Habiéndose discutido y discurrido en abundancia y exageradamente sobre religiones, costumbres y tradiciones ligadas a la fe; con una pesada biblioteca histórica que da testimonio de hechos, guerras, inquisiciones, lapidaciones, invasiones, ejércitos y corrupciones… y no hallando en religión alguna la plena coherencia que realce la justicia, y menos la santidad, porque por cierto, de humanos se integran y humanos son sus propósitos siempre, aunque proclamen a Dios en sus razones… quedamos siempre los Hombres enfrentados a Nosotros Mismos, con nuestras vicisitudes, y preguntas sin respuestas; y además vamos envejeciendo mientras un sentido de vacuidad nos va cavando el alma. Entonces los doctores del fracaso inventan leyes pulcras –inservibles- barnizadas de supremacía moral que produzca el efecto placebo que anule nuestra inteligencia, y convierta al creyente en paria y esclavo de las reglas que debieran conducirle al paraíso o a la paz eterna.
Impresionados estamos por el retraso temporal (cuan eco de tiempos cavernarios) y el retardo mental que con fusiles y degollamientos nos llegan en visiones electrónicas desde lejanías desérticas del mundo arábico. Otros, sin embargo, idénticos acometieron con furor, en otros tiempos similares, desde Europa hacia los Moros en sendas Cruzadas que lejanas estuvieron de ser santas y de sangre también hicieron sus sendas.
Con espanto vemos como destruyen reliquias milenarias bajo la propia estupidez argumentando la paganía de otros y una inexplicable verdad suprema; como igual de espantoso es constatar que debajo de una capilla católica en el Cuzco o en Arequipa yace como gritando apagadamente una construcción magnifica de los ancestros de América. Pareciera que siempre la perfección de la fe dominante que conquista nuevas tierras debe acabar y sepultar, destruir y corroer, hacer desaparecer y aplastar las creencia y la fe de quienes han vivido y crecido por siglos en un lugar que sienten natural y propio. Quizás debamos comprender y aceptar que toda religión para ser verdadera en su fortaleza y consistencia… debe sepultar toda otra forma de entender y vivir a Dios.
Si hacemos una alteración de los personajes y en lugar de Dios decimos Diablo, Demonio, y mantenemos el relato: nos cuadraría mejor lo que podemos leer de la historia, y también aquello que hoy vemos y constatamos bajo el manto religioso. Porque nos resultaría del todo verosímil y congruente el asalto a una universidad con el resultado de 140 jóvenes y decanos masacrados, o el secuestro masivo de niñas, o los cuellos cortados en jactanciosos videos… y –por contraparte- la existencia de una fuerza suprema que fija su omnipresencia soldadesca por el planeta en el nombre del dios occidental… y niños violados en seminarios y detrás de los altares; y la déspota idea de que los feligreses son ovejas, rebaño, y los ilustres que se auto consagran y se bendicen entre ellos mismos son los pastores con derecho incúlmine… entonces absolutamente todo aquello que sabemos -y que suponemos es infinitamente más- nos suena natural, lógico, de no extrañarse porque así es la ley del infierno y de este modo el Demonio, el dios que ama la violencia y la esclavitud, va fijando su principado entre sus ilotas y siervos. Todo tendría explicación.
La dificultad surge cuando la realidad, histórica y actual, y sus vericuetos perniciosos y siempre tenebrosos, deben colarse y colocarse cuan mandato de un Dios Bueno, Misericordioso y lleno de Amor por su Creación. Y es que simplemente nada cuadra, y es entonces cuando surgen los malabaristas y contorsionistas de la filosofía de la mentira, explicándonos lo imposible; y tan enredados quedamos que al final confesamos nuestra ignorancia y volvemos la mirada a nuestro ombligo porque es lo único que podemos concebir sin entrar en crisis. Y a eso llamamos ‘fe’.
Si nos atrevemos a leer el Corán, con mente abierta, con sentido histórico, con alguna base de sapiencia sobre asuntos culturales y políticos del mundo árabe-musulmán… no hallaremos nada que nos inste a creer que este texto llama a masacrar como hoy lo hacen algunos siguiendo no se sabe qué párrafo del mismo tenor que tenemos enfrente.
Si analizamos sin pasiones sectarias la historia del cristianismo desde Constantino, y en particular los hechos del papado y del Vaticano, siguiendo una estricta regla de estudios, siendo rigurosos e imparciales en el escrutinio… y lo hacemos con el Evangelio cuan elemento comparativo que debiera darnos luces sobre el sustento moral y de coherencia aplicada que avale bajo la doctrina y la fe aquello que nos muestran los implacables Hechos… concluiremos, debiéramos ultimar, en una seca liquidación: que el Evangelio nos muestra algo absolutamente opuesto, diametralmente contrario, a los Hechos y a la historia real y objetiva que han interpretado los Hombres religiosos y la religión en el nombre de Cristo.
Si invertimos los parangones y analizamos lo mismo que constatamos como Hechos irrefutables de la historia y el dato duro de la realidad actual -bajo la mirada que tales atrocidades y avatares malignos han sido consumados por obediencia al Demonio, al Mal, a la Maldad- todo sería coherente, natural, lógico. Pero es cuando debemos explicar y justificar -con el Evangelio en la mano- tales aberraciones regadas por siglos, cuando entonces necesitamos de la teología para que nos drogue con sus arguyas y madejas de nudos iluminados que nos adormezca la capacidad crítica y nos deje cuan necios que deben sólo obedecer y seguir al pastor.
¿Por qué cuesta tanto aceptarlo y más aún declararlo? Porque se nos caería la estructura que falsamente nos sostiene… ¿dónde iríamos? ¿Qué haríamos? ¿Tendríamos que enfrentar que hemos sido engañados por siglos? ¿Quién puede con eso? ¿Cómo concluir que no era a Dios al que seguíamos sino a su oponente y contrario? ¡Claro! Leemos párrafos y pasajes del Libro antiguo de los hebreos que nos hablan de masacres justificadas, de violaciones y saqueos bendecidos por dios, y de incestos necesarios según planes ocultos de una divinidad severa, castigadora, y que gusta de ejércitos, guerras y expoliaciones. Y podemos leer a un rey David mandando a matar su general para quedarse con su esposa. ¿Tanta muerte, sangre y violencia… es parte del amor de Dios y es el mismo Dios de perdón y de misericordia que nos insta a no tener enemigo del cual nos habla el Cristo? ¿Quién nos presentó aquello tan extraño y contradictorio junto a los Evangelios cuan Libro único proveniente de Dios? ¿Acaso no fueron los mismos que llenaron la historia de hechos adversos a la enseñanza del Cristo?
¿¡Y si todo no fuese más que un ardid, un malévolo acto de los Hombres poderosos que por medio de las creencias y la buena fe de los Hombres comunes decidieron hacer política con el mismo fin de otros políticos: lograr Poder y crea las bases para nunca perder ese Poder!? ¿Y si todo fuera sólo un asunto de Poder y de ejercicio de Poder… para mantenernos esclavos y sometidos?
Entonces ya nada nos extrañaría: la divinidad demoniaca mandando a los poderosos del Mundo, a los violentos, a los ejércitos de muerte para someter a los Humanos bajo el Poder de la maldad… Con el subterfugio del engaño y la mentira que realza a dios para que los incautos se doblen de rodilla y obedezcan.
¿Qué nos queda entonces? Todo. Porque al darnos cuenta del gran engaño seremos libres por fin, y entenderemos a ciencia cierta aquello que acontece, y por qué sucede. Y ya no seremos pueriles ni ilusos. Y quedaremos enfrente de Nosotros Mismos: y sabremos ¡bendito Dios! que las respuestas están… siempre han estado… en Uno Mismo.
El Camino eres Tú. No estamos en ‘un camino’: nosotros somos el Camino. Tenemos, y somos habitados por el Espíritu de Dios… Porque Dios ES ESPIRITU.
Dios ES Espíritu, y una chispa de ese Espíritu habita en ti. No por fe, no por opción, no por creencia. Está en ti cuan (por) Gracia… objetivamente, como una Ley impertérrita y silenciosa en espera de que la VIVAS. Debes MOVERLA para que se MANIFIESTE.
No es el Alma: porque la Psiquis, los Sentidos no son ‘El Espíritu de Dios en Ti’. El Alma es Agua, es vida de los Sentidos. El Alma es importante, pero debe unirse al Espíritu. El Espíritu es Fuego y es flama divina. Debes Nacer de nuevo por Agua (Alma) y Fuego (Espíritu).
Tú, yo, nosotros… SOMOS EL CAMINO para que el Alma y el Espíritu se encuentren, se unan y formen UN SOLO ESTADO ESPIRITUAL viviendo en Ti, en Mí, en Nosotros.
Entonces, si uno logra este Estado de Vida Espiritual y se une con alguien más que alcanza la vivencia con Su Estado Espiritual, y si tres lo hacen y Oran, y Meditan… entonces Dios estará en Ellos y Ellas. Porque el ‘secreto’ que las religiones ocultan, niegan y atacan, es este: que todo Ser Humano, desde los Hechos de Cristo, posee Espíritu de Dios, y Alma propensa a buscar la unión con el Espíritu; y si además reconocen a Cristo como Conductor y Guía divino, y establecen una Relación ESPIRITUAL con su realidad… esas personas, tales seres, se liberarían de toda ignorancia y descubrirían la Gran Mentira que esclaviza a los Hombres. Y si miles lo hicieran: cambiarían a este Mundo. Y eso, para los Poderoso del Mundo y para el gobierno de maldad que les sustenta… simplemente no debe suceder, nunca deberá acontecer, jamás debe constatarse. Debe impedirse cueste lo que cueste. Incluso alzando religiones que confundan y adormezcan conciencias, inventando a un cristo que no existe porque Jesús murió y debe ser crucificado cada día… y así debe permanecer.
¿Hombres libres en estado Espiritual en Relación con el Cristo Vivo? ¿Seres con capacidad de discernir la realidad de la historia? ¿Personas con capacidad para dirimir los ‘textos sagrados’ y desnudar la falacia oscura? ¿Hombres y mujeres sin pretensión de levantar una religión, ni institucionalizar la fe, y que además enseñan a otros a ser Libres en su Espíritu? ¡El demonio nos libre! ¡¡Se debe fomentar la guerra religiosa!!
Un Film, llamado ‘el abogado del diablo’, finaliza con una frase del demonio: ‘Vanidad, el pecado que más me gusta’. Y sin duda la vanidad, el ego y su ‘egoísmo’, sería el pecado que nuevamente nos perdería, aún si llegáramos a liberarnos de las cadenas que hoy nos ahogan, y que se han debilitado, pero que debemos romper.
Cuando los Sabios antiguos y los Santos de siempre nos hablan de ‘combate’ y de ‘guerra santa’… no se refieren a las guerras de los demonios… sino a esa lucha interna, personal, en nosotros mismos, que debe socavar todo vestigio de ánimo sutil y latente que por vanidad, orgullo, deseos y hambre de poder nuevamente nos conduzca al abismo de donde tanto nos costará y nos cuesta salir.
La revolución debe ser completa y profunda: y si nosotros somos El Camino, entonces la revolución debe suceder, acaecer, en lo más íntimo y profundo de Nosotros. Porque también lo oscuro en Uno Mismo puede ser el peor enemigo de la propia liberación.
Y una vez desenmascarado al Gran Mentiroso y sus secuaces, y ya caída la religión cuan puntal de la sujeción, a nadie podremos culpar: y estaremos enfrente a Dios sin necesidad de iglesias y ciudades santas; y habiendo sostenido larga Relación con el Cristo Vivo, entonces ya nada podremos pretextar para no ser el tipo de dioses que fuimos al Inicio, y que dejamos de ser para caer en la ignorancia de la soberbia.
‘Porque dioses sois’… y somos nosotros –Seres Espirituales- El Camino de Retorno al Principio.
– Congregación Evangelista Carismática –