Bajo esta Dispensación, declarada por Voz y Presencia del Cristo Vivo, la mujer tiene un rol fundamental: y no que el Dios Justo intente responder a una injusticia secular del hombre y del varón eclesiástico, sino que se restaura en la mujer aquello que siempre fue, ya desde cuando Jesús el Cristo estuvo en la Carne, a saber: que la Salvación y Consagración no es ni ha sido jamás una cuestión de género sino que de personas, y de Fe.
Solamente quién decida permanecer en la ignorancia y el engaño puede omitir la verdad de la historia, o descansar en los laureles de la flojera y jamás indagar… o bien encerrarse en el sectarismo miope que comulga con la hostia que su pastor coloca en su boca. Pero una persona inteligente, que sí aprecia los dones, talentos y capacidades que Dios nos ha entregado por Gracia, no se conformará nunca con la aceptación acérrima de aspectos que deben ser sopesadas por La Consciencia; sí, porque lo Espiritual y la Fe es un asunto de Consciencia, mientras que la política sí es un asunto de ideología y de fanatismo institucional…de religión. Entonces, La Consciencia nos conduce a certezas y a la Fe que mueve montañas; mientras que la fe de la religión permanece en la esperanza y no mueve ni el propio cuerpo y espera de todo y en todo el milagro que alimente un tramo de su seguridad personal, es decir, psíquica, emocional. Algo así como una droga.
En Lo Espiritual hay Eternidad. En lo religioso hay solamente efectos temporales.
La mujer, bajo este concepto, no es distinta al varón. No lo fue para Jesús el Cristo, y se rodeó de leales discípulas, a las cuales convirtió en sus sacerdotes. Porque si María de Magdala fue a ungir el cuerpo de Jesús con aromas, óleos e inciensos, está declarando que era ella un sacerdote, pues dicha labor no podía ser ejecuta por alguien que no tuviese el Sello del sacerdocio. Y el acto de derramar aromas y óleos a los pies del Mesías y luego secarlo con su cabellera, que interpretó Bethania, corresponde a un ritual del sacerdocio en la mujer. Nadie podría negar la calidad sacerdotal de María, la madre carnal de Jesús. Claro que la incoherencia del varón eclesiástico permite ‘elevar a santa’ incluso a ‘semi-diosa’ a una mujer, pero jamás han entregado ni reconocido el sacerdocio en la mujer.
Bajo esta Dispensación la mujer recibe de Cristo los Sellos sacerdotales que nunca les ha negado y que por siglos han sido escondidos por la apostasía. Claro que esta realidad contiene una serie de compromisos espirituales que la mujer debe conocer, indagar y aceptar.
Esta Dispensación fue abierta el 21 del 12 del año 1991, bajo grandes manifestaciones del Reino, en la colina de la pre-cordillera de Los Andes, Valle del Aconcagua, Chile. En Octubre de 1996 descendió la Ley del Reino y se consignó en Manos de un Apartado las Llaves del Sacerdocio para este Tiempo. En Julio de 1997 fue dictado el Libro de la Ley, por Voz y Presencia del Cristo Vivo. El 1 de Noviembre del mismo año ’97 se abre la labor pública del Sacerdocio bajo la ley de JesúsCristo. Desde el inicio y en la práctica de estos años pioneros la mujer ha tenido un rol mayoritario y fundamental.
Ampliaremos bajo diversos tópicos el carácter del sacerdocio en la mujer: eso lo haremos en los próximos números de esta revista, y desde ya solicitamos a las mujeres sacerdotes que expongan sus vivencias en las Columnas que cada Cuerpo y Misión tienen en este mismo medio. Lo esencial ahora es declarar que la mujer tiene un Llamado especial en este Tiempo y así como es en América del Sur la Tierra de la Nueva dispensación así también es la mujer la designada para implementar la justicia de la Salvación que los varones eclesiásticos han tergiversado y apostatado por siglos.
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