Dios habla… y Sus Palabras se convierten en lágrimas.
Si miráramos al Cielo, veríamos que ya bastantes demostraciones nos han llegado, advirtiendo al Hombre de su ceguera y desobediencia. ¿Será que Dios habla y que Sus Palabras se convierten en lágrimas formando ríos sin control y tormentas nunca vistas? El cielo ha hablado y Dios lo ha confirmado, ha estremecido con Su Voz de trompeta al Hombre, para que no termine sus días amargamente… Si eso no es Misericordia, ¿qué será? Y como Su Justicia siempre llega, ha dejado destapado con Sus Manos lo oscuro que tanto daño ha causado, no quedando nadie lejos de Su Mirada y Juicio.
Será mejor mirar siempre hacia arriba, nunca hacia abajo ni escondido, porque todo se sabrá, y quien pretenda pensar que Dios no ve, ni escucha, nunca ha conocido al Dios de Justicia, de Amor, de Severidad, pero que es infinito en Misericordia.
Cuando vemos que el planeta está siendo removido, ya nada de lo que era normal lo es, porque nadie puede estar indiferente ante tanta devastación en que somos testigos los Hombres. Los aluviones, los cambios climáticos severos, los volcanes que se han activado… como que han tomado conciencia de lo difícil de los Tiempos, y todo ha recobrado movimiento, nada ha quedado quieto, y ante estos hechos nos sentimos pequeños e indefensos. Entonces ¿qué debiera pasar en nuestro interior? Un remecimiento tal que nos mantuviera siempre mirando hacia lo Alto, con una visión elevada. Porque lo que debiéramos pensar y sentir es que Dios se ha manifestado tangiblemente, y desde Su Altura empieza a hablar, para que el Hombre tome conciencia de Su potestad, y no se pierda, ni camine obstruyendo su propia salvación, la que el mismo Dios le ha concedido.
Cuando se ha pensado que todo se mantendría oculto, refiriéndonos a los escándalos de pedofilia de la Iglesia Católica, desde lo Alto Dios ha destapado lo escondido, para que las aberraciones cometidas con los inocentes sean sacadas a la luz de los hechos, y no ocultadas, como lo había sido desde antaño. Hoy los hechos hablan por sí solos.
Si Dios ha hablado y se ha manifestado, no nos queda más que estar atentos y en obediencia al espíritu que Él mismo nos ha dado para comenzar a reconstruir lo nuevo, desde la mirada de Dios, y nunca más ya con la antigua mirada que ha desviado al Hombre hasta extraviarlo por completo.
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