, la castidad. En este sentido los votos no pueden terminar siendo caricaturas, de otro manera, por ejemplo la vida en comunidad se convierte en un infierno, y la castidad en un modo de vivir cuan solterón. El voto de castidad debe ser un voto de fecundidad. En la Iglesia los religiosos están llamados en particular a ser profetas que dan testimonio de como Jesús ha vivido en esta tierra, y que anuncian como el Reino de Dios será en su perfección (de la tierra) ( Nota del Editor). Pero el religioso debe renunciar a la profecía. Esto no debe significar contraponerse a la jerarquía de la iglesia, aunque si la función profética y la estructura jerárquica no coinciden. Estoy hablando de una propuesta siempre positiva que sin embargo debe ser cautelosa (temerosa). Pensemos a eso que han hecho los grandes santos monjes, religiosos y religiosas, desde San Antonio Abad. Ser profeta a veces puede significar hacer ‘ruido’…la profecía mete bulla. Pero en realidad su carisma es aquel de servir de levadura: la profecía anuncia el espíritu del Evangelio”
“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo a la solución de un ‘machismo con faldas’ porque en realidad la mujer posee una estructura diferente al hombre. Y en vez, los discursos que escucho sobre el rol de la mujer son continuamente inspirados por una ideología machista, Las mujeres colocan requerimientos específicos que deben ser enfrentados. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y su rol. La mujer para la Iglesia es imprescindible. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no debemos confundir la función con la dignidad. Se debe por lo tanto profundizar mejor la figura de la mujer en la Iglesia. Se debe trabajar mucho más para elaborar una profunda teología de la mujer. Solo cumpliendo estos pasos se podrá reflexionar mejor sobre el rol de la mujer en la Iglesia. El genio femenino es necesario en los lugares en donde se toman las decisiones importantes. El desafío hoy es precisamente éste: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer también allí en donde se ejerce autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”
“Si, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Así debe ser. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es rozada de un margen de incerteza, entonces no está bien. Para mí esta es una clave importante. Si uno tiene las respuestas a todas las preguntas, esa es la prueba que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta, que usa la religión para sí mismo. Las grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, han dejado siempre espacio a la duda. Se debe dejar espacio al Señor, no a nuestras certezas. Se debe ser humilde. La incerteza se tiene en cada verdadero discernimiento que se abre a la confirmación del consuelo espiritual”
“El riesgo de buscar y de encontrar a Dios en todas las cosas es la voluntad misma de explicitar en demasía, de afirmar con certeza humana y arrogancia: ‘Dios está aquí’. Encontraremos un dios solamente a nuestra medida. La actitud correcta es aquella agustiniana: buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarlo siempre. Y muy seguido se busca a tientas, como se lee en la Biblia. Y esta es la experiencia de los grandes padres de la fe, que son nuestro modelo. Es necesario volver a leer el capitulo Once de Carta a hebreos, Abrahán partió sin saber dónde iba, por fe. Todos nuestros ancestros de la fe murieron viendo los bienes prometidos, pero de lejos…Nuestra vida no se nos da como un libreto de ópera en lo cual todo está escrito, pero al andar, al caminar, al hacer, buscar, ver…se entra en la aventura de la búsqueda y del encuentro, y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios”
“Dios lo encontramos caminando, en el camino. ¿Y a esto alguien podría decir que es relativismo? ¿Es relativismo? Sí, si lo entendemos mal, como una especie de panteísmo indistinguible. No, si es entendido en sentido bíblico, por lo cual Dios es siempre una sorpresa, y por lo tanto no se sabe nunca dónde y cómo encontrarlo, ni eres tú a fijar los tiempos y lugares del encuentro con Él. Es necesario por lo mismo discernir este encuentro. Por esto el discernimiento es fundamental”
-Ediciones El Gran Fundamento-
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