Artículo doctrinario: Séptima

La cotidianeidad y su quehacer mantienen al Hombre ocupado y distante de la reflexión y balance de lo que acontece en su vida. Pero para el Hombre de fe, Consagrado a Cristo, que ha entregado en conciencia su vida a Él, es un deber de Amor, una necesidad tangible, una clave de vida, realizar balances frecuentes sobre su fe, compromisos, deberes espirituales y coherencia de vida.

Las Séptimas son parte de la Ley de JesúsCristo, de Su Doctrina que rige nuestra Consagración. Constituyen balances, reflexiones ante Cristo, para revisar todo aspecto de la vida, tanto en el plano espiritual como cotidiano, con el propósito de tomar conciencia de todo aquello que contravenga lo convenido con Cristo. De acuerdo a Su Orden identificamos los obstáculos personales que se contraponen a la Consagración, tanto internos (estados latentes), como externos (las dificultades en el mundo), proponiéndonos acciones para superarlos, y de este modo Purificar nuestros errores. Esta purificación, entonces, mantiene limpia la condición de Pertenencia a la Casa de JesúsCristo, que ha sido previamente sellada a través del Sacramento Bautismal.

No nos purificamos para ser ‘buenos’ Hombres, o ser Hombres ‘logrados’. Avanzamos en la purificación para que la conciencia del espíritu que nos vive vaya tomando pronto el Gobierno en nuestra vida. Porque es el espíritu la maestría innata en nosotros que, en unión a Cristo, nos sabe conducir no sólo por esta vida, sino que, y principalmente, para que retorne en unión al Alma, a su Casa Original donde el Padre lo espera para darle la Nueva Vida.

Es necesaria esta purificación periódica, cada 7 días, después del Sello Bautismal, porque vivimos insertos en un mundo con el que interactuamos y que ejerce muchas veces no buenas influencias que, en la medida de nuestra consolidación espiritual, debemos neutralizar. Cristo sabe que el Hombre nunca podrá cambiar y elevarse hacia la conciencia de su espíritu por sí solo, y que esto es parte de la condición propia del Ser Humano; es por eso que nos entrega por Gracia esta clave de liberación, para que paso a paso el espíritu Gobierne en toda instancia y estancia de nuestra vida. La Séptima se vive como una Gracia, es decir, como una instancia concedida por Cristo para cuidarnos de no volver a lo impuro de antes, a lo muerto, y avanzar sin Deudas ni Deudores, no Cayendo en Tentación y Liberándonos del Mal.

 

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