Desde siempre, bajo la calidad de seres inteligentes con la que fuimos creados, el Hombre ha tratado de generar mejores espacios para su desarrollo y supervivencia, reconociendo una incansable búsqueda de bienestar y felicidad.
A pesar de esta infatigable creatividad, constatamos que aún bajo los mayores esfuerzos, bajo cánones de férrea solidaridad en pos de objetivos nobles y congruentes, el Hombre sigue siendo altamente vulnerable, probablemente porque ha centrado esfuerzos para el período de desarrollo transicional que corresponde a la vida en la Tierra, y sin la claridad y la conciencia de que este paso, necesario para un salto espiritual, es efímero y perecedero. El Hombre no trabaja con el mismo tesón e interés para cimentar su vida después de la muerte, sino que todo esfuerzo es concentrado en la vida en el planeta, pasando por alto o auto engañándose de frente a un enraizado supuesto de que es capaz de manejar las más variadas variables que posibilitan o aseguran su buen pasar en la vida.
Revisamos algunos hechos del último acontecer y verificamos esta conducta destinada a proveer mejores condiciones de vida, un desarrollo tecnológico en el campo de la física, la mecánica cuántica, la ciencia biomédica, y numerosas disciplinas que van surgiendo en la medida de los hallazgos e invenciones, pero que a pesar de que no dejan de asombrarnos no liberan al Hombre de esta natural vulnerabilidad. Por otra parte todo avance conlleva el riesgo de caer bajo intenciones poco nobles o sabias, que ya en muchos casos se han tornado en efectos devastadores para la propia subsistencia.
Avances tecnológicos a través de simuladores electrónicos permiten hoy comprender el flujo global del manto terrestre con el propósito de predecir con mayor precisión movimientos telúricos. La investigación ha arrojado como resultado que la gran energía liberada no es resultado primordial del movimiento de las placas, sino que mucha de la disipación de energía tiene lugar en el interior profundo de la Tierra, es decir un factor no explorado y menos aún predecible.
De frente al clima, dado los infructuosos esfuerzos por reducir la producción de gases invernaderos, por una parte, y asumiendo que gran parte del calentamiento global es influencia del astro sol, hoy asistimos al debate científico sobre los riesgos de la Geoingeniería y la reflexión sobre si debemos o no utilizarla en nuestro beneficio. La Geoingeniería se define como la manipulación a gran escala del medio ambiente y las condiciones atmosféricas planetarias para contrarrestar las consecuencias del cambio climático generadas por causas humanas.
Son opciones arriesgadas y su puesta en marcha sería compleja por el requerimiento de coordinación internacional. Junto a esto, permanece bajo evaluación la factibilidad técnica, su costo y sus posibles consecuencias, teniendo en cuenta que se desconocen los efectos a gran escala que podría traer para el clima modificar alguno de estos componentes. Algunos ejemplos son los aerosoles estratosféricos destinados a dispersar los rayos solares que llegan a la tierra de vuelta al espacio para no dejarles penetrar en nuestra atmósfera.
Se ha postulado también a la siembra o creación de nubes para tener más control del tiempo y cambiar o controlar el tipo de precipitaciones que se producen y las zonas donde tienen lugar. Otra inventiva es la disposición de reflectores espaciales, tipo espejos, diseñados para devolver el reflejo del sol y que su luz y calor no lleguen a la Tierra, más esto conlleva una inversión no estimada, porque el aparato debiera instalarse en la Luna. Algunas de las ideas más increíbles, propias de una película de ciencia ficción, se agrupan en esta categoría.
En otra área de desarrollo los científicos están experimentando con distintas técnicas para promover las reacciones naturales de CO2 del aire con rocas y minerales, de forma que ciertos materiales puedan almacenar o consumir mucho más CO2 que lo harían de otro modo. Se comienza a hablar de la fertilización de los océanos, porque es uno de los mayores receptores del CO2 global, ya que lo captura de la atmósfera y lo secuestra en sus profundidades. También se propone que para la mayor captura del CO2 se creen árboles artificiales, que serían en esencia torres de alta tecnología con materiales especiales absorbentes que resultarían hasta 1000 veces más rápidos que el proceso natural.
Una de las ideas más arriesgadas que se barajan sería la provocación artificial de erupciones volcánicas, basada en la experiencia de la erupción del volcán Krakatoa, una de las más violentas ocurridas jamás en la historia, que envió enormes nubes de cenizas a la estratosfera reduciendo drásticamente la cantidad de energía solar que alcanzó la Tierra. Como consecuencia de esta erupción y de este efecto, la Tierra bajó su temperatura en 0,5 grados centígrados durante un año o más, y esto afectó a los patrones de temperatura del globo durante varios años después. Quizá la posibilidad de provocar la erupción de un volcán ilustra con mayor amplitud el riesgo real de la Geoingeniería.
En el área Biomédica los avances también cautivan. La experiencia con células madres ha tenido un amplio desarrollo para la cura de patologías no imaginadas y el desarrollo de técnicas preventivas sobre enfermedades invalidantes. Pero el campo de la Infectología nos recuerda la vulnerabilidad. Con fecha 18 de Noviembre 2010, surge la alerta en Europa por la propagación de una “superbacteria” resistente a múltiples medicamentos, proveniente de India y que se ha comprobado en 13 países europeos. Con el auge de los viajes internacionales para recibir cuidados sanitarios, los científicos temen que esta nueva bacteria se extienda pronto por todo el mundo.
En Haití, dadas las condiciones sanitarias deplorables que prevalecen en el país, con el desplazamiento de más de un millón de personas a causa del terremoto, y las crecientes lluvias e inundaciones, el brote de Cólera podría extenderse mucho más, y es poco probable que la epidemia pueda controlarse en un futuro cercano. El brote iniciado en la tercera semana de octubre ha causado más de 9.000 casos y unos 1.000 muertos.
Desde otra arista, a causa del mismo Hombre y su fragilidad, asistimos a la pérdida de vidas que pudieron haberse evitado. Por ejemplo: la falta de alerta de los tsunamis que precedieron a los sismos en Indonesia, y en Chile durante este año. En Indonesia los residentes de las islas no recibieron ninguna indicación o alerta del inminente peligro del tsunami ya que el sistema establecido después del devastador tsunami de 2004 había dejado de funcionar, dado que dos boyas frente a las islas Mentawai fueron vandalizadas y estaban fuera de servicio. Es decir, no es que estuviesen descompuestas, sino que habían sido destrozadas. Así asistimos a 32 horas de desastres, con más de 340 personas fallecidas y otros cientos desaparecidos.
En Chile la mano del Hombre fue responsable del débil sistema de alerta. Es por cierto importante que se haga una revisión de los protocolos y procedimientos empleados, como también la verificación del equipamiento técnico puesto a prueba durante la emergencia. Pero nada asegura que el sistema no falle: sea por causas humanas o técnicas. Enormes olas arrasaron con numerosas localidades costeras de las regiones del Maule y Biobío, con un balance de al menos un centenar de personas muertas, 800.000 damnificados y pérdidas por 30.000 millones de dólares.
Finalmente, abordando otro plano, no menos complejo, los “Señores de la Guerra” hoy han sido vulnerados en sus secretos, poniendo de manifiesto su verdad ante los ojos del mundo. La “filtración” de información confidencial sobre la guerra de Irak, que da cuenta de masacres, asesinatos, torturas y otro sinfín de atropellos cometidos, ha puesto en jaque a los gobiernos británicos y estadounidense, quienes debieran abrir las investigaciones pertinentes, aún a riesgo de caer en la vergüenza de haber negado esta clase de actos y haber sostenido que nada se sabía de este acontecer. Más sumidos en una doble moral, probablemente se ratificará la hipocresía de las potencias occidentales en materia de respeto a la legalidad: defensoras del orden mundial y de los derechos humanos cuando los atropellos son cometidos por otros gobiernos, y encubridoras de los propios.
Tomar conciencia de esta vulnerabilidad es una gran ayuda para iniciar la comprensión de una verdad irrefutable: nos desarrollamos en un sistema donde debemos aceptar que no se pueden manejar las variables que condicionan la vida; debemos evitar caer en la dinámica de la ilusión; debemos ser capaces de observar y no hacer parte de los engranajes del Poder en los planos científico, político y religioso, poderes que incitados por las tinieblas terminan perdiendo al Hombre y haciéndolo responsable de la involución de toda la humanidad. Debemos aspirar a la grandeza de la humildad y disponernos a escuchar la Voz de Dios, tan ausente en todas estas manifestaciones que hemos mencionado, para saber hacer y prepararse, no para enfrentar la transición de la vida en la carne, sino para construir la verdadera vida en el espíritu. Todo ya está dicho: las manifestaciones de la naturaleza, el clima cambiante, las verdades que salen a flote, las epidemias que se propagan, la irritabilidad del Hombre… todo es propio de estos tiempos. Y también la sordera, que nos hace espiritualmente vulnerables a la pérdida de la maravillosa oportunidad de conocer la verdad, asumir la verdad y vivir en la verdad… para siempre.