–Elementos para discernir: ‘Secta’ ‘Sectarismo’ ‘Religión’ y ‘Camino de Fe’–
La psicología de secta posee dos vertientes madres: a) la estructura mental destructiva que en base a una supuesta superioridad se concede la libertad de avasallar con el entorno que no le acepta o piensa en forma diversa; b) la estructura mental de víctima que debe protegerse en un círculo cerrado de ‘iluminados’ que jamás serán comprendidos y que temen a ser exterminados por enemigos x , y quizás algún día rescatados por fuerzas amigas.
La destrucción de la superioridad es una potencia que amalgama con aparente solidez: la sensación de poder y de estar en la verdad aúna de manera acérrima, y cada miembro lucha por demostrar estar a la altura de este predominio. Esto conlleva la disponibilidad al sacrificio. La psicología de la destrucción puede derivar en auto-destrucción.
La víctima en su ‘iluminación’ siente que de ser descubierta sería aniquilada: posee intelectualmente certezas esquemáticas inamovibles, y al encerrase y aislarse propone de hecho un modelo distinto al entorno, porque inútil sería tratar de ganar gente común para sus proyectos.
Retazos y vestigios de sectarismo conviven en toda orgánica social humana. Un grado de ‘sentido de superioridad’ se requiere; y algo de ‘victimismo’ hace bien para mantener en alerta a las propias fuerzas.
Lo vemos en los partidos políticos y en la política en general. Y lo comprobamos en especial modo en las Religiones. Por ejemplo, la crítica tradicional de los estudiosos cristianos hacia las corrientes musulmanas reside en esencia en que esta Religión en base al Corán – dicen los expertos cristianos- posee intrínsecamente el alma sectaria cuyo producto político siempre o casi siempre es violento. Los intelectuales musulmanes, por su parte, critican al cristianismo por tratarse de una Religión Dominante con rasgos imperiales. En ambos casos los detractores usan los referentes del sectarismo para explicar actitudes y propósitos de cada uno.
El sectarismo es un síntoma y un aspecto, un modo y una acción, una idea o doctrina, que no proviniendo (originado) de una secta, sí contiene rasgos sectarios. Por ejemplo: la declaración que reza: ‘somos la iglesia verdadera’; ‘no hay otra religión válida sino la nuestra’; ‘la verdad es nuestra y nosotros somos la verdad’; ‘tal o cual autoridad religiosa es infalible, perfecta … o vicario de… o único representante de Dios, o divinidad encarnada, etc.’ ‘somos la religión de Dios, y el resto son todos infieles’ ‘Cristo formó una iglesia y ésa somos nosotros’ ‘Dios habló por este libro y no hay otra palabra de Dios, ni otro libro’ ‘quién no está con nosotros está en contra y es nuestro enemigo’; etc. Pero en la acusación de que todo aquello que no corresponde a la tradición de la propia orgánica institucional es…una secta… es donde encontramos la mentalidad avasalladora del sectarismo más fanático.
El fanatismo es el rasgo psicológico que mayormente identifica a un sectario. Se sabe que el fanático es de ideas cortas, y requiere encuadrar a los demás para poder rotular en su mente con quién trata. Funciona con esquemas definidos. Requiere certezas, no tesis o largos tratados para llegar a una opción en conciencia; aborrece el exceso de información. Pide ‘peras’ y ‘manzanas’ y su correspondiente ‘bien’ o ‘mal’ que permita encajonar en su armario mental aquello que es propio y separar esto de todo lo demás que siempre es malo, peligroso o inservible. No tolera argumentaciones dialécticas: prefiere citar párrafos y versículos bien aprendidos, pero jamás discernidos. Odia y rechaza ser ‘analizado’ o que algún mal aspecto de lo aprendido le sea endosado. Busca compararse con lo ‘bueno’ de aquello que aprende sumariamente. Siente subir su adrenalina cuando con sus pares ejercitan el auto convencimiento y riegan sus raíces de perfección. Se irrita y se torna violento, grita y se ofusca, cuando alguien le contradice con argumentaciones cuya base es la propia pero el raciocinio es diverso y hasta lo pone en contradicción. Su propósito no es ‘conversar’ sino imponer, ganar al otro para su causa, o derrotarlo. Siente el llamado a ‘poner orden’ ante cualquiera que aparezca en ‘su terreno y territorio’ porque el sectario siente que lo suyo es su territorio y nadie puede actuar en su terreno (ideológico o físico).
El fanático sectario puede llegar a matar y no sentir remordimiento ni culpa: porque la ‘causa’ es superior a toda moral humana.
El sectario-víctima siente que toda crítica es un ataque, y cualquier referencia que le atañe es una ‘mala intención’ para ocasionar daño. Se inventan complots y contubernios de otros, siempre misteriosos, cuyo objeto es aniquilarlos. Esta permanente sensación de mal y de conspiración permite unificar sus filas y exigir lealtades acérrimas incluso hasta la complicidad en abusos y delitos que se cometen entre los muros sectarios. No son de discutir, de polemizar… todo lo contrario: inducen a que nunca se discuta ni se hable con quienes no son adeptos o simpatizantes, porque es ‘peligroso’ exponer ideas y abrirse a posibles enemigos.
En ambas características hay, debe haber, una figura central: Un líder sectario. Porque el liderazgo democrático, el líder que entrega elementos de crecimiento para que los dirigidos lleguen también a ejercer liderazgo, y la orgánica que apunta a conformar cuerpos de líderes y cabezas de liderazgos que a su vez enseñen y hagan crecer a las personas…no solamente es un buen liderazgo, sino que es el tipo de líder imprescindible. Pero el líder sectario va en la corriente contraria: trabaja para que los demás le sigan, y nunca lleguen a compararse con su exclusiva autoridad; levanta siempre más alta su propia calidad…de maestro a…santo inalcanzable…o divinidad…o perfección humana escaza y hasta imposible. Por ejemplo, cuando Cristo dice: ‘ustedes hagan como Yo Hice’ ‘o ‘Habrán otros que harán cosas más grandes de las que yo hice’ o ‘acaso no está escrito que dioses sois’ o ‘sois mis amigos y les enseño como a mis amigos’…etc. Está oponiéndose a cualquier modo de líder sectario o de liderazgo exclusivista. Él, siendo Dios encarnado, habla con Sabiduría para que todos lleguemos al punto que Él nos enseña y propone. En cierta ocasión vinieron sus discípulos alegando: ‘Mira que hay unos que bautizan y hacen cosas en tu nombre….y no son nuestros’ Y Cristo les contestó: ‘¿Y qué? Si están con nosotros no están en contra de nosotros’
El líder sectario busca la adoración y la veneración, la adulación y la sumisión. Postula a la obediencia ciega y a la ceguera ante los malos actos propios. Debe ser el centro permanente y la razón de ser de la orgánica y de la gente que le sigue. Todo lo que hace el líder sectario…es bueno…es por algo…incluso actos de abusos o reñidos con la propia enseñanza. Todo lo del líder sectario es justificable, y lo malo y hasta lo pernicioso o pecaminoso debe mantenerse oculto y bien resguardado en su círculo privilegiado. La palabra del líder sectario es superior y está por encima incluso de escrituras que se suponen la base de la fe que se profesa: de los Evangelios, por ejemplo. No hay un plan de enseñanza que esclarezca y potencie la base doctrinaria, sino se crea un propio cuerpo doctrinario que finalmente obnubila y hasta elimina, o deja cuan maniquí en el mostrador, a los Evangelios o bases similares que le dan una supuesta identificación religiosa (finalmente instrumentalizada y no real).
El liderazgo que opta por la secta o el sectarismo- víctima se da sobre todo en las órdenes particulares al interno de grandes Religiones: los legionarios en el mundo católico, por ejemplo. Y este tipo de sectarismo al interno de un Cuerpo Mayor usufructúa del cobijo institucional para crear un modo del todo particular protegido, oculto, que incluso puede convertirse en tumor maligno en el Cuerpo que lo aloja.
Mientras que el liderazgo fanático, destructivo, se mueve de preferencia en forma autónoma, haciendo referencia ideal a religiones o vertientes ya reconocidas, pero estructuralmente independiente de instituciones mayores. Eso se da mucho en el mundo musulmán. En el cristianismo es posible observar este fenómeno en el mundo evangélico. Podemos constatar rasgos sectarios de tipo fanático en pequeñas comunidades Protestantes que son propensas a la violencia, al castigo incluso de sus propios miembros, o al ataque hacia quienes consideran enemigos. Al igual, este tipo de sectas son abundantes entre los ortodoxos hebreos.
No hay una buena Religión que sea a su vez una secta. No. Una Religión abierta, con membrecía libre, con estructuras de formación y de liderazgos claros y públicos, con una Doctrina que desarrolla en coherencia…independiente de sus características y formas… no es una manifestación sectaria, aún si defiende sus valores, sus ideas, su fe, su institucionalidad. El sectarismo nada asemeja a una buena defensa de sus propias ideas…no. Incluso en la crítica, y en la observación profunda que puede sonar grave y hasta atrevida no hay sectarismo si la argumentación es congruente, razonable, y posible de rebatir o justa de aceptar. Y en la aceptación no hay derrota, y en el desmentido no hay vergüenza.
Por ejemplo, en la argumentación de que hay Apostasía en la iglesia católica no se puede ver allí un rasgo de ataque sectario; y el católico no puede enroscarse como si lo estuviesen agrediendo, y entonces acudir al sentido de secta-víctima. Si con argumentación Doctrinaria, basado en los Evangelios, hay un discurrir coherente, quizás no concordante, pero que no viola la esencia de la base que nos califica cuan cristianos o seguidores de Cristo… no hay en tal caso rasgos sectarios; y quién es llamado a terreno no puede ‘guardar silencio’ o ignorar la realidad expuesta por tratarse de ‘un ataque sectario’… y eso no justifica ‘encerrase en la propia verdad y callar’. Esta reacción es rasgo de sectarismo…no la crítica…sino lo omisión.
En la exposición doctrinaria crítica no hay sino Voluntad de Crecimiento y necesidad de alimentar la Buena Doctrina. Los ‘Doctores de la Iglesia’ en los tiempos de los apologetas griegos consideraban este ejercicio de nutrición como algo vital para reforzar la fe. Hoy, una tesis doctrinaria resulta ser una pérdida de tiempo, y responder sería ‘caer en la provocación’. Justamente eso es sectarismo. En la apertura y en la Sana Discusión hay amplitud, democracia y grandeza.
Cuando nos auto calificamos como Evangelistas estamos estableciendo que nuestro sustento Doctrinario y Ley de Fe son Los Evangelios; y no nos identificamos cuan ‘evangélicos’ porque por mucho esta denominación se asocia a iglesias cuya base única es La Biblia en su conjunto; y derivado de esto no pocas comunidades de esta línea han confluido en una especie de Nuevo Judaísmo. Entonces, en nuestra observación argumentada sobre la calidad de aquello que conocemos como ‘antiguo testamento’, y la diferencia con los Evangelios: establecemos que el primero corresponde a una Ley de Vida y a una relación entre Dios y el Hombre condicionada por el Hecho de la Caída y la Trasgresión y la predominancia, cuan Ley, del pecado; mientras que los Evangelios son la Nueva Ley que Cristo nos entrega por La Gracia justamente pagando por el Pecado originado de la Caída y Trasgresión, y ejecutando, en los Tres Días, el Gran Cambio de los estados de la muerte que ya no nos condenan sino que nos abren puertas de vida nueva; y que nos colocan ante los Cielos y nos permiten no hallarnos hoy bajo la Ley del pecado, sino bajo La Gracia, La Salvación y la Ley de Resurrección. Entonces, exponemos, tratándose de Dos leyes de Vida, dos estados diferentes de Relación con Dios (pudiendo hoy recibir Espíritu Santo y ser Conducidos por Cristo hasta la Voluntad del Padre – hechos imposibles antes de Cristo-) es que estamos convencidos- como bien lo explica Pablo– que habiendo sido elevados por Cristo nos hallamos bajo una Ley diferente y más alta que la anterior.
Esta certeza nos lleva a que no podamos asumir la Biblia cuan Ley única, sino como DOS LEYES, de Dos Tiempos, que deben ser asumidas en su historia y hechos bien discernidos y congruentes. La jurisprudencia moral, doctrinaria, no puede descansar en Dos leyes y en dos estados de vida diferente. Porque, por ejemplo, la doctrina de Paz de Cristo es contraria a la ley del talión que aparece en el antiguo testamento; el perdón es contrario a la maldición; y la justificación de la guerra y de las riquezas en el antiguo es destronada por Cristo en el Sermón del Monte. Pero lo que sí Cristo enseña es que la Ley de los Profetas, no el texto actual del antiguo testamento, sino la Ley de Dios y de los Profetas…no pasarán, ni serán cambiados en una coma. Porque cuando Cristo asevera esto no existía el orden bíblico actual, sino las Escrituras antiguas en los papiros del Templo que el año 70 dC fueron quemados por la invasión romana. Y en la reconstrucción de los antiguos escritos hebreos se ha fijado la Línea de los Grandes Profetas y la Ley de Moisés, partiendo del decálogo de Dios, plenamente vigente hoy (los diez mandamientos). Pero al asumir ‘toda la Biblia’ nos encontramos con espeluznantes contradicciones: como masacres, incestos y envidias entre hermanos, y hasta parricidios, adulterios graves como el del Rey David que orquesta la muerte de su General para quedarse con su viuda… Y entonces sí podemos tomar estos relatos en su contexto histórico y sobre todo en su realidad espiritual, cuando el Hombre yacía caído y sin posibilidad de abandonar el pecado. Pero al reconocer que Cristo vino justamente para liberarnos de esta situación, mal podríamos aceptar esta liberación pero seguir apegados a la vieja ley que nos condena.
Ahora bien, cuando esta argumentación, claramente no sectaria, con alguna coherencia palpable y comprobable, la exponemos a los hermanos evangélicos…somos por lo general atacados con todo tipo de epítetos…hasta de secta diabólica…porque el esquema sectario califica de malo a quién no cuadra con su casilla bíblica acérrima. En cambio, una Religión no sectaria daría respuestas serenas y bien argumentadas, sin sentir por esto que está siendo perseguida, ni que debe derrotar al blasfemo, o debe prevalecer sobre el errado. Porque si son Los Evangelios nuestra base de Fe no debieran existir estas contradicciones. Y si somos coherentes a pleno con los Evangelios…muchas de las leyes morales y doctrina del antiguo testamento no serían aplicables. Como por ejemplo sostener la Fe en Cristo y aseverar- como Marta- que al final de los Días, en el Juicio Final, obtendremos nueva vida de nuestros huesos. Cristo respondió a Marta (Hecho de Lázaro) y con eso zanjó una diferencia entre la antigua ley y la Nueva Ley que es Cristo mismo.
El sectarismo odia que le contradigan a su verdad. Una Religión libre y seria no tendrá nunca problemas en cambiar ideas, mejorar su doctrina, revisar sus creencias…sin renunciar a su base de Fe.
La Fe, no la Religión, la Fe es la acción espiritual más libre del individuo. En el sectarismo, y en la secta, NO HAY FE. Porque la Fe no es fanatismo, y no requiere obligadamente de una Religión asentada, sino de PRACTICA ESPIRITUAL, de VIDA ESPIRITUAL. Y en la secta no existe libertad para ejercer y vivir la Fe. Y en la Religión la fe se institucionaliza hasta el punto de adormecerse y ser conducida por el río de la inercia y la comodidad clientelar.
El sectarismo no enaltece la Fe cuan práctica de Relación con Dios. Una secta nunca permitiría que el individuo alcance su Relación personal con Cristo. Una Religión no incentiva la Fe sino va creando las fiestas de fe o las esperanzas en santuarios que permitan desahogos e ilusión de espiritualidad que consientan luego acrecentar la masa de la membrecía a mostrar y lucir cuan capital político.
La clave para distinguir la calidad de una orgánica religiosa es su grado de libertad en el fomento personal de la Fe y de su Vida Espiritual. He ahí la clave suprema para diferenciar ‘sectas, ‘sectarismo’ y LIBERTAD RELIGIOSA. La libertad de la Fe y la posibilidad de sostener una Vida Espiritual que permita una Relación con Cristo para llegar a la Voluntad del Padre, y ser Inducidos por Espíritu Santo, es la llave que nos permitirá diferenciar puertas que asemejan y se confunden, y en el enredo al final parecieran lo mismo y al mismo tiempo nada… La Libertad de la Fe es el antídoto, el anti cuerpo de todo sectarismo, y es lo que dignifica si existe, o empobrece a una Religión cuando esta libertad no es permitida.
Y si la Libertad de la Fe es base de una orgánica cuyo propósito es alcanzar la Relación con Cristo para llegar al Padre…y ejercer Carismas por Espíritu Santo…entonces, no tratándose de una Religión institucional de carácter político, tampoco puede ser una secta…quizás entonces sea el Camino Medio que nos entrega la respuesta y soluciones a los sectarismos extremos que nos apresan y paralizan… y nos vuelven violentos, jueces arbitrarios, inquisidores e intolerantes.
Y si La Fe y su Práctica Espiritual es una clave de distinción y discernimiento…La Paz es la condición primaria y fundamental para definir la calidad moral de una comunidad de Hombres Libres.