Muchos de los que llegamos al Camino de Consagración y Sabiduría antes habíamos buscado a Dios en alguna Religión, pasando a veces por varias de éstas o por grupos de personas que, no siendo una gran institución, tenían una forma particular de relacionarse con lo Divino. Si así ha sido nuestro andar, no ha sido casual. Como Consagrados y Sacerdotes de Cristo sabemos que lo ya vivido, cada etapa, cada hecho, cada paso tiene su enseñanza, un por qué, un para qué, un sentido que Cristo Dios quiere que tomemos en cuenta para lo que vendrá y que Él mismo prepara.
Este aprendizaje previo nos permite evaluar, sopesar, y reafirmar nuestra opción, ante la diferencia de lo vivido, y la paz de las certezas sobre formas y modos divinos, porque comprendiendo y asumiendo el llamado de Cristo, nos encontramos en el epicentro de un “terremoto” que sacudió nuestra vida y todo lo remeció, todo lo sacudió y la suciedad que estaba bien oculta bajo la alfombra apareció, en lo personal y en nuestro entorno. ¿Qué pasó? ES CRISTO que toma nuestra vida para transformarla en una Nueva Vida que nos llevará al Padre Dios, pero purificados, conduciéndonos por la Santidad, porque no puede ser de otra forma.
Esta experiencia nos permite la comprensión sobre el factor común de las religiones, que se alzan para dar respuestas de lo de Dios, según sus necesidades, acomodando muchas veces a Dios a la realidad concreta del Hombre.
Entendemos que claramente hay muchos patrones de comportamiento en el Hombre heredados de la infancia, del ambiente que nos ha rodeado, de lo cultural, del lugar donde hemos vivido, etc. y verificamos en nosotros modelos incrustados que son parte de la forma en que las Religiones han concebido y establecido su propia relación con Dios. Entonces lo superficial, la culpabilidad, la ignorancia de lo espiritual, la comodidad, la falta de compromiso, la ausencia de Dios… hacen parte de la Cultura Religiosa que ha permanecido desde sus orígenes como respuesta a los Hombres que no quieren ‘soltar’ el control de sus vidas, y que cuando Cristo aparece estremeciéndolo todo, no lo aceptan, porque a Dios también quieren controlar.
El obstáculo para que el Hombre tenga la verdadera guía de Cristo cuan Dios que conduce y gobierna, es la Herencia Teológica, entre cuyos efectos podemos mencionar:
- La concepción de la fe como la gran esperanza de que todo sucederá de acuerdo a lo que se nos dice que está bien, o lo que se concibe como ‘bueno’… y eso no tiene nada que ver con la Fe que mueve montañas, declarada por Cristo a sus Apóstoles.
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Limitar la Voz de Dios a sólo un Libro, sin aceptar otras manifestaciones tangibles de lo Divino… entonces cuando se tiene acceso a otros escritos de índole espiritual, se duda de su origen o se verifica si en su Libro Sagrado está, encasillando al Dios Creador de infinitos mundos, formas de vida y dimensiones, en unas pocas páginas.
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La religiosidad del culto, mostrando una cara de aparente bondad, con sonrisas y demostraciones de ‘justo proceder’ para quedar bien ante quienes tienen la autoridad, creyendo que a Dios también se engaña, y se cree ser recto con Dios al asistir invariablemente… cumpliendo en lo formal.
- La concepción de la Misericordia de Dios que todo lo perdona porque Él es ‘bueno’, aunque hayamos cometido las mayores atrocidades, aunque volvamos a caer en las mismas faltas, aunque las odiosidades en nuestro corazón permanezcan intactas y no se quieran cambiar, porque total, al morir, igual iremos al ‘cielo’…
- Entregar a los sacerdotes y pastores la potestad de la verdad, nunca atreverse a disentir o incentivarse a la verificación de la verdad que profesan, porque en general los fieles se sienten sólo como personas comunes que tendrían que estudiar mucho para alcanzar ese conocimiento de Dios. Es ésta una de las manifestaciones más marcadas de las influencias equívocas de las Religiones: la relación PASTOR – OVEJA. Los ‘pastores’, los dueños del redil, son los únicos que saben conducir, los que controlan de qué nos alimentamos, los que prohíben y dictan hasta cómo vestirnos, los que saben. Y las ‘ovejas’ deben obedecer y seguir ciegamente a este pastor sin cuestionarlo, sin tener el derecho de manifestar una duda por miedo o vergüenza…
En estos Tiempos de Tribulación en que el Cielo se ha acercado a este mundo, en que Cristo está interviniendo en la naturaleza de este planeta, todo lo que está corrupto a Sus Ojos ha empezado a caer. ¿Entiende ahora usted, amigo lector, porqué hoy están ocurriendo todos estos ‘desmoronamientos’ en el mundo?
Cuando nos entregamos a la intervención de Cristo en nuestra vida, todo se purifica y se obtiene Nueva Vida. Cuando el mundo se entregue y tome conciencia de las manifestaciones de Cristo, con sus terremotos y cambios radicales, el que esté preparado vivirá en la Nueva Tierra. Esto es una Ley Universal, que no tiene nada que ver con la pertenencia a una Iglesia.