Una mirada al mundo en estos días nos muestra una serie de enfrentamientos violentos en España, bajo excusa de ciertas fiestas en Madrid, en Hamburgo, Alemania; en Chile, con motivo del 11 de septiembre y el aniversario de los eventos de 1973. Las imágenes de los atentados a las torres gemelas en Nueva York, el año 2001, nos han acompañado con sus detalles espantosos y sus dudas inquietantes. El gobierno socialista del Sr. Zapateros anuncia que reforzará su presencia en Afganistán con otros 220 militares y policías, mientras la guerra recrudece. En la frontera Colombo-Venezolana aumenta la tensión militar, ahora con el asesinato de un alcalde de la zona provocado por para-militares no bien precisados en sus intenciones y color político. Pero no podemos dejar de observar una ‘coincidencia’ que nos llama la atención: inundaciones severas en Turquía y Grecia; deslaves y aluviones en Chile; temblor, granizada y tormenta al unísono en Caracas… Y así, si somos agudos en nuestra observación y aceptamos que el azar no existe, y todo en la vida, en este mundo, posee Causa y Efecto, mal podríamos aceptar esa declaración despectiva y ligera de un Sr. Ministro que endosa a lumpen desbordado los actos sincrónicos y bien organizados de la noche del 11 de septiembre en al menos cuatro puntos periféricos de la capital de Chile, y menos podríamos no fijarnos en la ‘coincidencia’ que denotamos en el comportamiento de la naturaleza. Es decir, en esto: o nos hacemos los ignorantes, o acogemos el mensaje y buscamos respuestas.
Existe una clave que define mucho de aquello que hoy podemos ‘ver’ y constatar en el mundo: ‘y todos lo verán…’ Años atrás, sesenta años, mal podía concebirse el hecho que miles de personas en el planeta observaran y supieran de una secuela de hechos al mismo tiempo. Hoy, un episodio sucedido en los cielos, o en una zona lejana, puede verse, saberse y analizarse. ‘Todos lo verán…’ fue una condición profética que solamente se ha constatado en este tiempo. El ‘todos ven…’ quiere decir: ‘todos pueden ver, pueden saber’ y eso, en términos de conciencia es: ‘nadie está bajo ignorancia’ y ‘no hay alguien que pueda decir: yo no sabía’.
Para que exista un Juicio a la Humanidad, y al sistema Cainita imperante, debe establecerse un nivel de conciencia en base a los hechos bien dispuestos y exequibles para todos. Ahora, con el nivel de información a disposición masiva que existe hoy, quién quiera mantenerse en la ignorancia está optando, no tiene excusas. Así, quienes empequeñecen la violencia como un accidente local, puramente delincuencial, justamente para hacer política y demagogia sobre el fenómeno, deben esconder que la calamidad violenta es general y amerita otro tratamiento y por ende soluciones profundas que nunca se limitarán a mayor represión, más policías y mejores cárceles… y mucho menos recurriendo a la desesperada e hirsuta medida de la Pena de Muerte.
La violencia, según una mirada espiritual y Macro, es un Efecto, no es Causa. La violencia de la naturaleza es efecto de Causas humanas, del Hombre que ha abusado y mal entendido su rol y poder en este planeta: la naturaleza responde a la agresión del Hombre Cainita (esencialmente violento), pero también sufre cambios debidos a eventos cósmicos que están provocando mutaciones sustanciales en el orden cíclico de la vida. El punto es que los gobiernos de las principales potencias mundiales, y el poder del ya bien sabido ‘gobierno en las sombras’ que maneja grandes medios y elementos de presión sobre quienes son sólo la cara de los grandes del mundo pero no quienes realmente gobiernan en los aspectos determinantes y estratégicos, han ocultado a la población del planeta una serie de hechos cósmicos que están acaeciendo desde al menos 1980, y otros episodios provocados por los nefastos experimentos que usan a población inerte y empobrecida en África, Asia y Centro América y cuyos deplorables efectos se han convertido en extrañas plagas y raras enfermedades.
La violencia puede no necesitar excusas: simplemente existe y se ejecuta. Y aquí podemos aplicar la profecía: ‘y los malos serán aún más malvados… y los buenos buscarán la santidad’ Pues bien, aquello que hoy vivimos y que irá en aumento hasta el 2012, y luego dará paso a un trance de Tribulación que, según nos revela el ‘Oráculo del Señor’, durará 64 años, está escrito, avisado y bien profetizado: entramos en las vísperas de un tiempo de Cambios radicales, y no todo es Causa de los Hombres, y mucho es Efecto de luchas entre reinados que los Hombres no conocen, pero que existen sobre sus cabezas y definen sus comportamientos.
Cuando proponemos un Camino de Consagración, y decimos que no alzamos iglesia alguna, estamos diciendo justamente esto: que ha pasado el tiempo en que los Hombres se han alimentado a su propio antojo, con los restos de la alimentación que Cristo heredó desde los Hechos de Salvación (ver Panes y Peces’: ¿cuántas espuertas sobraron? -preguntó Jesús- ‘Y no ven que yo no hablo de panes?’ ) Pues las 19 cestas de alimento que Cristo deja a la libertad de los Hombres se cerró, según muchos cálculos y concordante con eso también creemos nosotros, entre 1830 y 1844. Luego el Cristo Dios separa a los asistentes (en los dos episodios de la repartición de los panes) en grupos de cien y de cincuenta: entre 1930 y 1944 se cierra el período de cien; entre 1980 y 1994 se clausura el grueso del Tiempo en que los Hombres pudieron optar a, por conciencia y de acuerdo a su propia entrega, la Gracia entregada por el Cristo Dios. La medida Cósmica se conjuga el 21 de Diciembre del 2012. Ya nada parece dar tiempo al Hombre: ahora debe recoger sus Efectos, aquellos que sembró con sus propias Causas. Y en base a esta constatación es que entendemos la Urgencia que Cristo nos señala hoy en Su Presencia y con Su Voz: ‘Consagrar creyentes’ ‘preparar la Generación Santa’ ‘hacer de cada Hombre un Agente del Reino de Dios’ ‘Un Pueblo de Sacerdotes’. Ni instituciones ni religión: Personas Ungidas bajo Sellos de Poder y Autoridad cuyo Mando es Cristo En Persona y cuya obediencia consciente se ciñe a un Plan bien definido por el Reino de Dios Padre. El Cristo Vivo nos ha dicho que basta un Hombre (varón o mujer) con una alforja de semillas Crística para que desde ese Ser y su semilla se abra y cree un Nuevo Mundo. No ‘cantidad de ovejas’ sino ‘Calidad de Agentes’.
La violencia es el arma de los mundos tenebrosos en lucha en contra de los Mundos de Paz. La influencia violenta hace que los Hombres actúen como bestias, y eso sirve a la influencia infernal que desea retener su poder y ganar al Hombre para sí y sus legiones. Se trata de Fuerzas Espirituales, pero también de Mundos Cósmicos, de Mundos insertos con sus Generaciones en una contradicción de la cual los Hombres somos parte y recompensa. Y claro, hallándonos en la sensación del Tiempo y Lo Temporal diremos que hace milenios y millones de años está pasando lo mismo y siempre parece que volvemos a empezar sin que nada se resuelva: pero el Tiempo y la sensación de los años es una ilusión, es inexistente en lo Cósmico, y absolutamente intranscendental en y para Lo Espiritual. Desde el punto de vista Cósmico y Espiritual, la rebelión de Lucifer ha sucedido hace siete días, y la Salvación de Cristo hace tres días… No hay tiempo medible en lo Atemporal de Lo Cósmico y menos en Lo Espiritual. Pero aquí y ahora se está dando una conjunción, un pliegue de tiempo y espacio coincidente con una curva Cósmica y una Decisión Divina: y eso hace la gran diferencia. No estamos ante un Cambio en donde un factor se agota y otro perdura; nos hallamos ante un punto de Cambio en donde todos los factores confluyen. De acuerdo a esta realidad es que no podemos perdernos en las ramas, y creer que las Causas de la violencia son éstas u otras, siempre en relación a la lógica social o sociológica. Debemos mirar el asunto desde otra perspectiva: ¿Cómo vivir la Paz en uno mismo? ¿Cómo hacer de la Paz en uno mismo un modo de sociedad? ¿Cómo instaurar un Nuevo Orden en el Mundo que se base en la Paz que Dios nos enseña e inculca por Su Espíritu? Lo cierto es que nunca el Hombre Cainita podrá instaurar la Paz como modelo y plataforma de convivencia y desarrollo: se requiere un Cambio en el Hombre, y esa transformación, ya se ha constatado, no puede ser obra del mismo Hombre, sino que debe ser, y será, obra de Dios. Por lo mismo: para que Lo Nuevo entre en la Tierra… esta Tierra, esta generación Cainita, este tipo de Mundo… debe perecer, y de lo mejor, de lo bueno y de lo consagrado que será elevado y salvo, más aquello que Dios siembra de su infinita Creación, obtendremos al Nuevo Hombre: la generación de Abel que retorna y Triunfa.
El milenio de Paz no es un tiempo lineal al cual entraremos por calendario: el Milenio de Paz es un ‘estado de vida’ ‘un Salto hacia el Reino de Los Cielos’, y no que el Hombre entra en éste: sino que es este ‘estado de Paz’ que desciende sobre el Hombre y ‘arrebata’. ‘alza’ ‘eleva’ y ‘aparta’ a los núcleos de consagrados cuyo estado interior, espiritual, esté en plena concordancia con el Plan de Dios. Nunca ha sido una cuestión de iglesia, de religión, de países, o ‘pueblo geográfico’ específico. El concepto de ‘pueblo de Dios’ es una realidad espiritual, no humana, y menos política. Ahora, que en el Plan de Dios existan ‘generaciones’ o ‘núcleos espirituales’ más altos y mejor preparados, y que Dios en su Visión los aparte a ciertos sectores de la Tierra, y defina lugares dónde manifestarse, y avise que será el Hemisferio Norte el que sucumbirá y el Sur aquel que prevalecerá: no está diciendo que la Causa sea geográfica, o de razas, o política, sino que siempre son Causas Espirituales que se desarrollan en lugares, tiempos y pueblos. Siempre será por causas del Espíritu que sostiene a los núcleos humanos.
Dicho esto: el creyente debe Consagrarse y debe alcanzar el Nuevo Sacerdocio, y recibir la Unción del Agente del Reino, en modo que la Paz lo viva y desde su Ser y Obra la Paz sea la Espada de Cristo actuando en estos tiempos de Salto… Sí, de Gran Salto.
Si ante estos argumentos dijésemos que entonces la violencia no es ‘tratable’ ni ‘prevenible’, estaríamos haciendo una pantomima: hay muchos factores de violencia que sí son ‘tratables y prevenibles’ y posibles de extirpar y cambiar. Pero el asunto es que sin una idea clara y amplia de Paz, y no solamente ‘paz’ en el sentido de no-guerra o no-violencia, sino Paz cuan concepto de sociedad y desarrollo, enraizada en la persona como un modo de Ser y convivir, es muy difícil vencer a la violencia, y no a la manifestación violenta, sino a la violencia cuan idea de sobre vivencia y modo de concebir la existencia.