– El Agua, símbolo de la purificación del Alma. Agua turbia, símbolo de la oscuridad del Alma. –
El agua ha sido el elemento que en estos días arrasó con las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. El mensaje es claro, durante los últimos años las ciudades de Antofagasta, Copiapó y por último La Serena, se han visto golpeadas por la intervención del Hombre sobre la geografía de estas tierras debido a la acción de la Minería. Esto de por sí ya ha creado un desequilibrio y daño a la naturaleza, pero el mayor daño viene de lo lucrativo que es la actividad minera. Dejando miles de millones de pesos en ganancias, y atrapando a más y más hombres en esta labor minera que esclaviza a quienes pocas opciones han tenido en la vida, prometiéndoles riquezas a costa de entregarse a esta abismal forma de vida.
Y donde hay grandes sumas de dinero llegan consigo las enfermedades asociadas, como la prostitución, casinos, derroche y gula de posesiones. Por esto, al igual como Sodoma y Gomorra fueron quemadas por Jehová en el antiguo testamento por ser ciudades entregadas al mal, estas ciudades de nuestro país están cosechando el efecto espiritual de haberse entregado por décadas a estos goces de corrupción y degradación, los cuales hoy tienen como efecto el Juicio de Dios. Porque el pago del pecado es la muerte.
Puede sonar muy fuerte esto, pero nosotros conocemos de muy de cerca la realidad de estas ciudades, y se nos ha prohibido entrar a Antofagasta, ya que es tierra del mal, dice Cristo. Copiapó, Tierra Amarrilla y Chañaral, tienen estos mismos males, pero hay muchos que aún esperan una vía de salvación para encontrarse con Cristo. En la Serena y pueblos cercanos, hay pocos, pero importantes, dice nuestro Dios.
Entonces el mensaje para estas regiones de Antofagasta, Atacama y en parte Coquimbo es simple y claro: Arrepentimiento y Perdón. Quienes han caído en la idolatría del dinero, las riquezas materiales y la lujuria debe entrar en purificación ante Cristo, de rodillas invocando su nombre, reconociendo los males cometidos y pidiendo su perdón. Disponiéndose a nunca más entregar sus almas a ese dios del dinero y la lujuria, y entregarse al Dios Vivo en permanente oración, diariamente, para que sea Cristo quien los conduzca hacia una verdadera vida nueva, a través del bautismo por agua y por fuego, y así ser purificado de lo muerto del pasado.
Quien tenga los oídos del Espíritu abiertos que escuche, y oiga que Cristo lo llama a un profundo cambio en su vida.
Quien tenga los ojos del espíritu abiertos que contemple, que con la apertura de la Dispensación de Paz se ha iniciado un Juicio Divino donde todos deberán OPTAR, y los hechos irán en aumento y serán evidentes, para que nadie pueda alegar ignorancia, hasta que todos los podamos ver.
– Congregación Evangelista Carismática –
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