Un fenómeno humano nos distingue como generación: el marcado individualismo y el sesgado egoísmo que pudiere poseer varias y variadas explicaciones sociológicas, derivadas de avatares históricos y condiciones económicas.
Lo cierto es que la era inicial de la tecnología masiva no ha ayudado al Hombre a mejor comunicarse y menos a interrelaciones: hoy estamos entrampados en la red virtual, aparentando amistades baladíes e impersonales; haciendo parte de una sub cultura que escribe mal, que se expresa peor y que esconde la cara en la jungla efímera.
El consumismo es el termómetro de una economía salvaje que ya no pretende crear riqueza social sino que postula con avaricia sideral simplemente a explotar la sociedad para propio usufructuó.
Se ha instalado la norma del robo, del fraude y de la corrupción como el arte para hacerse rico en poco tiempo, o aumentar la propia fortuna aún si para tal propósito se deben hundir países y millones de seres humano.
Hoy se usa la política para resguardar privilegios de castas que cada día se separan más de la realidad cotidiana de la gente de a pie.
El arribismo e imitación del quimérico bienestar que nos muestra la publicidad o que ostentan las modas conllevan a una aparente hambruna de ‘cosas’ que sí satisfecha por fin nos entregaría aquella imagen de ‘buen pasar’ que nos colocaría a un nivel medio aceptable, aunque mentiroso.
La cultura real ha decaído, se ha olvidado y ahora sí es ‘lujo’ de unos pocos. Se lee menos y mal. Los libros luchan por prevalecer. Las informaciones transmitidas por los Medios de Comunicación son manipuladas, amarillista, y además pocos monopolios controlan la gran mayoría de estos Medios.
Se hacen guerras en nombre de Dios, de Alá y de la democracia. Y la tercera guerra mundial está acaeciendo a trazos sangrientos, prolongados; mientras que el sistema especulativo financiero se ha tomado el corazón de la economía.
Las iglesias cristianas siguen con su cantinela archi conservadora, impertérrita y sectaria, Mientras que por la figura de un papa latinoamericano y de verbo cambiante y hasta ‘revolucionario’ (a su modo) la institucionalidad Vaticana cree y espera encubrir y hacer olvidar su degradación moral y su apostasía doctrinaria…con el fin de conservar riquezas, status político y poder de influencia en los asuntos del mundo.
El Hombre común con alguna sensibilidad, varón y mujer, puede percibir, sentir, pensar que este modelo putrefacto y Cainita no se condicen con sus ideales y menos coincide con la vida que quiere para sí y los suyos. Sin embargo no encuentra salida, y menos respuestas.
La realidad nos muestra que este estado de cosas se haya tan incrustado en nuestra concepción del mundo y de esta existencia que apenas el ser humano de fe encuentra un Camino Espiritual que realmente cambia sus paradigmas…lo toma con entusiasmo… pero al poco andar comienza el socavamiento egoísta e individualista que empequeñece todo lo macro y divino, lo sabio y virtuoso, pretendiendo arrastrar la novedad adquirida a la propia necesidad mundana en donde el ego y ‘lo mío’ pasan a ser predominante por sobre cualquier propósito de buena Obra colectiva y trascendente.
Al transportar los vicios inherentes de la mundanalidad al Camino Espiritual siempre culminamos haciendo lo mismo que otros ya intentaron, y fracasaron; y aquella sensación ilusa de estar haciendo algo nuevo, novedoso y ‘propio’ es un efecto placebo que embosca y embruja al ser engañado de su propia falacia.
El proceso de ‘aterrizaje forzoso’… y necesario, dirían sus autores… de la Espiritualidad y la Fe por carriles religiosos, institucionales, formales y de conformación eclesiástica conlleva por inercia a la predominancia de los aspectos mundanos, egoístas y egotistas al seno de las iglesias. Se instala así la hipocresía que Cristo aborreció con vigor.
La estructura de pertenencia institucional que divide pastores de ovejas es ya de por sí una idea diabólica de sometimiento, dependencia y desprecio por la Espiritualidad del Ser de Fe.
Pero el intento liberatorio alternativo de la Nueva Era y su esoterismo carente de profundidad y abundante en especulaciones y supercherías no condujo a la ‘revolución’ esperada, sino más bien creó otro pozo de dependencias, sectarismo y sobre todo de individualismo mundano aún peor que las religiones de las cuales escaparon.
Cualquier Camino Espiritual y de Fe coherente debe superar y derrotar este peso gigantesco de la sub cultura del egoísmo, del consumismo, del egotismo, del individualismo, de los deseos y de la oscura prisión de las culpas, el pecado y los traumas emocionales.
El consuelo que se inventaron los católicos, muy a conveniencia, no es otra cosa que la aceptación de la esclavitud humana y la constancia inamovible de la ceguera espiritual. Porque la Misericordia y la Compasión no consuelan, sino que dan luz al que subyace en la oscuridad, y entrega respuestas causales del mal que derrota la carne y a la psiquis. La Misericordia no juzga, pero no acepta el estado deplorable del que sufre. El empeño y compromiso de la Misericordia es extraer de las brumas, y no consolar para que la niebla sea un ‘lugar aceptable’.
La mentalidad mercantil está arraigada en los creyentes: negocian con Dios, piden y sólo piden. No hay sacrificio de cosas nimias posible; no hay compromiso que empeñe en superación y cambio; no hay labor que emprender con lucha y contradicciones para lograr salir de los viejos estados latentes dominantes; menos hay renuncia a deseos e ideas mundanas y pasionales que se travisten de ‘metas de auto-realización’. Pero ante la falta, la crisis, la tragedia, la perdida…negociamos con Dios y esperamos el milagro. O asistimos a las oficinas de milagros en donde un señor estridente impone las manos y la gente cae con ojos torneados y blancos. Y al final todo sigue igual.
Ante el Camino Espiritual y la Coherencia de la Fe estos baches y taras no suelen ser descartados, desechados, sino que son compenetrados, introducidos en las prácticas de Fe; y de alguna manera intentamos doblar las vigas del templo que se nos regala y ofrece.
Cristo sigue siendo para muchos o el Jesús histórico, o el Señor que nos fue enseñado en nuestra infancia, o que recibimos cuan herencia de nuestra familia. Nos conformamos con los esquemas ya adquiridos sobre un Cristo muy propio y posiblemente inexistente. Y aceptamos la cruz como un dato de la causa religiosa, una verdad indiscutible que además es martillada con persistencia y majadería por los doctos eclesiásticos.
Si de algo pudiera servir la red virtual sería precisamente para buscar información rápida y directa sobre la realidad de Cristo Jesús y analizar y ponderar las distintas visiones y versiones. No de las religiones…sino de las explicaciones e investigaciones que seriamente se han realizado en torno a la realidad de este Dios Encarnado.
La cruz solía ser un medio atroz de muerte del Imperio Romano. Nunca fue algo exclusivo usado solamente en y con Jesús. Y La Salvación no puede descansar en un instrumento de tortura que ahora se diviniza porque en ese abominable aparejo Jesús fue torturado y muerto en su carne, físicamente. Todo el cuadro es tremendamente oscuro.
El Plan de Salvación comienza con la encarnación de Dios en una joven que acepta su fertilidad por medios divinos, aun si con esto se pondría al mundo en contra. La sola Encarnación del Verbo de Dios en un hombre…es ya de por sí un hecho trascendente, único, extraordinario, excepcional. Aquello que Cristo Jesús realiza posteriormente, antes de su bautismo en el Jordán, y durante sus años ‘públicos’, son el reflejo, la consecuencia, el resultado, el efecto de lo que él era, de su naturaleza, de su Índole. Quedarse en estas derivaciones como el solo hecho demostrativo de lo ‘especial’ que era este varón -y por ende asumir los milagros como el sello de su condición- es una visión popular muy bien orquestada por la publicidad de las iglesias. ¿Qué pretende esconder esta propaganda?
Cristo es divinidad encarnada en Jesús, es el Verbo hecho hombre. Lo que un dios haga de fenomenal no debiera extrañarnos; aquello que debemos preguntarnos es ¿para qué desciende y encarna un dios entre los Hombres? Y si proclama que él es ‘El Salvador’: ¿de qué nos Salva? ¿En qué consiste esta Salvación? ¿Cómo nos Salva?
Al reducir dicha salvación a la muerte en la cruz quedamos atrapados en el sufrimiento, el padecimiento, la culpa. ¿Qué salvación sería aquella? Entonces debemos entender el Plan de Salvación como un Camino que no se cierra con determinados hechos, sino que comienza con eventos precisos.
El pecado: gran escollo de resolver y aclarar. Las religiones y doctos eclesiásticos han idea a su manera y modo listados de pecados y conceptualizaciones del mismo que varían según época, lugares y condiciones históricas. Pero Cristo siendo Dios Encarnado, y no solo un ‘hombre especial’, habla, se expresa y enseña cuan divinidad; y toda Sabiduría cuya raíz es el Cielo posee connotaciones semánticas precisas que los Hombres debemos DISCERNIR con el ESPIRITU. Es decir, los diccionarios del mundo no nos dan la dimensión de los significados precisos que nos entrega Dios.
Para la Sabiduría el pecado es una macula que se genera por CONCIENCIA del Bien y del Mal. No hay pecado en la ignorancia, comprendiendo ‘ignorancia’ como la ausencia de Conciencia del Bien y del Mal. Y para Cristo es pecado todo aquel acto sagrado que es violado, tergiversado y traicionado: como un convenio o pacto con Dios; como recibir Sacramentos y luego rebajarlo con actos y pensamientos contrarios a la rectitud; como asumir roles sacerdotales para uso mundano o abominables; como jurar en nombre de Dios para ocultar mentiras interiores; como hacer guerras y matar en el nombre de Dios; como llevar una vida licenciosa y de bajos instintos con plena conciencia de la propia Fe en Dios; como apostatar de los principios de Fe que ligan al Ser a un compromiso con Dios. Es decir: pecado hay cuando A) existe Conciencia del Bien y del Mal y se puede discernir causas y efectos de esta realidad; B) cuando hay creencia de Fe declarada, o Fe pactada, o se es receptor de Gracia y Sellos Espirituales… y en los hechos y en la práctica se actúa voluntariamente en contra de los valores esenciales de la Fe, del Convenio o Sacramento.
El Pecado Original que ataba al Ser Humano antes de Cristo es aquella ruptura grave del pacto entre los adanes y su Dios. Observemos un detalle: en Génesis 1- 27 y en Génesis 2-15-18 hay dos historias diferentes sobre la creación de los adanes originales. En la primera Dios crea a varón y mujer por iguales y semejantes a su Espíritu, y les hereda la Tierra y les ordena multiplicarse. En la segunda historia el varón está solo en la Tierra y de su costilla y del barro crea a su compañera. O la primera Creación no fue en esta Tierra y luego hubo otra situación que deja solo a varones en ésta Tierra y se debe recurrir a una segunda creación femenina…. O simplemente aquí se cuentan dos historias diversas, distintas, que nos llevarían a pensar que en realidad el varón del Edén ya estaba caído al ser colocado en este mundo, y que el tipo de mujer creada es inferior a las Evas Originales. Lo cierto es que de estos Orígenes proviene el pecado.
El Pacto de Adán (o de los adanes) con Dios fue violado…algunos echan la culpa a la mujer…otros hablan y nos cuentan de Zhoe, la princesa bruja que se infiltró al edén como serpiente y luego en forma femenina copuló con los adanes… y de esta alianza carnal entre ‘hijos de Dios’ y mujeres de este mundo ( ‘y los hijos de Dios vieron que las mujeres del mundo eran bellas y se unieron a ellas’ Génesis 6/2-12) nacieron las dos estirpes humanas: la de Caín y la de Abel. En realidad, en esta versión, las Evas terrenales fueron víctimas y no causantes.
La Caída no está en el hecho de la relación sexual: eso es un mito machista decimonono. La Caída se produce por la alianza entre los Adanes y las mujeres de este mundo (lo que nos describe que los adanes fueron colocados en este planeta cuando ya una estirpe humana existía); la violación del espacio sagrado (edén); la procreación de estirpes humanas con adn adámico y adn oscuro: lo que echaba por tierra todo el Plan de Dios de establecer una estirpe santa y pura que abundara en la tierra para hacer integrar a este mundo a las huestes que batallan por el Plan del Padre Creador. Este flanco de oscuridad en seres con características divinas se convirtió en la joya a ganar y poseer por parte de los enemigos del Plan de Dios.
La caída se acentúa, y se hacen permanente con la guerra de exterminio de los Cainitas en contra de los Abeles. En efecto, Abel era la estirpe con predominancia adámica y por ende más cercano a Dios; mientras Caín fue la estirpe humana con clara dominación oscura, violenta, posesiva y criminal.
Estos hechos de Caída conllevan a que todo Ser en la Tierra perdiera un privilegio: el Espíritu de Dios en el Hombre. Desde entonces y por siglos y milenios el Ser Humano poseía sólo Alma (psiquis) (que un espíritu menor) pero no tenía acceso a Dios por vía del Espíritu Original que fue retirado. Y tal condición es en sí: El Pecado.
Tal Pecado, explica, por ejemplo, que los Abeles al morir no entraban al Reino y quedaban en el ‘sueño de la espera o de los santos’. Y nos puede dar luces sobre los libros de Moisés y el mandato de Dios para la enorme cantidad de rituales y sacrificios representativos de algo que los Hombres no podían alcanzar por vivencia y realidad. Además nos aclara el rol de los Profetas, que eran seres enviados por Dios y en directa relación con su divinidad debido a que la voz de Dios no estaba actuante y presente en los Hombres y los Profetas eran esa voz y sentencia.
La Caída tiene un efecto traumatizante para la humanidad: los Cielos y el Reino yacían cerrados, y los Hombres al morir entraban en la ‘rueda del eterno retorno’, que los sujetaba al mismo pecado, y les condenaba desde que nacían, en una cadena de Causa y Efecto interminable.
Si no entendemos esto, no entenderemos la Salvación.
Cristo, el Verbo de Dios, paga por la Caída de Adán y el crimen de Caín (que quedó impune en su momento): 12 días de tortura, escarnio y sufrimiento. Muere físicamente en la cruz romana, significando que el Mundo (el sistema mundano) lo asesinaba, y él los perdonaba, asentía, para que también ellos obtuvieran Salvación. Pero lo fundamenta acontece en los Tres Días de la muerte física de Jesús: Cristo, el Verbo (que no muere porque es Dios) desciende a los abismos infernales y quita al poder tenebroso las llaves de la muerte; expulsa a las fuerzas malignas del control por el paso de la muerte que poseían; luego Cristo abre los Cielos y establece la Ley de Resurrección al elevar en vida a los Abeles (santos) dormidos en ‘La Espera’. Con estos Hechos de los Tres Días nuevamente Dios Padre despierta y libera en los Hombres Su Espíritu: el Espíritu de Dios en Nosotros.
Cristo resurrecciona después de estos Hechos Vitales (no resucita…resurrecciona). Por 40 días visita sus otras ovejas (la estirpe de santos y sabios – como los reyes de oriente-) que reciben fuera de los oídos y ojos del Mundo los poderes del Nuevo Sacerdocio. Al ascender de retorno a su Reino, el Verbo promete, y cumple, que enviará un Poder de Magisterio y Sabiduría único para que el Espíritu nos enseñe todo: el paráclito.
Desde estos Hechos es que la cadena del pecado original se rompe y es superada; y desde estos Hechos nadie nace en pecado sino que nos hacemos al pecado cuando por Conciencia discernimos Bien y Mal, y conocemos la Gracia de Cristo, y sabemos que existe un Dios Creador, y que somos nosotros los portadores del Espíritu de Dios.
El pecado no puede ser más que Cristo: porque entonces no habría Salvación, ni resurrección, ni promesa, ni nada…y Cristo nunca hubiere venido. Precisamente porque Cristo es más que el pecado es grave pecado el proclamar a quién Nos salva para luego pecar en su nombre. Y este es el nudo del asunto.
Las taras y vicios humanos hoy nos alejan aún más de nuestra propia redención. Las religiones e instituciones eclesiásticas no elevan ni abren puertas a la Conciencia, sino que quizás liberan parcialmente de cosas oscuras burdas para luego esclavizar a los creyentes con dogmas y creencias ‘nuevas’ que los mantiene en la ilusa salvación de la apostasía.
Los pastores son una categoría de perdición: porque se han apropiado de la Fe de las personas a las que tratan cuan ovejas, y desde su poder personal simplemente las nutren con propias interpretaciones bajo el temor de que ‘afuera’ les espera las fauces el demonio mismo para comérselos apenas abandonen su resguardo pastoral.
El moralismo hipócrita y violento de estos pastores se despliega hoy en relación con los homosexuales: que son personas, seres humanos. Con motivo de la masacre en Orlando (50 homosexuales asesinados en un bar) un pastor en los EEUU justificó el exterminio, lo celebró y llamó a acabar con ‘la lacra’ de los homosexuales en el mundo. Muchos otros pastores escriben y predican sobre el supuesto complot mundial del mundo homosexual para ‘tomarse el poder’ e ‘imponer se agenda de contra valores’ y ‘ojalá terminar y exterminar a las iglesias bíblicas’.
Hay en no pocos cristianos una tendencia siempre mayor a la ‘salida teocrática’ que sobre un fundamentalismo religioso imponga el ‘orden bíblico’ sobre una sociedad sodomizada y pervertida.
Estas bravatas hacen parte del problema: no son la solución.
Cristo es la solución.
La Coherencia de la Fe debe llevar al Ser a Vivir de acuerdo a su Fe Viva, y tiene en los Evangelios la nutrición doctrinaria, moral y espiritual para guiar sus cambios y logros. El desafío es aplicar, poner en práctica, llevar a la existencia propia cada una de las enseñanzas de Cristo en los Evangelios, y aceptar la moral del Sermón del Monte como una guía de valores personales que nos deben regir.
Si Juan en su Testimonio inicia declarándolos que Cristo es el Verbo del Padre y Co-Creador: debemos aceptar a este Cristo Dios y entender su Encarnación en Jesús como un Plan que YA INICIÓ y que está vigente. Por lo mismo son los resultados de los hechos de Cristo los que hoy debemos hacer nuestro, a saber: que nuestro Espíritu sea quien Gobierne; que por Espíritu recibamos Magisterio del Espíritu Santo; que el Arrepentimiento y el Perdón nos libere de errores, caídas y pecados; que la Gracia de Cristo debe ser nuestra nave de avance y de progreso permanente; que debemos aclararnos y entender la Voluntad del Padre en nosotros para poner por obra de vida ese designio superior…y que es la razón y motivo de estar aquí y ahora… Que desde el COMPROMISO con CRISTO en el Bautismo (no bautismo para sellar pertenencia a iglesia) ya somos parte del Nuevo Sacerdocio; y que el Bautismo por Agua y por Fuego es un Nacer de Nuevo que nos COMPROMETE a cambiar los paradigmas mundanos y hacer nuestros los propósitos del Plan de Cristo para Su Sacerdocio. Un sacerdocio que lo tiene a Él en persona cuan Sumo Sacerdote en la perpetua línea del Orden de Melquisedec.
Este Camino Espiritual es el que hemos fomentado, propuesto y elaborado en estos 25 años. Y es en este esfuerzo voluntario en donde nos hemos topado con el muro del egoísmo, el individualismo, el egotismo desenfrenado, el consumismo y las dependencias materiales, y de los traumas emocionales que se pretenden imponer como moneda de intercambio para que Dios haga un milagro y deje todo tal cual queremos.
Cada vez que hemos abierto el Poder del Sacerdocio, los egoístas lo han tomado para sí y nunca para sembrar en aras y en pos del Plan de Cristo, que no es otro que: Consagrar Creyentes.
Los individualistas aceptan bendiciones, asisten a las capacitaciones, asumen sellos…para luego llevarlos a su guarida egoísta y analizar en la oscuridad qué hacer con lo sagrado y cómo y qué usar, en modo de obtener algún beneficio personal que nunca altere el propio orden mundano.
La falta de Compromiso y el encierro en el ego es una característica de esta generación. La flojera y falta de empeño que pretende y exige todo rápido, sin esfuerzos, y mucho menos con sacrificios, es su derivado.
Desgraciadamente para el Hombre mundano, incluido el religioso, o el esotérico, o el libre pensador… nada obtendrán nunca sin llegar al fondo del abismo personal y luchar en contra de sus demonios. Porque esa es la única vía que nos abre las puertas del Cielo. Y nadie puede vencer solitario y aislado, y menos saltando y cantando en sus parroquias, o haciendo mandas a figuras de yeso, o caminando sobre las rodillas, o asistiendo cada domingo a escuchar al pastor… todo seguirá igual.
Cristo nos propone un Camino de alta responsabilidad personal, pero a eso agrega un deber de Siembra: que uno muestre la luz obtenida a otros creyentes para que también ellos se consagren. Y eso es el sacerdocio: ejercer mayordomía en la guía de otros que también deben relacionarse con Cristo y nunca deben depender de otros Hombres; sino que ser orientados y guiados, pero no sometidos. Sólo Cristo es el pastor verdadero, y nosotros somos ‘Los Suyos’, los ‘Dignos’ que debemos dejar este Mundo para postular no morir y seguir eternos ante la Presencia de Nuestro Dios Creador.
Eso es, este es el Camino Espiritual que no puede ser transitado arrastrando las taras del Egoísmo y del Individualismo.