Varias situaciones se han puesto otra vez en el escenario de la discusión pública luego del incendio de la cárcel de San Miguel (Santiago), donde se constató la muerte de 81 reos y otros cuantos heridos. No es la primera vez que condiciones adversas del sistema carcelario, fallas evidentes en la legislación, corrupción y acusaciones varias son expuestas a la luz pública; surge la opinión de los organismos internacionales, del poder judicial con sus críticas y recomendaciones; se comprueba la urgencia en la construcción de más y mejor infraestructura, dada la sobrepoblación de estos centros de detención… todo esto en medio del dolor de muchos.
Miramos América Latina y encontramos un panorama similar, y si bien sigue siendo necesario revisar la legislación respecto de las condiciones de los recintos carcelarios, lo que sí se requiere con URGENCIA es que los Gobiernos asuman y sostengan responsablemente una red de educación, formación e información cuyos valores estén cimentados en el derecho a la vida. Lamentablemente los esfuerzos gubernamentales no han tenido los efectos esperados; además de la violencia interpersonal y los delitos comunes, hoy asistimos a la delincuencia organizada transnacional, el tráfico ilícito de drogas y armas, la trata de personas, el lavado de dinero, la corrupción, el terrorismo, el secuestro, las pandillas delictivas, con un incremento de jóvenes en la participación de crímenes y actos de violencia y los fraudes asociados al uso de tecnologías, incluido el delito cibernético. Conclusión: el problema se alza y se expande sin control.
Vivimos en medio de este sistema y somos receptores de las consecuencias de la falta de legislación y políticas de desarrollo. Debemos asumir que este es un mundo difícil que no está gobernado por la Luz, sino por influencias oscuras que incitan los estados propios del Mal: venganza, odio, posesión, envidia, egoísmo, maldad. Atentar en contra de la vida no puede tener como dios sino al dios de las Tinieblas.
En esta existencia todos pasamos por pruebas y situaciones de vida dolorosas, pero enfrentarlas con la conciencia y confianza de que detrás de todo lo que sucede la Justicia de Dios siempre está presente, hace la gran diferencia.
El Sacerdocio Consagrado trabaja para que las personas salgan de su ignorancia espiritual y en conciencia opten por una forma de vida acorde a la Voluntad de Dios. La justicia, la verdad y el amor del Hombre en nada se parecen a la Justicia, la Verdad y el Amor de Dios. Exhortamos, informamos y mostramos estas diferencias porque sabemos que el Reino no es de este mundo ni ata a lo mundano, sino que por el contrario, libera de toda dependencia mundana para reconducirnos a un origen imperecedero. La muerte no triunfa sobre la Vida sino que es la Vida en Dios la Victoria sobre la muerte. No cabe, no es admisible, no es posible alguna concesión a la muerte en desmedro de la vida y compartiendo profundamente que la pérdida de un ser amado en circunstancias inexplicables y tempranas es devastador, sabemos que la paz sólo puede ser hallada en la Justicia de Dios.
Respondemos con esto las diversas posturas sobre agresores y víctimas y nos sentimos agentes de la Paz del Reino, la que Cristo nos dejó como un tesoro que ha sido poco comprendido y que en nuestra humana y natural forma de ser aplicamos y concebimos como creemos.
La verdadera paz surge del interno del Ser y se expresa como una forma de vida y de pensamiento de manera permanente. Pero para que esto sea una Verdad Interior, es necesario siempre acudir al Arrepentimiento y Perdón decretado por Cristo cuan forma de desatarnos de nuestras “Deudas y Deudores”, es decir, sólo si estamos dispuestos a perdonar, podemos ser dignos de solicitar a nuestro Dios Su Santo perdón. Esto es lo básico que nos permite alcanzar la Paz y avanzar hacia lo nuevo. De esta forma sabremos abordar situaciones sustentándonos en el respeto por el Hombre y su diversidad, en valores fundamentales más allá de lo moral y religioso, en valores Divinos, porque sabemos que la comprobación siempre llega y confiamos en las Leyes y modos de Dios. Esa Paz nunca podría estar cargada de resentimientos o principios que se alejen de lo bueno y de lo santo, es verdadera y envolvente porque nace del Espíritu y el Espíritu nunca muere… y en la adversidad de lo cotidiano permite la alegría en el vivir.
Lamentablemente quien anida resentimientos y venganza disfrazada de paz, acumula más Deudas ante Dios, que aquel que habiendo cometido una atrocidad es ignorante o víctima de otras causales que ni siquiera imaginamos. No juzguemos con ojos y sentimientos de Hombres, confiemos en la “Justicia Justa” porque sólo de Dios es el Juicio.
Invitamos a descubrir y comprender la verdadera Paz, esa que Cristo nos legara, haciendo una profunda reflexión y balance de cómo ha enfrentado situaciones difíciles en su vida, para que compruebe que con un sincero acto de Arrepentimiento y Perdón ante Dios, es la Paz del Cielo la que nos envuelve. Revise Manifiesto de Paz en http//www.soyandariego.tk y atesore en su Ser un verdadero cambio, porque sólo desde la Paz es posible comprender el lenguaje Divino… y desde esa comprensión muchas cosas pueden cambiar en su vida.