Artículo Doctrinario: La Gracia

La Gracia es fundamental para compenetrar el mayor misterio de Cristo y es la respuesta más nítida para el Hombre por parte de Dios. No saber nada, ignorar, o tener una idea errada de La Gracia es tergiversar o negar la Ley de Cristo.

Se repite invariablemente que Cristo nos Salvó a todos, más en general se carece de la profundidad espiritual de esa salvación. Podemos afirmar que la Salvación se basa en un cambio revolucionario en la condición del Hombre, ejecutado por Cristo en Jesús. Antes de Cristo yacíamos caídos, sometidos por el pecado, encarcelados al abismo y el giro del eterno retorno o reencarnación, sujetos a los caprichos de la muerte cuya potestad yacía en las fauces de los infiernos. Los Hombres no teníamos el poder de cambiar este ‘estado de cosas’, ni por mérito podíamos postular a ser dignos ante Dios con el objetivo de ser Salvos y Libres. 

Muerto en la cruz, JesúsCristo entra en las potestades de la Muerte, donde Lucifer poseía la Llave del paso por la muerte, y tenía bajo su reino el poder de Los Abismos; se produce una lucha que Hombre alguno podría dimensionar y CristoDios arrebata la potestad de la muerte de manos del Manipulador, procede a cerrar Los Abismos, y con esta victoria el Hombre ya no «sufriría la muerte» sino que entraría en «Gloria Inmortal» de acuerdo al resultado de sus propios frutos. Durante los tres días en que se ejecuta el Hecho Crístico, además se libera a la estirpe humana de la caída anterior (Caída y Transgresión de Adanes y Evas) y se apertura La Gracia cuan sello de inocencia desde el nacimiento, en modo de que el pecado ya no fuese una mácula imborrable, sino que por la Fe y La Gracia el Hombre se liberara del pecado que el mismo había generado. 

Con el Hecho Crístico, donde se ejecuta la “Salvación” toda deuda es saldada y todos aún ignorantes de este portento, entran en el período de la amnistía y rehabilitación, derogando toda ley escrita, dejando una sola Ley Natural y Suprema: La Gracia

Con el Hecho Crístico se abre el Nuevo Tiempo. Desde la Resurrección de Jesús, gracias a los cambios revolucionarios que el Hijo de Dios provocó en los umbrales de este mundo, todo Ser Humano obtuvo un nuevo destino después de la muerte, por lo tanto, cambió sustancialmente el motivo y la esencia de la vida carnal en el Hombre.

La Gracia concede a todo ser humano la posibilidad de entrar en la vida después de la muerte, y no morir, sin tener que reencarnar en este mismo mundo mortal. Esto es SALVACION.

La Gracia nos salva, nos libera del pecado, es decir, de la transgresión y caída inicial, la que queda eliminada como mácula, y nos redime del pecado al aceptar su condición de Salvación. Y en La Gracia, el Arrepentimiento y el Perdón nos alzan de las imperfecciones y caídas, que no sean apostasía o alianza con el mal. No son partícipes de La Gracia los “hijos de perdición”, es decir, los que pactan con el demonio y le sirven, y los que hacen mal por opción y en conciencia.

Por La Gracia o en la Gracia, no dejamos de ser humanos, por lo tanto, duales, polares, erróneos, débiles, imperfectos. Pero La Gracia nos coloca en condiciones de vencer lo imperfecto por medio de la Sabiduría del Espíritu Santo, y nos entrega armas de santidad en la Oración, Meditación y por la Ley de JesúsCristo. Es decir: La Gracia nos salva, eleva, y nos protege, pero no nos hace divinos, sino que nos coloca la base para que caminemos hacia la santidad y la deidad en el Espíritu y desde el Espíritu. 

La Gracia concedida por el Plan de Dios, y el reconocimiento de dicha Gracia por parte del Hombre, conforman el “Nuevo Pacto”. Desde entonces somos LIBRES En Cristo, y nos hacemos Libres al reconocer la Salvación que Cristo guía, y la Gracia que el Padre nos concede por medio de Su Hijo Dios. 

… Si no sabemos de qué nos Salva el Dios Encarnado, mal podemos hablar con coherencia de ‘salvación’. Y si fue necesario ser Salvos y no era posible salvarnos a nosotros mismos, quiere decir que no cualquier hombre ilustrado o santo podía cambiar el ‘estado de vida’ imperante que regía a los Hombres, sino que Dios mismo debía ejecutar tal mutación fundamental. Entonces la condición que nos hacía prisioneros y de la cual no éramos capaces de salir y liberarnos por nosotros mismos es una premisa fundamental que nos enmarca correctamente el ‘por qué’ de la Salvación; y la Gracia del Reino que desciende y se hace Carne para ejecutar la Salvación, resulta ser la Causa Vital del acto de Liberación.

La invitación a la reflexión es: Si por Gracia de Dios somos Salvos de infiernos y abismos ¿qué hacemos por ser Personas Dignas y merecedoras de La Gracia de Dios?; y si somos Hombres de Fe: ¿Dónde colocamos la Autoridad de Dios… en Dios o en los Hombres que dicen representarlo? Porque si nos bautizamos bajo la institucionalidad del poder humano estamos bajo la mayordomía de los jefes de esa institucionalidad, y si nos Bautizamos bajo la Autoridad de JesúsCristo, para entablar desde ese Sacramento la Relación Personal con el Cristo Vivo, entonces el Sacerdocio que nos Sella no nos retiene ni nos condiciona, sino que somos retenidos y condicionados por Dios. Esta es una diferencia sustancial.

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