a) Cristo, el Verbo, Dios de los Hombres y de los ángeles, el ‘Tao manifiesto’, el Logos, encarnó y se hizo hombre para cumplir con el Plan del Padre: el Plan de Salvación. Este Plan es una Gracia; es decir, es una concesión unilateral del Padre sin esperar ni exigir nada previo de (a) los Hombres, y sin que los Hombres hayan hecho mérito a la altura para merecer esta dádiva.
b) La Gracia, por lo tanto, es el Plan de Salvación; y manifestación máxima de ésta Concesión de Amor es la Venida de Cristo entre nosotros, en Jesús.
c) El Hecho Crístico es el Sello de la Gracia, y éste sucede en los Tres Días de la muerte de Jesús; en estos Tres Días de Victoria el Cristo Dios logra:
1. la derrota de los infiernos que tenían en su poder las llaves de la muerte, arrebatando de sus fauces todo poder para condicionar los estados de vida de los Hombres;
2. el cierre de los Abismos: cuya ley de ‘eterno retorno’ era una rueda que encarcelaba las Almas;
3. la apertura de los Cielos: Reino que no era alcanzable por los Hombres por hallarse bajo condición de Trasgresión, y que Cristo abre junto a sus distintos ‘estados de Gloria’;
4. la ‘primera Resurrección’: la Gloria Celestial para los Santos que bajo la antigua ley dormían ‘el sueño de la espera’; y la Ley de Resurrección cuan Ley de Vida;
5. el despertar del Espíritu Original en el Hombre: el cual estaba encarcelado y sometido por el dominio del Alma Oscura;
6. la Gracia del Magisterio del Espíritu Santo: cuya potestad estuvo ausente durante la Generación de la Caída y nuevamente desciende al momento que JesúsCristo retorna a Su Gloria Divina
7. la Inmortalidad y La Vida Eterna como promesa cierta, de acuerdo a los frutos de vida que cada Hombre siembra en su existencia.
Estas son la Nueva Condición creada por Cristo, es la ‘Buena Nueva’; esa liberación es concedida a todo Ser, desde su nacimiento, sin discriminación alguna. De este modo, el pecado original que dio paso a la antigua Ley de la Generación Caída, queda superado por esta Salvación, en modo que desde los Tres Días de Victoria de Nuestro Dios Salvador el Hombre no ‘nace en pecado’ sino que ‘se hace al pecado’.
d) Esta Gracia nace con nosotros, nos salva del ciclo de la muerte y nos entrega inmortalidad, de acuerdo a la Ley de Resurrección, en algún plano de Gloria, de acuerdo a los efectos de nuestras propias Causas.
e) Creamos o no, estamos en la Gracia. Por lo mismo, afirmar que para ser “salvos” hay que ejecutar “obras” (genéricas y según lo que cada uno cree como “buena obra”), y con esto merecerse la Gracia… es una falacia. Tanto la Gracia, como el Espíritu, yacen EN y CON nosotros objetivamente, por lo tanto, aún si nada especial pusiéramos por Obra, sin ser “hijo de maldad” o aliado del Mal, por conciencia y opción, igualmente seremos salvos del ciclo de la muerte y obtendremos algún tipo de Gloria inmortal. El punto que nos coloca La Gracia es superior: ‘Hacer la Voluntad del Padre’. Es decir, La Gracia de la Salvación se nos concede para Optar por Poner por Obra la Voluntad del Padre que todo Hombre posee en el Espíritu. Afirmar que el Hombre debe ‘buscar’ o ‘merecer’ la Salvación es desconocer La Gracia concedida. Aquello que Dios pide al Hombre es ‘reconocer’ y ‘reconocerse’ en La Gracia y ‘Asumir’ la Salvación como un Hecho Objetivo de Vida y cuan Hecho Personal; desde esa base el Hombre ahora debe elevarse hacia La Voluntad del Padre.
f ) La Nueva Ley de Salvación nos impele a dar un paso superior, pues si tenemos la Salvación ganada por Cristo , nos queda delante de nosotros el acceder a una vía de Consagración aún mayor. Si Dios nos entrega una verdadera cuenta en blanco, sin merecerlo por mérito propio, la cuestión que se nos coloca delante es “¿Qué frutos debemos sembrar sobre esta tierra de Gracia y Amnistía?”
g) La Fe es la llave que activa el umbral superior que tiene por clave esencial a la Gracia. Cuando “tomamos conciencia” y “aceptamos en plenitud” que Cristo es Nuestro Salvador, y que el Padre nos ha concedido la Gracia Por Cristo, para redimirnos y elevarnos, y que el Espíritu en nosotros es esencia de Dios viviendo en Uno, en ese instante, cuando asumimos esta verdad trascendental en forma íntima, personal, verdadera, y así lo declaramos… entramos de pleno en el corazón de la Gracia. Y ésta ya no será un “hecho impersonal” sino que un “hecho personal”, propio, es decir, la Gracia es ‘objetiva’, mas, para estar y vivir EN la Gracia, es necesaria la Llave de la Fe.
(Extracto Libro Doctrina de Fe)
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