Los conflictos doctrinarios entre miembros connotados de la iglesia católica, que condujo a una presentación del Cardenal Ezzati ante las autoridades del Vaticano… luego desmentido o bien ‘retirado’ dicho libelo, pero que igual han conllevado a declaraciones públicas por parte del anciano jesuita José Aldunate… parecen elevar el nivel de las diferencias que hasta ahora fueron internas y motivos de muchas reuniones, encuentros y polémicas en el seno de esa institución.
No es solo un asunto temático: reforma educacional y contradicción de la iglesia al sostener colegios para la clase pudiente con abundante lucro; matrimonio homosexual desde la plena negación hasta la relativización poco clara que aumenta la incertidumbre… más bien se trata de dos almas en la iglesia que quizás siempre han cohabitado, pero que hoy con las intervenciones de Bergoglio han tenido un impulso que parece definitorio.
El problema de haber establecido desde siglos que en los asuntos de fe la Iglesia, esta iglesia, es el sumo magisterio, y dentro de la misma es la Congregación para la Doctrina de la Fe, heredera directa de los tribunales inquisidores, el centro teológico de la verdad… es que hoy ni esta institución dicta normas morales y doctrinarias válidas y reconocidas por la gran mayoría del pueblo cristiano, ni la mencionada Congregación posee el peso que tuvo y que hoy ha quedado relegada a una oficina de partes del Vaticano.
El Sínodo de Obispos sobre La Familia, al cual llamó Bergoglio, está llegando a conclusiones doctrinarias que sobre pasan la antigua práctica de los acérrimos conclaves de teólogos y doctores; y verdaderos tabú que otrora fueron intocables, como los derechos de los divorciados, hoy son enfrentados en unos días, después de ser dogmas infranqueables por siglos.
La Fe del cristiano debiera regresar sobre la Coherencia y Aplicación del Evangelio, sobre todo debiera buscar poner por práctica de vida aquello que Cristo enseña en los cuatro Testimonios de los Evangelistas, en especial Juan. Esto que es sencillo y simple, se complica cuando este retorno a la verdad de los Evangelios se choca con teorías y dogmas eclesiásticos que nunca se han sostenido en Cristo, sino en las necesidades históricas, políticas y culturales de las instituciones y su nomenclatura estructural.
La esencia de la crítica de los curas Aldunate, Berrios y Puga refleja y exponen una ‘versión’ social en la comprensión de los Evangelios. Es conocida como la Teología de la Liberación. Pero esta ponencia – que por mucho pretende y quiere acercarse en corazón y sentido al Jesús que anduvo entre los Hombres hace dos mil años – peca de exceso de ideologismo y escaza espiritualidad. Pues en estricto, si asumimos la declaración de JesúsCristo sobre su procedencia divina, su tarea de Salvación y los Hechos luego de los Tres Días (después de la cruz)… todo aquello lo coloca por encima del simple ‘hombre social’, para elevarlo a su realidad espiritual. Entonces, mal podemos entender que, por ejemplo, los pobres y humildes a los cuales Cristo se refiere son en realidad los pobres de cosas materiales. Si Cristo es Dios encarnado y su Rol fue y es Transcendente y Espiritual, debemos comprender ‘la Humildad’ como lo hace toda Sabiduría antigua y presente, y ‘la pobreza’ como un hecho fundamental que JesúsCristo enseño en varias ocasiones: el carecer de apetitos mundanos y desprenderse de toda dependencia que aprisione al Hombre al sistema cainita del dinero y la violencia.
El gran problema con la visión política – social de Jesús es que reduce a Cristo a un varón político, revolucionario y critico sin funciones divinas, espirituales y transcendentes… limitado a exclusivos procesos sociales de este mundo. Y eso colisiona con los escritos de los Evangelios. Pues así como las iglesias y sus doctores debieron subyugar a Cristo a una mera figura manejable por las autoridades del Poder y la Gran Política… así, como reverso de la misma moneda, la Teología de la Liberación opone un Jesús, también bien humano y siempre menos Divino, que plantea la forma contraria del Poder de los potentados, y levanta la esperanza de los necesitados. Siempre en clave política.
Esas dos visiones mundanas tropiezan hoy en el catolicismo. Ya lo hicieron en pasado. Pero hoy se instalan ‘nuevos temas’, como el matrimonio homosexual. Al final, seguramente se aceptará el asunto en aras a la modernidad de la iglesia y en modo de no quedar rezagada de las vertientes contemporáneas que no dejarán de avanzar e imponer lo suyo. Siglos de hipocresía ante una realidad que negaron y reprimieron…hoy debe ser enfrentada por imposición social y realidad cotidiana. Y sin embargo los Evangelios siguen siendo los mismos: ¿habrá que buscar interpretaciones y palabras que den base a lo nuevo, así como se hizo con lo añoso y raído que ya ha sido superado? ¿Son entonces los Evangelios una caja de pandora que va dando sorpresas doctrinarias a según de la comodidad de las conveniencias temporales?
La honestidad debiera postular a deshacerse de toda idea anterior…vomitar tanta teoría y visión política… y colocarse en Espíritu ante los Evangelios para aplicarlos en coherencia, y desde la Palabra de Cristo Dios, tal como Él se presenta y declara, asumir la realidad en su neta y evidente división entre Sabiduría (espiritual, divina, trascendente) y conocimiento (intelectual, secular, mundano).
CristoJesús sí planteó el asunto de los homosexuales: los calificó por lo que eran en su época…Eunucos. Y definió que había unos que se hacían tales por opción, y otros los hacían los hombres, y había quienes nacían así…para Gracia de Dios. Luego, en cuanto a las ‘prácticas homosexuales’ las aborreció y advirtió en contra de éstas. Y en referencia al matrimonio denostó por sobre todo el adulterio. Si de esto deducimos que condenó a los homosexuales… es una visión corta y subjetiva. Y si entendemos que al mencionar ‘prácticas homosexuales’ se refiere solo a quienes son homosexuales…es un error, pues las ‘prácticas homosexuales’ en el tiempo de Jesús eran comunes entre varones heterosexuales, y sobre todo en la realeza y los señores era considerado ‘de altura’, de ‘clase alta’, poseer amantes lozanos del mismo sexo. Cabe preguntarse: ¿Cuál es la Gracia de Dios para uno que nace ‘Eunuco’? Y si la naturaleza de uno que ‘nace homosexual’ (no se hace…no lo hacen los hombres) es amar a uno de su mismo sexo, y en esta unión no hay adulterio, ni promiscuidad… ¿hay una mala práctica si el sexo con que se nace no le permite otra relación, y lo hace por y con amor, en ausencia de adulterio o promiscuidad?
Estos son los temas y desde esta visión partiendo de los Evangelios es que debemos enfrentar los hechos actuales. Y en esto nos remitimos a Cristo, y por ende a los evangelistas, y no al Antiguo Testamento porque esa Palabra corresponde a la Antigua Ley antes de que Cristo hiciera su Obra de Salvación y nos mostrara la realidad del Reino como sólo Él nos la revela y enseña.
La literalidad de ‘La Biblia’, como un todo único e indivisible ha conllevado a graves y patéticas atrocidades: pues hay pasajes en el Antiguo Testamento en donde se justifica el incesto, la violencia, las matanzas, la guerra, la apropiación de tierras y sometimiento a la esclavitud…y en donde se menciona la costumbre del homosexualismo como Cristo luego aborrece.
Debemos asumir la Antigua Ley descrita en los Testimonio del pueblo hebreo como hechos e historia en la que Dios se relacionaba con Hombres Caídos, fuera de toda Salvación, y bajo una ley antigua que no les liberaba del pecado. Y debemos asumir los Evangelios como la Nueva Ley que no desmiente a los Profetas que hablan en el Antiguo Testamento, pero sí supera en muchos aspectos a la antigua religión judía.
Ser cristiano no significa ser judíos. Ser Cristianos significa tener a Cristo cuan Dios Salvador. Y ser de Cristo nos obliga a recurrir al único texto que tenemos con la Palabra y Testimonio de Cristo Jesús: los Evangelios. No se pueden aplicar Dos Leyes al mismo tiempo. La antigua no desmiente a la Nueva, ni puede supeditarse la Nueva Ley a la vieja ley. Debe aplicarse la Nueva Ley como continuidad de lo mejor de la antigua; y sobre todo debemos rescatar a los Profetas de la Antigua Ley y unirlos a las enseñanzas de Cristo para darnos cuenta de que Dios no se desmiente.
Los Evangelios son el texto expuesto de la Nueva Ley. Si ponemos en línea los dichos y palabras de Cristo Jesús con los Profetas principales y mayores del Antiguo Testamento…constataremos que no Dios se contradice, sino que los hombres del mundo han confundido lo que desde siempre ha sido coherente y armonioso.
Nosotros, Sacerdotes bajo la Ley de Cristo, no somos ‘Bíblicos’, porque Los Libros son UN MEDIO, y no es DIOS.
Nosotros somos practicantes de la Ley de los Evangelios, y de los Evangelios cuan Ley de Vida. Y unimos los Evangelios a los Profetas mayores del antiguo pueblo hebreo y obtenemos Sabiduría.
Y todo quién quiera entender la Línea que Dios demarca para Conducta de los Hombres…puede acceder a esta regla clara y evidente. Y si sobre tal plataforma se quisiera realzar la iglesia católica…tendría sin duda que desdecir su propia historia, pero hallaría la realidad de Dios que por siglo han negado. Tenemos esperanzas.
Mientras tanto seguimos trabajando en la Certeza del Cristo Vivo.
– Congregación Evangelista Carismática –