Otro teólogo expresaba, y no es el único que lo hace, que el infierno no existe. Que se trata de alegorías psíquicas para representar la caída del Hombre en el pecado original. Coinciden estos ilustres con la gente de la ‘New-age’ quienes niegan también toda potestad luciferina e infernal.
Hay una amplia literatura y exposición sobre demonología entre las religiones judías, budistas, Zoroástricas, cristianas, musulmanas e Indúes. Es cierto, algunos cultos evangélicos han exagerado la potestad y fuerza de los infiernos y demonios, casi como si Dios hubiese perdido toda batalla en contra de estas fuerzas del principado tenebroso.
La Revelación dice que Cristo descendió a los infiernos, en los Tres Días de su Victoria. La historia del budismo cuenta que ante el Buda se presenta Mara (el demonio) y sus cuatro tentaciones y fue vencida por el santo. A Cristo Jesús se presenta el demonio para ofrecer poder, fama y reinados, durante los cuarenta días en el desierto. ¿Todas alegorías? Los demonios expulsados del cuerpo del hombre que fueron a los cerdos… ¿mentira publicitaria? ‘Vuestro padre es el demonio, llamado Belcebú’ ¿es una expresión simbólica de Jesús al grupo de sacerdotes judíos? Aquí alguien miente: Zoroastro y los Avestas, el Buda y los Sutras, los judíos y sus libros bíblicos, los cristianos y los Evangelios…o el incrédulo, el intelectual del mundo o el teólogo que habla cuan psiquiatra excéntrico y ateo. ¡Creámosle a Dios!
En este tipo de Mundos Temporales, como el que ahora habitamos los Hombres, en donde Materia y Energía conforman el Tiempo, bajo un orden Cósmico relacionado con Arcontes y Señores del Cosmos que se han confabulado con un reinado espiritual tenebroso, existe una lucha, y como nos inspira Pablo: un combate que no es de Hombres y no es de este mundo, sino de fuerzas espirituales y reinados y principados que se hallan en pugna por la inteligencia y espíritu del los Hombres, sabiendo que en este tipo de Ser Adámico, ahora redimido por Cristo, se guarda una gran reserva de deidad.
Bien sabemos los Consagrados, por Revelación del Plan de Salvación, que este tipo de mundo, y de Cosmos, no es, ni mucho menos, la única forma de vida y creación. Los infiernos son Mundos tenebrosos tangibles ligados a fuerzas espirituales malignas. Se hallan en la materia y sobre viven en el proceso de la materia y energía, es decir: en lo Temporal. También sabemos que estas fuerzas tenebrosas se hallan plenamente desplegadas entre los Hombres y poseen a su vez estamentos de poder que manejan a los Seres Humanos por sus deseos, por el dinero y el poder, por los instintos y la falsa fama. La violencia es la característica de los demonios. Quizás debamos sacar esta realidad infernal del estereotipo pintoresco de los cuadros de arte religioso o de la opera y demás obras imaginarias: lo infernal, lo demoníaco, puede tener perfectamente la forma de un buen hombre o de un gran religioso, o estar encubierta de causas aparentemente justas. ¿Quién dijo que los demonios y sus sacerdotes arderán en los infiernos? ¿De verdad creemos que lo tenebroso sea tan estúpido como para ‘castigar’ a quienes sirven? No. Los mundos oscuros que obedecen a fuerzas tenebrosas serán y son un castigo para quienes no pertenecen a esos mundos, pero van a ellos por maldad consentida y consciente, y por haber sido usados cuan instrumentos voluntarios de entes bajos y espíritus burlones; pero para sus naturales habitantes y para quienes aman a esas fuerzas y pactan con éstas en calidad de sacerdotes de las tinieblas, hay promesas de grandeza y poder que se verifican al modo de los infiernos: por Posesión, y no por libertad.
Desde Cristo nadie que no sea un ‘hijo de perdición’ va a los infiernos: solamente los ‘hijos de perdición’, es decir, aquellos que pactan con el Mal y hacen daño con conciencia de su maldad y por opción, y obtienen goce y beneficios con la aflicción a otros, y hacen del sufrimiento y la venganza su ‘ideal de justicia’. El resto, si no ha fijado Su Pertenencia a Dios, va a las diversas y distintas instancias que Gracias a Cristo se han abierto, y desde esa vida aún puede el Hombre Arrepentirse y Perdonar…o seguir perdido en su obcecación. Cada uno cosecha lo que siembra.
El Hombre bueno nada debe temer: pero así como no se entrega del todo a Dios y se mantiene en su creencia personal, tampoco haga éste negación del mal y sus fuerzas espirituales, pues desde ese error todo lo loable de lo humano puede caer, sin querer, en las tramposas manos del aquel que es rey de la mentira y experto en ilusiones: ése que lo teólogos quieren negar, porque de seguro a él sirven.
La clave que resguarda el poder y presencia de estas fuerzas tenebrosas, entre nosotros y sobre el Hombre, se halla en la negación y en la ignorancia. Al negar la existencia de esta realidad ya no es necesario Discernirla, y eso conlleva a ignorarla, y en el desconocimiento somos presas fáciles de su envolvente seducción. Y claro, la aceptación de esta verdad nos coloca en un elección de Campo: al no ser ya ignorantes, debemos saber de qué parte estamos y cómo nos protegemos de esta realidad nefasta; eso nos conduce a una frase de Dios: ‘o fríos o calientes… ¿tibios? Los vomitaré’.
En los Evangelios hay pasajes en donde los demonios entraban en pavor ante el Poder de Discernimiento de JesúsCristo, quién los distinguía y los expulsaba: precisamente de eso se trata. Cuando los entes luciferinos son Discernidos el poder de manipulación y engaño que los caracteriza, cae, merma y se debilita. Sabiendo esto, bien podemos afirmar que los militantes de la negación de los infiernos y demonios son, ni más ni menos, agentes de aquello que dicen negar. Puede ser que algunos sean inducidos, y no sepan lo que dicen. Pero es comprensible dudar en el caso de un teólogo, o de un miembro connotado de alguna iglesia ‘cristiana’.