El Cristo de los Tres Días…

Un Camino del Espíritu para alcanzar al Padre que Es Espíritu.

Un Camino del Espíritu para Vivir a (en)  la Madre Sabiduría que Es Magisterio y Poder de Dios

‘Hombre, tú eres el Templo’


Ya no basta con creer. No más ovejas sin conciencia detrás de pastores humanos que usufructúan de la fe de los honestos. Es necesario, es urgente, CONSAGRARSE… La CONSAGRACIÓN es el Compromiso de Fe que hombre y mujer sellan ante el Cristo Dios; y el Compromiso Personal con Cristo implica asumir los Evangelios cuan LEY de Consagración, y ya no más como palabra muerta, teoría o teología, o simple ejemplo de buen proceder.

Si Cristo es el Verbo del Creador, Dios engendrado en la divinidad del Dios Creador, y originado en Espíritu por la Madre Sabiduría (llamado ‘Espíritu Santo’)… y es el Dios de los Hombres y de los Ángeles… entonces  todo aquello que Jesús nos muestra y enseña es Ley de Dios, pues en Jesús encarna el Verbo del Creador, nuestro Dios Conductor, y desde la Carne nos habla no cuan hombre ilustre, maestro de este Mundo  o profeta al igual que otros, sino en la calidad divina que nunca deja de Ser y que siempre Es. Por ser Dios Encarnado es profeta, maestro y santo, pero es ante todo y por sobre todo…Dios Salvador.

Siendo el Verbo, el Príncipe de los Elohim, encarna en Jesús bajo directa intervención del Padre sobre la elegida en Espíritu, María. Y es la aceptación consciente de María en su Fe lo que permite que el Padre deposite la semilla que dará fruto en un Nazareno.

La Madre Sabiduría, llamada ‘Espíritu Santo’, no posee potestad de Creación, siendo Ella el Gran Espíritu Original que anida a todo Espíritu; por lo mismo el Cristo es depositado en la Carne por el Padre en María, no por el Espíritu Santo.

La Madre Sabiduría es el Espíritu Original que sondea a todo Espíritu, incluso a Dios. Es la depositaria de toda ciencia y saber, por lo mismo es el Magisterio de Dios; y de Ella emana todo Poder Espiritual con fines y propósitos santos y de santidad.  El Padre Dios también se hace Luz y Creador por la inagotable y perenne Fuente de la Madre Santidad. El Cristo es hijo predilecto y amadísimo de la Madre Sabiduría.

El Espíritu que habita en el Hombre es parte del Espíritu del Padre. Dios en nosotros. El Espíritu en el Hombre por pertenecer al Padre posee receptividad para acoger a la Madre Sabiduría (Por Espíritu se recibe Espíritu Santo).  La esencia entonces se halla en el Espíritu que habita en el Hombre. No en el Alma, que es la Psiquis, los Sentidos y lo Emocional. No en la mente. No en la carne. Menos en cosas del Mundo. El Espíritu es Dios Padre ejerciendo Su Voluntad. Y Esa Voluntad que no es tiránica, sino que debe ser aceptada por Buena Voluntad, por Fe, Obediencia y Conciencia… y conduce al Hombre a cumplir la plenitud de su Índole, es decir: poner por obra la Voluntad del Padre.

Cristo Dios es Nuestro Dios Conductor: su Mandato Sabio y Justo nos despierta el Gobierno del Espíritu en nosotros, los Hombres. El Espíritu que gobierna en un Hombre permite que la Madre Sabiduría permanezca activa en Uno… ya no por Gracia (es decir: sin que el Hombre tenga mérito especial  o cumpla con exigencias- por Fe- )  o en forma temporal (por momentos, como epifanía), sino por Consagración y en forma permanente (ahora en calidad de Don que permanece activo en el ejercicio del sacerdocio)

La Consagración es el Sacerdocio bajo la Ley de Cristo.  Un Sacerdocio que no conforma iglesias, ni vive la Fe cuan religión de este Mundo. El Sacerdocio nace y se inicia en el Bautismo por Agua y por Fuego, y en el Nacer de Nuevo.

Las iglesias son la repetición formal y estructural del viejo sacerdocio abatido por el Hecho Cristico, por el Cristo de los Tres Días. La ‘destrucción’ del viejo sistema eclesiástico es un Hecho Espiritual que acontece en los Tres Días en el que Cristo desciende a los Abismos y Vence a las Potestades infernales que poseían el gobierno del Paso por la Muerte. En los Tres Días posteriores al abandono del cuerpo carnal de Jesús, el Cristo Dios da la Gran Batalla para liberar y salvar al Hombre. Son los Hechos de los Tres Días lo que Cambian la condición de Vida del Hombre. No exclusivamente los eventos de la Cruz.

El Plan de Salvación es amplio, más allá del Hombre, es Celestial, es Cósmico, es Terrenal. Y en la parte que nos concierne, sabiendo que no es todo, ni los Hombres somos, ni mucho menos, lo único del Plan de Dios, sino una parte, hubo una deuda pendiente que involucraba a la gran mayoría de los habitantes de este Tierra y sus Almas: la Deuda Cainita. Fue llamado ‘pecado’ porque se trató de una aborrecible violación voluntaria de parte del linaje Adámico que luego dará vida a la Estirpe de Caín: la  violenta, guerrera, posesiva y destructiva  casta de señores de la guerra.

Ni la caída primaria que significó aliarse con las mujeres oscuras (‘y los Hijos de Dios vieron que las mujeres de los Hombres eran bellas y se unieron a ellas’) y procrear hijos gigantes que asolaron la Tierra con violencia, degeneración y corrupción…sin que por esto  fuesen exterminados y disueltos como estirpe humana…Ni  el crimen por mano de los Cainitas en contra de los santos Abelitas, los Adanes y Evas leales a Dios que no cayeron… que quedó ‘misteriosamente’  impune ante las medidas de Dios… ninguno de estos Hechos de la Caída tuvieron un efecto final que zanjara un pago por los crímenes cometidos (pecados) y  de esta manera entonces abrir una posibilidad de Amnistía posterior. Todo quedó como suspendido y caído.

El Hombre Cainita vivió por milenios bajo la condición de la Caída y su Espíritu quedó encarcelado, dormido y ausente, y fue predominado y gobernado por el Alma oscura influenciada por el Poder Infernal. En los Abelitas, Santos y Sabios esparcidos en todo el orbe,  el Espíritu se mantuvo activo y receptivo de Dios, mas en la muerte no podían acceder a la Vida, sino que entraban en el ‘sueño de la espera’.  El Alma de los Cainitas iba y volvía a este Mundo, como en una rueda de eterno retorno, que acumulaba deudas y males mayores.  Tal era la Ley de Vida en los tiempos de la Caída.

Cristo, encarnado en Jesús, toma sobre sí la deuda de Caín y de los Adanes Caídos, y en 12 días de martirio y tortura, paga con su dolor  y sacrificio en la cruz romana lo que nunca había sido saldado. Por eso se dice que Él toma sobre sí el pecado, mas los abelitas no pecaron, por lo que Jesús paga por la Caída de los Cainitas (representados por el pueblo judío)  no de los abelitas. Y esta ‘copa amarga’ que debe pasar Jesús es un Mandato de Dios Padre para rescatar también a los Adanes caídos, y permitir que también éstos entren en el Plan de Salvación, porque con deuda esto era imposible.  Sin deuda, ya pagada por el sacrificio de Jesús, también los Cainitas podían recibir la Gracia de los Hechos de los Tres Días. De este modo, la Liberación de los Tres Días concierne a TODO HOMBRE por igual, sin distinción de ninguna especie.

En los Tres Días el Cristo cambia la Ley de Vida que sujetaba al Hombre: arrebata la potestad de la muerte de manos de los infiernos; cierra los estados infernales y abre los Estados de Inmortalidad (desde Cristo nadie va a los infiernos si no es ‘hijo de perdición’; y todo Hombre será medido por su siembra y tipo de vida, en modo que de sus frutos saldrá el tipo de vida que obtendrá después de su paso por la muerte; los tipos de vida posterior a la muerte son ‘Estado de Inmortalidad’ porque son pasajes de vida en que la muerte no predomina, pero cuya ‘calidad’ va en directa relación a la Causa que se sustentó en la vida carnal y en este Mundo)

La muerte ya no está en manos infernales, sino bajo Llave del Reino de Cristo. Los infiernos NO son potestad de Cristo, sino que una realidad que pertenece a los ‘Hijos de Perdición’ (quienes hacen mal en conciencia, quienes pactan y sirven al mal y que ejercen algún tipo de poder bajo espíritus que sirven al principado de Belcebú – el Gran Mentiroso- y por lo mismo muchos dirán que expulsan males en bondad y en nombre de Cristo, pero son hacedores de maldad porque todo poder y acto espiritual debe realizarse bajo la Voluntad del Padre, y nadie llega al Padre sino es por Cristo, y nadie puede ejercer Poder de Dios sino posee el Don de la Madre Sabiduría –Espíritu Santo)

El Hombre, desde Cristo, no nace en pecado sino que se hace al pecado en su andar por este Mundo.

Cristo es mayor que el pecado, por lo mismo todo mal y aberración puede ser limpiada por la Fe en Cristo, por Arrepentimiento y Perdón, ante Cristo, y no ante otro hombre, sino EN Espíritu  ante el Cristo Dios…bajo el Compromiso de no volver al pecado que Cristo nos exime con su Poder. Volver al  mal  que Cristo elimina bajo su potestad es el mayor pecado que el hombre pueda cometer. Pecado, desde Cristo, no es mancha indeleble, ni es imputable a errores humanos, o formas culturales, sino que es pecado todo mal que se hace en conciencia sin que exista Arrepentimiento y Perdón,  y lo es sobre todo la falta a Dios luego de haber declarado la Fe en Dios, o haber recibido bendición de Dios, o peor aún: cuando hay un Compromiso Sacramental con el Poder de Dios.

Cristo elevó a los Santos y Sabios de todo el orbe y abrió con ellos y ellas las diversas Ordenes Celestiales que ayudan al Hombre en su Camino de Consagración.  Cristo es Dios de los Ángeles. Es el Elohim Mayor.

Todo hombre  y toda mujer por igual nacen en La Gracia, y siendo niño o niña son  como ángeles  y no requieren bautismo. Porque desde Cristo nadie nace en pecado. Y al caminar por el Mundo y al despertar del ego, el Hombre debe Optar, Elegir… y Bautizarse por Agua y por Fuego para nacer de Nuevo e iniciar una vida en pos de la Voluntad del Padre.

El Sacerdocio Nuevo es superior a todo sacerdocio anterior a Cristo. No puede ser imitación del viejo sacerdocio eclesiástico que colocaba a otros varones sobre una masa sin conciencia y sometida a la ignorancia y ceguera ante su  Dios y de su propio Espíritu. El Nuevo Sacerdocio de Cristo nace con el bautismo en edad consciente,  con la vivencia del Nacer de Nuevo. Y todo bautizado en Conciencia que se compromete a Consagrarse para alcanzar la Voluntad del Padre y está dispuesto a recibir Sabiduría y Poder Santo de la Gran Madre Original (Espíritu Santo) es un sacerdote, varón o mujer, que a su vez guía a otros para que también ellos reciban Consagración y ejerzan sacerdocio.

El Cristo de los Tres Días es el Victorioso Dios que activa nuestro Espíritu y que por este Espíritu nos conduce al Padre Creador. El Cristo de los Tres Días nos prepara para la Resurrección: para pasar de cuerpo carnal a Cuerpo Espiritual. El Cristo de los Tres Días nos enseña cómo recibir, atesorar y sostener el Don del Espíritu Santo en nosotros, para que VIVA en nosotros como Madre Guía y Sabia.

Consagrarse al Cristo de los Tres Días es un Compromiso para VENCER: vencerse a sí mismo (los estados de oscuridad, depresión, dependencia, culpa, dolor, apegos y necesidad) vencer al Mundo (asumiendo como ‘Mundo’ al sistema cainita imperante y que nos conduce a la destrucción de la vida y del planeta) y Vencer al mal: sea en nosotros mismos, sea en su Obra entre los Hombres.

Consagrarse al Cristo Victorioso, Dios Salvador y de Sabiduría, es PARTICIPAR de un Orden Superior cuyo Plan es elevar al Hombre por su Espíritu y prepararlo para los Tiempos del Milenio de Paz que ya están en cierne, luego de estos años de Tribulación, que serán aún más oscuros, y que requiere de los Hombres que se COMPROMETAN con el Plan de Creación que les involucra, y del cual deben ser AGENTES ACTIVOS y ya no más seres pasivos y un redil detrás de lobos con piel de oveja.

El Camino Espiritual del Cristo de los Tres Días es la Fe que ya no requiere de estructuras mundanas para fines del Mundo: si no es la adoración a Dios en Espíritu, en este monte o en aquel, o dónde quiera el Hombre Consagrado se halle, y allí donde el Cristo Vivo ordene. El surco de la siembra es el Hombre: la semilla es el Espíritu. Cristo es la levadura y el fertilizante divino que alza al Nuevo Hombre. El Espíritu Santo, la Madre Sabiduría, es la lluvia y las aguas que potencian la savia y la vida del Hombre. El Padre es el campo donde todo lo Redimido en esta Siembra recobrará su Origen divino.

¡Ven a vivir al Cristo Vivo… y libérate de todo yugo inventado por los Hombres (¡que si Dios está en tales plantas o en las estrellas, o en ésta o en aquella iglesia, o en este libro y en ningún otro, o en este pueblo y en ningún otra nación…o que tal tierra es santa…o que tal creencia no es de Dios…!) Y asume al Dios Universal, Justo, Misericordiosos…Celestial y Cósmico…  y que se ha manifestado al Hombre desde siempre.

El Hombre ha colocado nombres a Dios según su lengua, y lo ha descrito según visión, y lo ha nombrado según idioma, y ha dado testimonio de su Gracia y Presencia según su enseñanza y modo de entender…pero es Un  Dios para todo Hombre y no hace distinción alguna. Por lo mismo, es necedad litigar por el propio nombre de un Dios que no posee nombre y está Vivo en todo conglomerado humano desde el día en que los Adanes fueron colocados sobre esta Tierra.

La Verdad te hará Libre.

Sacerdocio bajo la ley de JesúsCristo

-Orden Perpetua del Sacerdocio de Melquisedec-

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