Los primeros días de Noviembre visitó Santiago de Chile y otras regiones del país, el padre católico Thomas Mathew, proveniente de India, invitado a Chile por el Movimiento Carismático Católico, llamado el “Cura Sanador” por su atributo de sanar enfermedades… Muchos feligreses se acercaron para recibir de él la sanación de sus males y enfermedades.
Entrevistas a la gente señalaban que a través de él se recibía el poder de Dios para intervenir sobre diferentes dolencias físicas y por voz del mismo cura, él se autoproclama un medio para la acción de Dios, según su voluntad.
La invitación sobre este y otros eventos que congregan a multitudes detrás de obtener un anhelo para resolver dolencias de todo tipo, es a que reflexionemos sobre los propósitos que Dios tiene al entregar dones y carismas en servicio de los mismos hombres. La mirada y comprensión de todos a quienes se entrevistó sobre este evento, la propia postura del sacerdote, y en general cualquier persona que está aquejada de una enfermedad –cuando hay un vínculo de fe en Dios- todos lo vinculan con la fe, con la aceptación del poder de Dios, con el amor de Dios que provee la sanación, con “pruebas de fe”. La gente se explica tanto la enfermedad como el don, en el marco de la fe, para acrecentar la fe, para probar la fe… Y si la fe ya está establecida, si la persona ya tiene fe ¿No habrá un propósito mas elevado sobre lo que acontece? , porque aún si así fuera, si sólo Dios quisiera mayor fe ¿cual es el cambio que ejercerá esa persona en su forma de ser y hacer después de recibir la intervención de Dios sobre su vida?
Como consagrados tenemos el deber de entregar la visión de Dios sobre estos aspectos, y contribuir a elevar la comprensión y la consciencia de quienes nos rodean, porque tenemos las armas para conducir al creyente al encuentro de las respuestas. Todos los creyentes, donde hay un depósito de fe instalado, saben que Dios les está hablando a través de lo que les acontece, pero carecen de armas para llegar a la comprensión cabal, y en esa carencia requieren tener una explicación, y se contestan con la prueba de fe –avalada por sus mismos guías y pastores- y allí duerme el verdadero propósito del Reino en sus vidas…
La invitación es a aferrar que los acontecimientos de cualquier naturaleza sobre nuestras vidas, son efectos que deben llevarnos a comprender un propósito, a develar una causa. No podemos concebir lo que nos acontece fuera de un propósito celestial, porque no podemos olvidar que todo es espiritual antes que carnal. Y los propósitos de Dios, cuan Padre Perfecto y Pleno de Amor y Justicia, son inmensos, indescriptibles con palabras, inimaginables en su pureza y profundidad… y nada tienen que ver con la carne, lo temporal y lo finito, que es transición y medio.
La consagración es un camino pleno de dones, pero saber que son dones del Reino nos obliga a preguntar al Reino el para que de esos dones, y si se aplican sobre otros estamos obligados a preguntar a Cristo, “Señor ¿Cuál es tu voluntad sobre este hijo o hija? …” para que el propósito espiritual sea en ellos y como efecto se obtenga sanación de cuerpo y alma, porque podría ser que una dolencia nunca se resolviera, mas la persona comprendiendo el propósito de llevarla sobre ella pudiera elevar su mirada hacia la razón de su existencia, cumpliendo de esta manera con lo que Dios quiere.
La pregunta es simple ¿A que propósito de Dios sirve que yo hoy esté sufriendo o pasando determinado mal? Porque si la sanación deja a la persona donde mismo, es decir, sana pero sin modificar conductas, posiciones o entrega… detrás de eso no hay revelación de la voluntad de Dios, que en su amor extiende planes y designios para que sus hijos retornen a su Seno. Y en la respuesta quizás comprendamos que probablemente lo que estemos pasando sea un llamado de alerta y de amor, porque nos estábamos desviando de la senda que conduce al Padre.
Hna. Maythe Horta Sacerdote Menor de Melquisedec.