Dispensación de Consagración. Parte 1
“He aquí, quienes son hoy un campo de huesos sin carne ni nervios, secos y sin vida; y quienes habiendo sido redimidos no han reconocido al Espíritu de su Dios habitando en su Carne… el Poder del Cielo les ha concedido una dispensación: que todo Ser en su muerte tenga Vida por la Fe en su Dios Vivo” (Oráculo del Señor)
– Una restauración de Lo Alto –
Se ha dispensado desde el Poder del Cielo que toda fe perdida en la esperanza sin fin, llegue ahora a la certeza de su Dios Vivo.
Sí, un Dios Vivo que abre sus puertas para que todo quién tenga inocencia de corazón se cobije a la calidez de su Salvador.
Se ha dispensado desde el Poder del Cielo que sea desechada la apostasía que entre los Hombres ha instalado la falacia del pecado cuan poder omnímodo por sobre todo Poder de Dios.
Y se ha revelado ante la conciencia de todo Ser de Fe que los Hechos de Salvación nunca han descansado (solamente) en el pago de la cruz que vio el sacrificio de la Carne y la Sangre en Jesús: pues todo pago salda deudas acumuladas, no de Dios, sino de (por) los Hombres; y no pudiendo el Hombre cancelar sus yerros, entonces pagó el reino en la Carne y Sangre de Uno sin pecado…Mas, saldada la vieja cuenta nunca enfrentada por el Hombre, no hay todavía Camino de Salvación, sino exención de la deuda; pero no aún Salvación por mérito y obra del propio Hombre.
Desde los TRES DIAS en que Cristo, el Verbo, liberta al Hombre de la vieja ley de vida, y abre los Cielos y sus instancias, y libera al Hombre de la mácula original, y lo hace nacer en inocencia a este Mundo… en donde abismos e infiernos son lugar natural de los Hijos de Perdición, mas no condena inexorable para todo error humano… siendo hoy la Gracia y la Misericordia la medida del Cristo Dios que -ahora Juez y Conductor, Señor y Salvador- aplica ante la Obra del Hombre ( a según de frutos y coherencia con la Voluntad del Padre que Mora en todo Ser) … desde esos Tres Días de batalla y victoria en que Cristo derrotó la potestad de la muerte e instaló triunfante la Ley de Resurrección… desde esos Tres Días se abre una Nueva Ley, un Camino, y un propósito supremo, a saber: Conocer y Poner por Obra la Voluntad del Padre que Mora en cada Ser para así ser Digno de entrar al Reino de Dios: desde los Tres días de Victoria TODOS somos salvos y nacemos en La Gracia. (Son los Tres Días de Victoria del Verbo en el corazón de los abismos infernales aquello que define la calidad y condición de la Salvación)
Se ha dispensado entonces que el Nuevo Sacerdocio no es aquel antiguo en donde un varón representaba simbólicamente a una divinidad que se hallaba lejos, y el mismo Hombre carecía entonces de Espíritu de Salvación; sino que desde Cristo y su Victoria en los Tres Días todo aquel que – reconociéndose en la Gracia de la Salvación – asuma a Cristo como al Dios Vivo que le guiará hasta la Suprema Unidad con el Padre Creador, y se comprometa según esta Nueva Ley… debe consolidar un Pacto de lealtad en el Bautismo por Agua y por Espíritu Santo (Fuego); y bajo esta Unión Pactada el Hombre debe proponerse Nacer de Nuevo y postular a vivir en la Coherencia de la Enseñanza de Cristo para de este modo alcanzar la plenitud de Su Espíritu, y así colocar por designio la Voluntad del Creador. Desde el Bautismo cuan Convenio de Fe…todo somos Sacerdotes bajo la Ley de Cristo.
Se ha dispensado una Ley de Consagración: para los creyentes engañados por la apostasía, y dispensación apta para que las iglesias retomen la senda de la Nueva Ley del Cristo Dios, el Dios Vivo. Una Ley de Cristo dictada por Voz del Dios Vivo y blindada en santidad por el Cielo ante todo requerimiento y oráculo. Mas, en la Ley de Consagración el Dios Vivo ya no pide iglesias, sino un Sacerdocio en Cuerpos que expandan entre los creyentes la dispensación de la Consagración. Se libera al varón y a la mujer, a los cuales se les considera pares e iguales, de toda dependencia de otra autoridad formal del mundo que tienda o proponga reemplazar su Relación Espiritual y Vivencial con Cristo Dios.
Sin embargo, bien sabe Dios – que conoce al Hombre desde siempre y hasta lo más oculto de éste – que inevitable será que tal dispensación de restauración sea infiltrada por las costumbres y formas que por siglos la apostasía a inoculado e inculcado con fatal eficiencia. Y lo que es Espiritual sea cambiado a lo formal y externo; y lo vivencial sea algo efímero y solo para el público; mientras en la intimidad seguirá existiendo la complacencia con el mal y lo sombrío. Porque el Hombre se queja de las instituciones de la apostasía ante las evidencias de su caída…mas no apenas siente que alguna cuota de libertad y poder se le entrega, de inmediato comienza a tiranizar al propio Espíritu y levantar desidias y litigios entre sus pares. Y no logran la hermandad de amor que Cristo Dios exige a los suyos…y las envidias, y los juicios y las competencias de egos y de creencias individuales al final hacen de toda obra un fracaso que justifica la apostasía de los poderosos de este Mundo.
También sabe Dios que hay varones y mujeres leales, fieles en la Fe y sinceros de corazón que pueden, quieren y toman para Sí la Ley de Consagración y siembran luz entre los creyentes para rescatarlos de las vanas esperanzas, y abrir ante ellos y ellas la plena luminosidad de la Certeza de Dios y del Cristo Vivo. Ellos y ellas son Dignos Sacerdotes bajo la Ley de Cristo, y sobre ellos y ellas el Reino alzarán la futura generación de Hombres Buenos.
La Ley de Consagración es entonces la elevación para todo creyente, y la altura para toda iglesia o comunidad que se proponga librarse de la apostasía. Pero es también la prueba y la comprobación que el hombre y mujer leal y fiel poseen para enaltecer la Santidad.
Lo que aparece como excepcional y difícil, inalcanzable o irrealizable…suele ser simple, natural y fácil desde el ápice del ejercicio sacerdotal bajo la Ley de Consagración. El sacerdocio bien ejercido, con Fe y con Espiritualidad, es lo único que prepara al Ser para llegar a este salto de Calidad y Mutación. El ejercicio y la ACCION del sacerdocio, la Espiritualidad y la Fe que mueve montañas…van abriendo la vía simple, natural y fácil a la Ley de los Santos.
El Espíritu Santo actúa en la ACCION del sacerdocio: mientras más creyentes se aúnan en torno a la dispensación de consagración y al Cristo Vivo, más cerca se vive de la Madre Sabiduría (Sin Sabiduría todo camino de fe arriesga su caída). Y mientras más creyentes descubren el Compromiso del Bautismo más nos acercamos ante la Presencia del Padre.
Y si a los muchos creyentes que agregamos a esta dispensación además tenemos la bondad de preparar, capacitar y guiar la ESPIRITUALIDAD de otros sacerdotes en su camino de Fe y de Acción…entonces sin duda que Dios Padre llamará un día para escoger al leal y trabajador para que ascienda a su casa y poner por Obra Su Designio. Porque el sacerdocio no se ejerce para cosas formales: sino para Lo Espiritual, y solo para Lo Espiritual.
Para ser leal a esta dispensación basta con creer en el Cristo de los Tres Días, y arrancar de sí todo vestigio de apostasía religiosa. Para ser coherentes basta con orar y meditar como se nos enseña, y desde nuestra espiritualidad conocer al Cristo Dios. Para ser activos en la fe basta difundir los Círculos de Creyentes, o/y dar abundante Testimonio. Para ser un buen bautizado es menester cumplir con ESPIRITU la purificación que Cristo nos impele con Bondad y Paciencia. Para ser un sacerdote leal se debe cumplir a cabalidad la Ley de Consagración y las Enseñanzas de los Evangelios.
Y para (al) ser medidos ante Cristo: Él nos leerá de Su Libro los testimonios que hemos dado, los creyentes que sacamos de la apostasía, el elenco de los creyentes que bautizamos, los Bautizados que formamos… la Siembra que ahora Cristo cosechará ante nosotros…Y según eso seremos medidos en Gloria y Justicia. Todo según Fe, Coherencia y Virtud. Todo según ESPIRITUALIDAD. Seremos medidos por NUESTRO SACERDOCIO y por los CONVENIOS que hemos sellado.
Tales medidas son las mismas que Cristo tiene presente para dar Testimonio ante el Padre y para que el Padre nos llame a sus Alturas. ¿Acaso no ven, no se dan cuenta, que de nada les vale lo que hagan o crean, o piensen sin cumplir con el Camino de Consagración tal y cual Cristo lo ha dispensado?
– Sacerdocio bajo la Ley de Cristo –