-Sobre contenido de carta del papado católico-
“El Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana; por esto se requieren sacerdotes que pongan su vida al servicio del «ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18), para que a nadie que se haya arrepentido sinceramente se le impida acceder al amor del Padre, que espera su retorno, y a todos se les ofrezca la posibilidad de experimentar la fuerza liberadora del perdón.”
“En virtud de esta exigencia, para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial”
“Carta apostólica misericordia y paz” (ver y leer completa en www.Iglesia.cl)
Misericordia, Aborto y Confesión
Ante las diversas interpretaciones de los medios de comunicación y las poco esclarecedoras explicaciones de algunos miembros de la misma iglesia católica sobre el delicado tema del aborto y la concesión ‘interna del catolicismo’ en cuanto potestad ahora extendida a todo sacerdote de esa institución para ‘perdonar el pecado de aborto’…consideramos nuestro deber, cuan Consagrados y Sacerdotes bajo la Ley de Cristo ajenos y discrepantes con las posturas de esta entidad eclesiástica, fijar algunas consideraciones sobre este asunto:
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No es sano, ni leal a la verdad, sacar de contexto la Carta del prelado de esta iglesia, la cual se expone como cierre de una campaña llamada ‘año de jubileo’ y que en esta ocasión abarcó la temática de la misericordia. Y es en tal contexto que esta misiva expone puntos como el perdón, la misericordia, la acción de ‘confesión’ y la extensión de un poder de absolución que hasta ahora era solo de los obispos y no de todo el sacerdocio católico: perdonar a quienes han practicado, ayudado o participado en un aborto.
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Entendemos este mensaje y decisión como un paso INTERNO del catolicismo para abrir sus puertas a los creyentes que masivamente se han alejado de esta institución exponencialmente en estos últimos años. Y tal como lo expresa su firmante en la carta es un modo de crear un cambio cultural entre sus miembros que rompa con el empobrecimiento de conceptos cristianos que en la práctica de esta iglesia se han anquilosado, formalizado y hasta han perdido valor espiritual.
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Tanto en esta carta, como en otras, se sigue considerando el aborto como un crimen. No hay en este mensaje, ni en otros, nada que establezca que ahora se puede abortar con anuencia y perdón anticipado y garantizado por parte de un sacerdote de esta iglesia en particular. Queda en evidencia que se postula a ‘perdonar en el ejercicio de la confesión’; y bien es sabido por el mundo cristiano todo, y por nosotros: evangelistas, carismáticos y Consagrados bajo la Potestad del Cristo Vivo… que la ‘confesión’ es una práctica apostata ya denunciada en los años de la Reforma y sistemáticamente rechazada por la gran mayoría del cristianismo No Católico.
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Creemos que el Perdón y el Arrepentimiento consciente, causal y profundo, son la base para que todo creyente en Cristo obtenga absolución de sus yerros y negligencias. Que es tarea y deber de quienes ejercemos Sacerdocio saber guiar, orientar y consolidar las bases de la fe en el creyente con el fin de que el Perdón y el Arrepentimiento sean en verdad un solo cuerpo absolutorio, junto al firme propósito de ‘no volver a caer’ que se debe declarar en Oración ante Cristo.
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La labor del nuevo sacerdocio, al decir de Pablo, contrario al viejo modo de concebir el ejercicio sacerdotal, es LIBERAR al esclavo del pecado para que EN Cristo encuentre su Redención. Dicho acto de Redención debe ser producto de la FE. Y la Fe NO es sustituible, sino que es Fe Viva solamente si es Consciente, plenamente asumida y hecha Persona en la Persona. Por lo mismo: en la ‘confesión’ ante un humano que aún ‘investido’ de autoridad eclesiástica igualmente se auto declara ‘pecador’ (ver declaraciones de esta misma iglesia y del vaticano con ocasión de escándalos de pedofilia y abusos a menores por parte de la curia) simplemente NO hay liberación, menos conciencia, sobre todo porque la ‘absolución’ queda bajo criterio de otro hombre. Y eso es apostasía.
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El aborto, como toda aberración, es un crimen que realizado bajo la creencia en Dios y acompañado de prácticas formales en una religión que declara a Cristo como su referencia central… es pecado, no un ‘error’. Y es pecado porque viola el mandamiento ‘No Matarás’ y contradice a Cristo: ‘todo lo que a uno de ellos (niños) hagáis…a mí lo hacen’. Y si un católico, en general, sabe, o debiera saber, que matar a un inocente en el vientre de su madre es abominación… ¿qué tipo de perdón podría caber? Porque si hay conciencia del mal…y existe relación de fe con Dios (a cualquier nivel de conciencia) e igual se acomete el crimen: es pecado. No tenemos dos lecturas ante esa evidencia. Ante tal caída Espiritual y Moral, y denigración de la condición humana: ¿se entendería que otro hombre supuestamente investido por una institución con propios pecados podría perdonar ‘en el nombre del Padre’? Además sabemos: ‘Nadie llegará al Padre si no es POR MI’ –Dice Cristo- y por lo mismo: considerar que mediante este tipo de ‘perdón’ concedido por otro hombre se acerca (se eleva abruptamente) al pecador ‘al Padre’ es una aberración mayúscula que trasgrede la esencia misma de los Evangelios.
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Distinto es el caso de quien haya acometido crimen- cualquiera- incluyendo el aborto- desde veredas opuestas o alejadas, o ignorante o ciego de Dios y sus leyes, y fuera de la fe activa en Cristo; y posteriormente en un salto de Conciencia se despierta en esta persona muerta en Espíritu y oscura en su humanidad esa chispa de Fe en Cristo que abre ante sí el camino del Arrepentimiento y la Conciencia de sus aberraciones pasadas. En ese caso hablamos de aquello que en esta carta del papa católico se lee como ‘conversión’. No puede haber ‘conversión’ del que ya era católico – o cristiano- y aborta o ayuda a matar… hay ‘conversión’ cuando un sujeto ‘se convierte’ a la Fe y descubre sus propios males y crímenes y se Arrepiente para hallar el Perdón. Por lo mismo es que no se entiende que un católico (o cualquier cristiano) que mata o aborta entre en la ‘conversión’ por medio de la ‘confesión’. Pues si es un ‘no converso’ el que se acerca a cualquier sacerdocio cristico en búsqueda de liberación y de Nacer de Nuevo: es deber encomendado por Cristo acogerlo con Misericordia, escucharlo, ayudarlo, guiarlo y mostrar el camino de la Fe que lo redima para propia salvación y no – sólo y exclusivamente – para engrosar la membrecía de una iglesia determinada. Esa Misericordia, ese Perdón, ese Arrepentimiento Consciente y necesario es Misión de todo Bautizado en Cristo ante el muerto espiritual que ahora necesita La Vida en Cristo.
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Nos topamos aquí con otro tema sustancial: el pecado. ‘¿Cuándo y qué es pecado? ¿Cuándo y qué es error, negligencia, trasgresión…y no pecado? Para nosotros pecado hay cuando existe Conciencia del Mal, cuando hay creencia en Dios y cuando se proclama a Cristo y aun así, y por sobre aquello (y peor aún: ‘en el nombre de Dios’) se acometen aberraciones expresamente amonestadas por la Fe en Dios y fuertemente advertidas por los Evangelios. Y si el pecado es un acto de Conciencia contrario al Bien y a Dios desde la propia opción: entonces SOLO Cristo puede perdonar tal caída, no otros hombres.
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Así como diferimos en profundidad con aquello que consideramos SACRAMENTOS: para el mundo católico los ‘sacramentos’ se han diluido’ hasta convertir virtudes y dones en Sacramentos (‘sacramento de la reconciliación’) Para nosotros, Consagrados y Sacerdotes bajo la Ley de Cristo, los Sacramentos siguen siendo aquellos Poderes del Espíritu Santo por medio de los cuales Cristo, nuestro Dios Vivo, nos conduce al Padre. Mientras que deberes, dones, virtudes, obras, actos, todo ritual y costumbre religiosas nunca podrán ser llamadas o elevadas a la calidad Sacramental.
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Por nuestra parte: llamamos al creyente a buscar en los medios de difusión de la iglesia católica la Carta en cuestión – y no quedarse con interpretaciones parciales- para que el lector y lectora compare y tenga a bien hacerse su propia opinión y coloque lo propio ante Cristo en Oración para recibir luz y verdad del Espíritu de Sabiduría.
Santiago 22 de noviembre 2016
Obispado General Sacerdocio bajo la Ley de Cristo