¿Están ustedes, o no, de acuerdo con la unión de parejas del mismo sexo? Es la pregunta que una mujer envía a través de email luego de leer nuestros artículos sobre la homosexualidad. Dice que no somos claros, que somos ambiguos.
Cuan Entidad Sacerdotal hemos planteado que:
PRIMERO: no enjuiciamos ni condenamos a las personas bajo ningún aspecto o condición; por considerar que la Gracia de Dios se halla en el Espíritu de todo Ser nacido de hombre y mujer (no por artificios de la ciencia médica); y todo Ser desde Cristo es potencialmente Salvo, y de reconocer por Fe la Gracia de Dios en su Espíritu puede adquirir conciencia gradual de la Voluntad del Creador en su persona.
SEGUNDO: aceptamos la Sentencia de Cristo en cuanto hay personas hechas a esta condición por acción nociva y abusiva de los Hombres; y las hay por propia opción; pero que hay quienes NACEN bajo esta situación particular. Y son éstas las que deben ocuparnos: porque quienes NACEN no optan ni son hechos de tal modo por otros, y en esto hay Gracia de Dios.
Hemos planteado, de acuerdo a esto, que si se NACE de un modo y forma determinado, es deber nuestro aceptar los Hechos y la realidad: definir y determinar con certeza si hay un tercer sexo. Y hemos expresado nuestro desacuerdo en cómo se ha tratado este asunto por parte de los gobiernos y la clase política; no creemos que esto sea un asunto de ‘derecho de minoría’ como sí lo es, por ejemplo, el derecho de los pueblos originales. Y hemos instado aclarar conceptos: ¿Qué y cuándo se puede dar a un grupo social la calidad de ‘minoría’? Y criticamos la demagogia de los ‘progresistas’ que se han colgado de este tema para ganar simpatías, y con esa ligereza han postulados a leyes sin reglas y con vacíos que en el tiempo comportarán un grave desorden en la jurisprudencia de la nación. Y consideramos SERIA una indagación encargada a la Ciencia sobre la constatación de que ‘homosexual se nace’. Porque para legislar con responsabilidad es urgente definir el DERECHO de quién nace, y distinguir las excepciones de quienes ‘se hacen’ o son ‘hechos así por los Hombres’.
TERCERO: siguiendo esta orientación de Cristo en los Evangelios es que nosotros aceptamos a personas que NACEN en estas condiciones, y con nuestros medios sacerdotales les abrimos las puertas para una mayor Visión de su realidad, en modo que opten por La Gracia de Dios. Luego, si ellos o ellas no aceptan esta Gracia de Dios, y prefieren su camino… nosotros les bendecimos; y en nuestros Círculos y talleres ellos y ellas pueden participar siempre que, como toda persona, respeten las reglas que nos rigen para todos iguales. Y si aceptan La Gracia de Dios tendrán acceso al sacerdocio como todo Ser de Fe y de Coherencia y de intachable comportamiento moral.
CUARTO: siguiendo esta misma línea NO aceptamos, por Mandato expreso de Dios, la práctica homosexual; como consideramos la promiscuidad y el adulterio una afrenta a Dios, una ofensa a las personas y una degradación moral de quién lo acomete. Y esto NO atañe solo a quién es homosexual: pues la práctica homosexual, la promiscuidad, el adulterio es característica de muchos que no son homosexuales e igualmente practican esta degeneración y decadencia. Y en tal sentido condenamos en forma particular, y con fuerza, el abuso y violación de niñas y niños, pues Cristo advierte que Todo Mal que a Ellos le Hicieren…A Mí Lo Hacen. Y si tales prácticas promiscuas, homosexuales, de amancebamiento y de abuso infantil lo practicaran ministros de iglesias y sacerdotes de instituciones religiosas… entonces SÍ CONDENAMOS, y solicitamos Juicio a Dios para que tales aberraciones y graves pecados tengan severas Penas en los Cielos y en la Tierra.
QUINTO: Aceptamos que Dios nos hace LIBRES y con capacidad de DISCERNIMIENTO y Opción: que la Fe no se impone a la fuerza, ni puede obligarse a una persona a aceptar una doctrina o ley que violenta su conciencia. Y si alguien no tiene fe en Cristo, ni cree en Dios, mal podríamos llamarle a la coherencia y apego a una verdad y fe que no posee. No creemos ni practicamos y criticamos todo tipo de fundamentalismo religioso que pretenda imponer sus leyes aún a quienes no creen y no practican la fe. Y en tal sentido creemos que la Democracia es el único medio conocido y probado por el Hombre para lograr equidad y legislación PARA TODOS. Por lo mismo es que separamos al Creyente del No Creyente o incrédulo o agnóstico. Pues los gobiernos y los legisladores deben establecer reglas y leyes para TODOS, para la Sociedad, y no solo para los Creyentes, o para determinada religión; y tampoco solo para los no creyentes o exclusivamente ‘laicos’. Y de acuerdo a este principio democrático es tan legítima una manifestación y expresión de un creyente que se opone a una ley o proyecto de ruptura para la familia… como la manifestación y expresión de quién aboga por una determinada ley desde su concepción laica y de no creyente. Lo que NO aceptamos y criticamos es la falta de sentido republicano y democrático de las mal llamadas ‘minorías sexuales’ que gritan y acusan con querellas a las iglesias y representantes de entidades religiosas que se oponen a leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo, o que éstos , además, puedan adoptar niños. Como no concordamos y llamamos a la mesura a representantes de iglesias que han tomado el camino de la condena y la ofensa ante la realidad de los homosexuales.
SEXTO: nuestro asunto, nuestra ocupación es para con los creyentes, con quienes dicen Creer en Cristo y que tienen fe en Dios. La ley del Hombre en asuntos morales y de relaciones NO obliga, sino ‘regula’ una realidad para quienes entran en tales categorías y deben convivir con esa situación. Si Somos seguidores de Cristo y tenemos Fe en Dios: la Ley Moral primera es la Coherencia con nuestra Fe y la Jurisprudencia de nuestra Conciencia. No hay ley de Hombre que pueda obligarnos, y es deber de la Democracia defender y proteger a quien por Conciencia y Fe no puede sujetarse a una ley determinada porque ésta viola su esencia y derechos. En un Estado de Derechos el Derecho no es relativo, sino Sustancial, y el Derecho está en las Personas, no en la ley. Las leyes son instrumentos hechos por Hombres para proteger y garantizar Derechos y Deberes a las personas, pero es la Persona el centro del Derecho.
SÉPTIMO: Un creyente coherente con su fe no aceptará otra familia más que aquella que Dios manda a constituir entre Varón y Mujer. Y por Mandato de Dios los Hijos e Hijas tienen derecho a ser protegidos, criados y nutridos desde todo punto y necesidad por ambos padres, y cada uno debe cumplir su rol femenino y masculino para el cual fueron creados. Tal es la Voluntad de la Creación y de Dios. Y esta ley natural la practicará y la vivirá el Creyente, y lo hará bajo un Mandamiento vital: EL AMOR. Ahora, que la ley del Hombre establezca otras familias, y dé libertad para que críen infantes… Nosotros lo criticaremos, haremos notar nuestra postura, y usaremos el Derecho a expresión esperando que no nos lapiden ni apedreen las ‘minorías’ que deben aún aprender mucho de la democracia y sus prácticas. Pero al final, respetaremos lo que la sociedad determine en su libertad, y aquello que los legisladores resuelvan.
Encomio final: Pero los Creyentes, los hombres y mujeres de Fe NUNCA deben tomar el error del Hombre – aún si sea una ley legítima – como propia norma moral o cuan paragua de pretextos para sus definiciones: pues la Ley de Dios, los Evangelios y la Conciencia de la propia Fe es la mayor Jurisprudencia que todo Ser de Fe debe obedecer y seguir. Porque ahí reside nuestra LIBERTAD.
En tal sentido apelamos – ante leyes que violan nuestra Fe y Conciencia – a la Objeción y al derecho a no aplicarlas por ser normas que no pueden obligar: sino regulan a quienes se hayan en tales condiciones… Y Nosotros no podemos ponernos bajo tales situaciones de parejas del mismo sexo, de sexualidad ajena al legítimo matrimonio entre varón y mujer, y niños criados en la armonía de una familia bien constituida.
Y que la ley del Hombre contemple otro tipo de familia y de uniones… está en su derecho, pero no nos atañe ni nos involucra como personas con Derecho a elegir nuestras propias relaciones y familia. Nosotros seguiremos fieles y leales al Mandato de Dios, y nadie nos puede obligar a lo contrario.
Porque es nuestra creencia y convicción que SÍ hay y habrá un Juicio de Dios para todo Ser…bien se crea en Dios, o no se crea… (Porque el Hombre puede creer en lo que quiera, o no creer ni en sí mismo…pero al final TODOS pasaremos por Juicio y Balance ante el Dios Vivo)…y en tal Fe y Certeza descansa nuestro sentido de Justicia.
La Verdad de Cristo nos hace LIBRES.
– Congregación Sacerdotal Evangelista Carismática –